.·:*¨¨* ≈☆ Día 21. Ángel ☆≈ *¨¨*:·.

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Día 21. Ángel

Número de palabras: 796

Sinopsis: Después de todo, las pecas son besos de ángeles.

Una semana completa pasa antes de que Crowley, por fin, perciba las diminutas pecas

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Una semana completa pasa antes de que Crowley, por fin, perciba las diminutas pecas.

Tan solo una semana ha transcurrido desde que él y Aziraphale comenzaron a explorar oficialmente su relación, ya designándose mutuamente como novios. Aunque habían compartido muchas salidas antes, esta ocasión era especial: una auténtica cita en el Ritz.

Se da cuenta de las becas mientras ajusta el cuello de su camisa. Las pecas, como diminutas joyas, se esparcen caprichosamente por el costado derecho de su cuello y clavícula. Es como un diminuto bosque de puntos que se ha materializado misteriosamente. Nunca antes las había notado.

Antes de que su mente pueda profundizar en este enigma, un suave golpe en la puerta anuncia la llegada de Aziraphale. Crowley, sin darle más importancia a las pecas, se apresura a tomar su abrigo, dejando que la intriga se disipe momentáneamente.

 Crowley, sin darle más importancia a las pecas, se apresura a tomar su abrigo, dejando que la intriga se disipe momentáneamente

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Cuatro días después, las pecas proliferan.

Esta vez, han invadido el rostro de Crowley y se han aventurado a extenderse por uno de sus brazos.

El misterio de su origen sigue sin resolverse, sin motivo aparente ni cambios deliberados en su cuerpo humano que justifiquen su aparición. Además, estas pecas inusuales no parecen estar relacionadas con las artimañas infernales a las que está acostumbrado.

En esencia, no le preocupan, aunque la incertidumbre de su procedencia le resulta irritante. Sin embargo, se da cuenta de que pensar en ello es absurdo, y rápidamente se distrae con otras preocupaciones, olvidándolas por completo, al menos por el momento.

 Sin embargo, se da cuenta de que pensar en ello es absurdo, y rápidamente se distrae con otras preocupaciones, olvidándolas por completo, al menos por el momento

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Crowley está recostado en un mullido sofá en la acogedora librería de Aziraphale, con el ángel sosteniéndolo en su regazo. Los besos de Aziraphale caen sobre él como si el mundo se fuera a acabar otra vez.

—Te amo —susurra Crowley, suspirando de amor mientras Aziraphale se retira momentáneamente para regalarle una sonrisa.

—Yo también te amo —responde Aziraphale antes de sumergirse nuevamente en una cascada de besos, recorriendo los labios de Crowley repetidamente antes de descender por su barbilla y desabrochar los botones de su camisa, permitiéndole besar su camino hacia abajo.

Aziraphale se detiene en la cintura de Crowley, regalándole una lluvia de besos en esa zona antes de ascender nuevamente hacia su pecho, explorando con sus labios la extensión de la piel de su amado.

—Te amo —repite Aziraphale, sellando sus palabras con un cálido beso. Luego, besa la nariz de Crowley— ¿Te gustaría continuar esto en la habitación, mi demonio?

La cabeza de Crowley da vueltas—. Sí, por favor.

A la mañana siguiente, Crowley se despertó en los reconfortantes brazos de Aziraphale

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A la mañana siguiente, Crowley se despertó en los reconfortantes brazos de Aziraphale.

El ángel emanaba un aroma agradable, una mezcla de libros antiguos y dulces recién horneados, y Crowley inhaló profundamente antes de empezar a liberarse con ternura del abrazo de su celestial compañero.

—¿A dónde vas? —murmuró Aziraphale, extendiendo su mano en busca de Crowley.

Crowley depositó un beso en su cabeza—. Solo al baño, mi ángel. Regreso enseguida.

El demonio se sentó al borde de la cama por un momento, observando con admiración a Aziraphale. El ángel lucía suave, pleno y, para decirlo simplemente, perfecto. No había otra forma de describirlo: Aziraphale era perfecto.

Con cuidado, Crowley se levantó y se dirigió al baño, pasando frente al espejo sin prestarle atención. No obstante, tras unos segundos, sus ojos se encontraron con su reflejo en el espejo y dejó escapar un grito ahogado.

Pecas. Pecas por todas partes.

Las pecas habían aparecido por todo su cuerpo: en sus hombros y su rostro, en su pecho y brazos, a lo largo de sus piernas. Incluso cuando se volteó, descubrió que había más en su espalda, y sí, incluso en su trasero.

Aziraphale abrió la puerta de golpe, preocupado— ¿Qué pasa?

Crowley se señaló a sí mismo frenéticamente— ¡Pecas! —exclamó— ¡Están en todas partes! ¿Cómo siguen apareciendo?

Pero se detuvo cuando vio la expresión en el rostro sonriente de Aziraphale, quien estaba prácticamente radiante de alegría.

—¿Qué? ¿Por qué tienes esa sonrisa? —preguntó Crowley, visiblemente desconcertado.

Aziraphale continuó sonriendo y le explicó—. Oh, Crowley, me temo que esas pecas son culpa mía.

El demonio parecía por completo confundido.

—Las pecas son besos de ángeles —expuso Aziraphale—. Y nos besamos bastante anoche —se sonrojó ante el recuerdo

Crowley aún estaba confundido— ¿Son... de ti?

Aziraphale asintió—. Permíteme mostrarte.

El ángel dio un paso adelante y tomó la mano de Crowley, besando la palma con ternura.

Al principio, no sucedió nada, pero luego apareció una pequeña peca. Gradualmente, creció en tamaño y profundidad antes de detenerse.

Ahora, era Crowley quien sonreía ampliamente. Miró de su mano a Aziraphale—. Dame más —murmuró, antes de besar apasionadamente a Aziraphale—. Cúbreme con ellas —otro beso apasionado—. Por favor, ángel.

Aziraphale lo miró con una mirada llena de amor y asintió—. Con todo gusto.

﴿﴾ Del divorcio inefable y otros cuentos #FO2023GOLAT ﴿﴾Donde viven las historias. Descúbrelo ahora