02.

235 44 3
                                    

Harry odia un poco salir de vacaciones y tener que volver a casa.

En Hogwarts es fácil poner excusas, robar pociones de enfermería y fingir que todo está bien cuando sufre recaídas.
Cuando está en casa las cosas no son tan simples.

Sus familia siempre ha sido muy unida, los ama, en serio, pero eso le dificulta la tarea de engañarlos.

Así que cuando Draco le dice que sus padres planean pasar vacaciones en familia no puede evitar pensar que es la peor noticia que le han dado.
Engañar solamente a sus padres era una tarea difícil, no tiene idea de que demonios haría con toda su familia reunida. No había manera de que ninguno de ellos se diera cuenta de que algo andaba mal, por más increíble que fuera su coartada.

Pero en el fondo, también espera que algo de eso le ayude a poder sobrellevar las cosas un poco mejor, tal vez algún remedio del tipo de magia familiar que está seguro no existe logre funcionar en él.



—¿Tu que haces aquí? —pregunta apenas abre la puerta del lado del copiloto y se encuentra con el que será su conductor designado durante el viaje.

¿Hacía cuánto no miraba ese rostro?

Draco desde los asientos traseros donde ha comenzado a recostarse ríe, divertido por su reacción. Sin embargo Regulus no lo hace, en su lugar enarca una ceja—. Que buen recibimiento.

—No te veo hace años, creí que habías huido con la frase "odio a esta familia" —cierra la puerta, comenzando a reclinar levemente su asiento.

El hombre bufa, pero no parece sorprendido—. Estuve aquí para el cumpleaños de Sirius no seas exagerado.

—¿Estuviste en el cumpleaños de mi padrino? —pregunta girando para mirar a Draco, quien parece igual de confundido que él—, no me di cuenta.

—Yo tampoco, ¿en que cumpleaños de mi tío hablas? —Draco pregunta inclinándose para verle el perfil.

—En el último —desvía la mirada apenas un segundo para analizarlos a ambos—, la fiesta en la playa.

—Ah —apenas les recuerda el lugar entienden perfectamente porque no lo notaron.

No estuvieron ahí para ver su llegada, o en su defecto estaban muy distraídos para notarlo.

Ambos habían decidido escaparse con ayuda de Tonks apenas notaron que no había atención sobre lo que estuvieran haciendo. Tuvieron un par de citas, y bueno, bendita virginidad inexistente con la que volvieron a sus casas.

Tienen buenos y levemente borrosos recuerdos de esa noche.

—¿Qué se supone que hicieron? Tienen cara de haber sido unos niños imprudentes que tendré que vigilar todo este verano.

—No hicimos nada malo, solo nos aburrimos y nos fuimos a dar una vuelta con nuestros amigos —no es difícil responder, tienen una coartada perfecta para ese día, no hay duda que no puedan aclarar.

Pero el problema es que Regulus es el más joven entre los adultos, así que es más fácil para él deducir en que andan metidos la mitad del tiempo.

Por eso es mejor cuando no está cerca, no porque fuera el más joven (Tonks no contaba, ella era más prima/amiga) significaba que fuera divertido.

—Bien, el viaje será largo y apenas tendremos paradas al anochecer, no me pregunten por qué, yo solo tengo la tarea de llevarlos sanos y salvo —no parece contento—. Si necesitan alguna parada para ir al baño más les vale decirlo antes de que tomemos la autopista o los mataré a ambos.

—¿Nos dejarás conducir un tramo? —Harry pregunta, recostándose en su asiento y acurrucándose.

Había tenido una buenas semanas, durmió las horas suficientes para ser considerado sano y pudo comer sus tres comidas, así que se sentía bien, esperaba seguir así un buen tiempo. Estaba feliz consigo mismo por su avance.

Regulus bufa entre divertido y burlesco—. Tal vez a tus 20 —palmea su muslo, bajando el volumen de la música y subiendo la velocidad del auto.

Harry sonríe sabiendo que diría algo como eso. Estirando los brazos sobre su cabeza y acurrucándose un poco más decide dormir. Apenas sintiendo como el cinturón de seguridad era colocado sobre su cuerpo.


Duerme alrededor de una hora con treinta minutos antes de que despierte y no pueda volver a hacerlo. Regulus no lo cuestiona, puede deberse a muchos factores completamente naturales y él no se siente verdaderamente preocupado por fingir hacerlo, así que se distrae jugando cartas con Draco por una hora antes de que ambos se aburran.

—Tengo hambre —el único rubio del auto se queja, lleva removiéndose de forma incómoda por los últimos quince minutos y ellos ya están un poco hartos.

Pero en realidad Harry también tiene hambre, mucha hambre—. ¿Podemos pedir de comer? Dile a dobby Draco, siento que moriré si no me meto algo a la boca.

—Sirius les hizo algo para que comieran en el camino —Regulus señala una mochila a los pies de su sobrino, quien la toma perezosamente para abrirla.

Ninguno está muy seguro de querer comer lo que sea que haya ahí.

Sirius es malo en la cocina, de niño nunca le intereso aprender a ser autosuficiente y han probado platillos suyos que les han provocado vomito y dolor de estómago.

Aún así deberían tenerle fe.
En su último aniversario con Remus cocino algo, y luego de que Lupin no pudiera fingir que no se estaba quemando la boca con el exceso de sal y pimienta, Sirius se había decidido por tomar clases de cocina para demostrarles a todos que podía hacer cosas comestibles.

Y él sabe que funcionan porque su padrino arrastró a su padre y ha probado las recetas que este prepara.

—Estos son buenos —olisquea su lonchera—, papá los hizo la semana pasada, están rellenos de carne —le explica a Draco al ver que sigue dudando. Da un pequeño mordisco y cuando la masa no sabe a crudo y el relleno tiene el condimento adecuado tararea contento. El rubio solo le cree entonces y comienza a comer—, ¿quieres uno Regulus?

—No, estoy bien —el mayor palmea su muslo en agradecimiento, concentrado en no perder de vista el resto de los autos de la familia.

—Deberíamos desviarnos y pasar vacaciones lejos de los adultos —se escucha desde la parte de atrás un par de minutos después, entre tono de broma y verdad.

—Deberíamos —dice con el mismo tono, mirando por la ventana y apreciando el clima. Parecía que comenzaría a llover en cualquier momento y estaba comenzando a helar.

A Harry le agradan los días lluviosos.

—Yo también soy un adulto —les recuerda—, y soy al que más han obligado a aceptar esta tontería, así que no puedo ayudarles mucho.

—Si pero tú eres, ya sabes —el ojiverde busca las palabras correctas—. Menos viejo.

—Lo tomare como un halago.

—Dijo menos. No es que no lo seas.

—Mientras no tenga hijos me seguiré sintiendo en mis 20 —ambos adolescentes de ríen, burlándose de su pensamiento.

—Ni los tengas, estamos bien siendo los menores de la familia —su sobrino pide, y Harry puede estar completamente de acuerdo.

Ninguno quería un hermano, aún falta para que pidan algún sobrino.

—Ni siquiera son tan menores —el mayor recalca.

—Lo suficiente para que se les active la vena de tíos consentidores —el rubio detrás argumenta.

—Harry y Draco quieren esto.

—Los niños escogen la comida.

—Nuestros niños necesitan esto.

—Apostemos quien les da el mejor regalo.

—Pero si son nuestros niños, no podemos regañarlos mira sus caritas —el ojiverde continúa—. Somos sus bebés.

—Y un par de niños mimados, no entiendo porque son así, Sirius y yo nunca fuimos consentidos por nuestros padres.

—¿Quienes son nuestros padres?

—Por supuesto que James y Lucius si lo fueron, mi error haberlo olvidado...

Harry sonríe ante su tono hastiado. Exasperar a Regulus siempre es de sus cosas favoritas cuando logra verlo.

Roto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora