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─ Disculpen, vine a escuchar su charla porque necesitaba encontrar respuestas a mi problema. ─dijo la mujer tomando las manos de Hao con fervor. Él se encargó de tranquilizarla, o al menos hacer que respire con calma para que hable con normalidad.

Ella era de mediana edad, tenía los ojos grandes y oscuros, y el cabello marrón y liso. A pesar de su contextura delgada, proyectaba un carácter fuerte y decidido, lo que le daba a su rostro una belleza peculiar.

─ Esperamos haberla ayudado con nuestra exposición. ─susurré dando una pequeña sonrisa. Necesitaba que cambiara su notoria preocupación, la incomodidad ya se sentía en el aire.

─ Aún no tengo las respuestas que busco. ─soltó mirándome; ella desbordaba desesperación, yo empezaba a tensarme.

─ Estábamos por irnos. ─esta vez habló Hao, tratando de hacer entender a la mujer.

─ ¡Lo que sucede en mi casa es insoportable! ─levantó la voz, obviamente exasperada; parecía ya no poder contenerlo más.─ No conozco a nadie más que pueda ayudarme. Necesito que me escuchen.

¿Cómo negarnos? Dejé mi maleta en el piso. Solo entonces ella soltó a Hao, respiro hondo y prosiguió con mayor confianza.

─ Soy Han Sunhwa. Hace poco me mudé con mi esposo Park Jungmin y mis dos hijos cerca de aquí. Aún no llevamos ni un mes de habitar esa casa.

Ella hablaba, tanto Hao como yo la escuchábamos atentos. Podía darme una idea sobre lo que tendríamos que afrontar, y también podía decir que casos así eran de los más difíciles; no solo de solucionar, sino también de analizar y entender.

─ Invertimos todos nuestros ahorros en comprar esa casa, pero está maldita, no tengo otra explicación para lo que pasa ahí. Mis hijos ven sombras en sus
habitaciones y se escuchan ruidos espantosos toda la noche. También, los objetos se caen sin que nadie los toque. ─su desesperación era palpable, Hao tuvo que intervenir antes de que colapsara por sus propios sentimientos.

─ Tranquilícese. ─soltó tomando sus manos nuevamente, dejando suaves caricias con una leve sonrisa.─ Lo primero que necesitamos hacer es inspeccionar la casa y sacar una hipótesis.

¿Cómo podíamos ser indiferentes al clamor de aquella mujer, que contenía en sus ojos húmedos el llanto de varias noches en vela? Luego de anotar su dirección, prometimos visitarla al día siguiente.

Y así sucedió, llegamos a la casa de la familia a la hora pactada: once de la mañana. Siempre procuramos que nuestras visitas sean antes del mediodía, mientras el sol aún domina la jornada con su incansable luz, como viene sucediendo desde el primer día de la creación.

Por cierto, ¿he mencionado que somos cristianos? Hao y yo creemos firmemente en Dios, en los ángeles y en los espíritus positivos. Y, por supuesto, también en su contraparte: Satanás, los demonios, los espíritus atrapados.

Hilarante, ¿verdad? Una pareja homosexual, amante de los sucesos paranormales y cristianos. Nada que no se haya visto antes.

La antigüedad del edificio quedaba patente en su tamaño; el pórtico y las columnas junto a la enorme puerta de entrada daba un aspecto de antaño. Hao se quedó observando durante un momento el picaporte de hierro forjado antes de tocar: tenía la forma de una mujer desnuda cubriéndose los ojos con las manos.

Sunhwa y Jungmin nos recibieron con sonrisas nerviosas, obviamente normal en estos casos. Detrás de ellos, unos pequeños ojos brillantes nos observaban con confusión y curiosidad. No tardé en reconocerlos como sus lindos hijos.

𝐌𝐈𝐑𝐑𝐎𝐑 ✧ 𝐡𝐚𝐨𝐛𝐢𝐧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora