DekuBaku 8

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Esto es por la semana de lo opuesto en "El multiverso De Boku No Hero Academia"
Dedicado a AyatoAzami

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¿Se podía ser más dichoso en la vida?

No lo creía posible.

Katsuki ya lo tenía todo al lado de su adorado pecoso que siempre lo consentía, lo llenaba de besos y amor.

Desde que lo conoció era así, un maldito caramelo que llenaba sus días de color.

Si le dijeran para cambiar su vida por una diferente, estaba seguro que diría que no.

No cambiaría el despertar todas las mañanas sobre su cálido pecho, no cambiaría las noches de pasión a su lado o las miradas cómplices cada que sus padres llegaban y ellos sólo querían gritarles su amor.

No podía imaginar una vida sin su dulce pecoso.

--Hola amor -saludo un adormilado Izuku mientras bajaba del dormitorio para diriguirse a la cocina donde siempre encontraba a su rubio- Que rico huelen las tortillas.

--A ti todo te huele bien -dijo mientras apagaba el sartén para poder voltear y quedar cara a cara con su novio- Buenos días dormilón. Hoy sí que se te quedaron pegadas las sábanas, idiota -dijo con una bella sonrisa.

--Siii, es que Kacchan me dejó agotado ayer, me sorprende que puedas caminar bien. -bajo sus manos hasta tocar el trasero del rubio quien sólo meneo un poco las caderas mientras ponía los brazos sobre los hombros del pecoso.

--Umm. Es que me alimentas demasiado bien, además, no me digas que no te gusto ser ordeñado por mí. -dijo con una sonrisa coqueta- Estoy ansioso por repetir nuestro encuentro.

--Pequeño insaciable -dijo el pecoso con una pequeña sonrisa antes de besar esos labios rosados- Está noche entonces, espero que te pongas esa lencería sexy que compraste -dijo en un susurro antes de besarlo revelando otras intensiones que el rubio tuvo que parar.

--Dijiste en la noche, ahora tendrás que bajar tú solo la erección que hay en tus pantalones. Amor. -se alejó para comenzar a sacar los platos- Te espero, Zu. Solo no tardes o se enfriara el desayuno.

Sirvió las tortillas en los platos y los acomodó en la mesa junto a las tazas de café.

--Ains, ¿No me ayudarás, en serio?

--Nop, hasta la noche.

El pecoso suspiró rendido para subir a su habitación bajo la atenta mirada del rubio quien quería seguirlo, pero su cadera dolía aunque lo disimulo muy bien. Solo esperaba estar un poco mejor para la noche, que estaba seguro, lo dejaría en la cama todo el día.

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