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Sus uñas rascaban frenéticamente la piel de sus brazos y de sus piernas. Debido a que estas no estaban bien cuidadas, tenían más filo del que deberían.

En cierto momento, su piel se rasgó debido a la fuerza utilizada a la hora de rascarse. La sangre empezó a chorrear sobre el lavamanos mientras un poderoso ardor aparecía en sus extremidades.

Sin embargo, él ignoraba por completo el molesto ardor y siguió rascandose con demasiada fuerza.

Odiaba su cuerpo y su piel.

Sus brazos y sus piernas eran anormales al ser tan delgados. Su piel era pálida y estaba manchada de grandes "lunares" negros, dándole así una apariencia sucia y fea.

Todo él era un asco.

Odiaba mirarse en los espejos de su casa, pues era el continuo recordatorio de que no era ni bonito ni sano, como el resto de adolescentes que lo rodeaban.

¿Por qué no era bonito?

Toda su familia poseía una extraordinaria belleza, además de otros dotes como gran inteligencia y una gran resistencia en las actividades físicas. Su papá y su hermana...tenían todo lo que él quería.

Gyutaro tuvo el valor de alzar un poco la cara para ver su reflejo en el espejo del lavamanos. Se veía miserable y cansado, era toda una vergüenza para el apellido que portaba. No tenía valor, ni siquiera sabía porque estaba vivo todavía, si toda su corta vida a estado llena de enfermedades y accidentes que solo aumentan su fealdad.

Esta cansado de todo, esta cansado de si mismo.

Ojalá y fuera otra persona.

Después de llorar por varios largos minutos, maldiciendo todo lo existente en voz baja, regresó a su habitación para terminar de ponerse el uniforme escolar. No quería que el mundo viera su horrible cara pero no tenía otra opción.

Se cubrió bien todos los rasguños frescos y salió con flojera a "desayunar".

Ya estaba acostumbrado a vivir de esa forma. En algún momento, no muy lejano, acabaría con ese infernal ciclo infinito.

Se pondría fin para siempre.

𝕦𝕘𝕝𝕪 𝕓𝕠𝕪 (𝕂ℕ𝕐)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora