Final

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El último día llegó. Al despertar Duxo le dio, como era de costumbre a estás alturas, a Aquino su batido de frutas con el supresor triturado. El omega estaba ¿normal? había despertado bien y no lo perseguía por todo el departamento, claro que su olor seguía por todo el lugar. Pero el omega estaba tranquilo como en el primer día.

Duxo llegó a pensar que Natalan le mintió o exagero respecto al último día de celo pero todo tuvo más sentido cuando llegó la tarde. Aquino volaba en fiebre y cólicos, su rostro se encontraba llenó de lágrimas debido al dolor de su celo.

El alfa no sabía que hacer ya probó de todo y nada funcionaba como mimos o paños fríos para la fiebre y parecía que los supresores ya no le hacían efecto. Estaba jodidamente desesperado y sentía que iba a llorar junto al omega de la angustia.

—Alfa...— Lloriquea el menor tomándolo del brazo—Duele.

Los ojos del omega estaban dilatados, su entrada no paraba de crear lubricante manchando su ropa interior, lágrimas rodaban por sus mejillas debido al insoportable dolor. Quería a su alfa, quería que le diera cariño y sentirse protegido en sus brazos.

Duxo lo sabía, sabía lo que Aquino quería pues su lobo exigía lo mismo. Quería a su omega, quería ayudarlo y protegerlo, pero no podía, no quería hacerlo con el castaño en ese estado. Puta madre, no, no podía.

—Aquinin... No puedo, no quiero hacerlo si tú no estas en tus sentidos— Murmura tomándolo delicadamente de los hombros.

—¿Alfa no quiere omega?— Murmura con tristeza. Su omega se sentía rechazado

Duxo debía admitir que esa era frase más larga que Aquino dijo en todo su celo.

—No, no, cosita. Alfa si quiere a omega, alfa quiere mucho a omega— Aclara acariciando sus mejillas—Pero... no quiero cometer un error y que... me termines odiando. No soportaría perderte, Aquino.

El omega pestañeo un par de veces quedándose callado unos segundos, se acercó más al alfa acariciando su barbilla y labio inferior dulcemente.

—Nunca, mío.

Murmura antes de juntar sus labios, Duxo soltó un suspiro y simplemente se dejo guiar por el menor, abriendo sus piernas y colocándose arriba de él. El castaño llevó sus manitos hacia la espalda del más bajo y las metió por debajo de su camisa, acariciando su suave piel blanca y metió su lengua en su boca intensificando más el baso. Arqueó levemente la espalda cuando sus glúteos fueron apretados y masajeados al antojo del mayor.

Se separaron con un pequeño chasquido, los labios de ambos se encontraban hinchados y algo húmedos. Duxo acaricia con cariño la piel del menor antes de hablar.

—¿Seguro que quieres que lo haga, cosita?

Al recibir un asentimiento del contrario se separó para sostenerse de sus rodillas y quitar su camisa quitándole el aliento al menor, estiró su brazo hasta la mesa de noche y sacó un preservativo, ahora entendía el mensaje de Natalan de esta mañana. Mientras se encargaba de besuquear su cuello deslizaba el short y su ropa interior dejándolo desnudo debajo suyo, el omega estaba demasiado húmedo por lo tanto no fue muy difícil introducir el primer dedo.

El omega gimió y abrió más sus piernas, este al ser su último día de celo y por lo tanto el más fuerte, estaba hipersensible y cualquier toque lo hacía gemir como loco y ser jodidamente sumiso. Con apenas unos besos por todo su pecho y dos dedos en su interior sentía que iba a venirse, acercó su mano a la de Duxo y quitó sus dedos mientras negaba, no quería eso, quería otra cosa. Al parecer el alfa le entendió y se deshizo de la ropa que le quedaba puesta, una vez con el preservativo puesto comenzó a entrar lentamente para no lastimarlo, Aquino gimió.

◜ރ Cuidando a Aquino ރ◝Donde viven las historias. Descúbrelo ahora