Capítulo 3: Lagrimas ardientes

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Los días continuaron como una rutina, los enfermeros me informaban sobre mi condición, Kaori y Kenji venían a visitarme después de la escuela, comían conmigo, hacían los deberes y regresaban a casa cuando finalizaba la hora de visitas. Cuando llegaba la noche, el sentimiento de soledad y tristeza se hacía presente, volviendo las noches realmente largas.

En las madrugadas me levantaba lentamente de la cama, desamarraba la venda de mi rostro y revisaba la cicatriz que tenía en el ojo derecho. Esa cicatriz era la marca de aquel día, siempre que la veía la tapaba con los dedos medio e índice, con la esperanza de que algún día, al quitar los dedos, esa cicatriz desapareciera.

Es extraño, solo han pasado 5 días y el dolor en las costillas y los brazos desapareció.

Los médicos me dijeron que mi recuperación avanzaba de forma impresionante. Las fracturas en mis piernas y costillas habían sanado casi a su totalidad. Contrario a lo que los médicos habían diagnosticado. Su pronóstico era que probablemente iba a necesitar de muletas o silla de ruedas, esto unido a un proceso de rehabilitación sin garantía de una completa recuperación.

Los días que puedo dormir siempre tengo el mismo sueño, puedo ver a una persona encadenada y un hombre de voz grave me dice que corte las cadenas. Es muy extraño, tengo la sensación de conocer a esa persona aprisionada, me resulta...familiar.

Como de costumbre, Kaori se encontraba sentada junto a mi camilla viendo por una ventana. Kenji no había podido venir ya que tenía un compromiso con el equipo de atletismo de la escuela. 

-Hoy te dan de alta ¿no? - preguntó Kaori sin quitar la vista de la ventana.

-Es lo que me comentaron los enfermeros.

- ¿Y sabes en donde vivirás ahora?

-Realmente no. Tengo entendido que mi padre nació en el extranjero y por problemas familiares, él y mi madre se mudaron a este lugar. Entonces no tengo algún familiar que me pueda recibir en su hogar- comenté mientras colocaba mis dedos sobre la venda, en donde se encontraba mi cicatriz.

- ¿Y qué harás?

-Creo que regresaré a mi casa y empezaré a trabajar para poder pagar comida y tal vez luz. Seguiré estudiando y terminando la preparatoria probablemente busque un empleo de tiempo completo.

Kaori por fin giro la cabeza y me vio directo al ojo con una sonrisa -Hace algunos días platique con mis padres sobre ti y me dijeron que podías ir a vivir con nosotros. Me dijeron que eres un buen chico, y que has ido bastantes veces tanto así que ya hay confianza entre la familia. 

- ¿Queee? No, no podría, me sentiría muy abusivo- le dije con un rostro completamente sonrojado.

Kaori puso cara de negación -No digas tonterías, mis padres te tienen mucho cariño, llevamos siendo amigos desde el prescolar y ya te has quedado a dormir antes. Incluso ya te consideran de la familia.

-Pero hay mucha diferencia entre ir de vez en cuando a que me tengan viviendo en su casa.

-No te preocupes por eso, a mis padres no les importa. Además, podrías ayudar a mi papá en el laboratorio de vez en cuando- me decía Kaori con un tono un poco más molesta.

-Aun así, no me gustaría que tus padr...-

-También puedo hacer que te quedes más tiempo en el hospital si no dejas de poner peros- me interrumpió Kaori apretando su puño sin quitar su sonrisa, pero con un tono de voz asesino.

- ¿Eh?

El día continuó tranquilo y Kaori seguía intimidándome para callar mis evasiones. Kenji llegó un poco más tarde y al pasar por la entrada de la habitación se topó con un ambiente repleto de hostilidad.

Itami no honōDonde viven las historias. Descúbrelo ahora