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Mientras me preparaba para salir de la conferencia, acomodando mis cosas en mi maletín, sentí un agarre fuerte en mi brazo. Al voltear, vi a una mujer asustada y temblorosa aferrándose a mi camisa sin intenciones de soltarme, como si su vida dependiera de ello.

Hao, mi pareja, se acercó rápidamente para tratar de tranquilizarla. La mujer seguía temblando y yo pude sentir su miedo a través del agarre en mi brazo. Me sentí un poco intranquilo al no saber qué es lo que estaba sucediendo, pero Hao parecía haber entendido la situación.

Miré mi reloj en mi muñeca y suspiré con pesadez al notar la hora; eran las tres de la tarde cuando esto empezó.

Mi nombre es Sung Hanbin, soy parapsicólogo y especialista en demonología. En los cuatro años de convivencia que tengo con Hao, un médium respetado, hemos resuelto numerosos casos de incidentes paranormales.

Sabemos que hay cada vez más gente interesada en abrir sus ojos y oídos al conocimiento que está más allá de este mundo, más allá de lo normal. Cada mes, damos un par de conferencias en centros de investigación especializados para aquellos que se muestran interesados en todo este tema.

Como en cada conferencia, siempre nos topamos con dos públicos distintos: los que creen y los escépticos. En nuestras exposiciones, por lo general las preguntas no cesan. Muchos asistentes tienen alguna experiencia extraña que quieren compartir con los demás, y en especial, compartirlas con nosotros y buscar alguna explicación.

La última investigación en la que participamos fue un caso que en nuestros archivos estaba registrado con el nombre de "La granja"; una granja maldita ubicada en el extremo sur de este gran país.

El lugar había permanecido abandonado durante mucho tiempo, hasta que algunos migrantes de la costa vieron en su terreno sin dueño e instalaciones en buen estado un lugar adecuado para establecerse. Eran diez personas en total, dos parejas con sus padres y sus hijos.

Al poco tiempo, y haciendo uso de todos sus ahorros, compraron animales menores para crianza, nada peculiar, solo cerdos, gallinas y patos. Cerca a la granja, en la pequeña casa de madera donde vivían, a duras penas cabían todos, pero al menos estaban bien, o al menos eso querían creer.

Lo primero que les extrañó fue que nadie se detuviera m cerca del lugar; no estaban muy lejos del pueblo, pero ni un alma cruzaba por la carretera. Lo siguiente fue, que antes de cumplir el primer mes habitando ahí, todas las gallinas y patos murieron en extrañas circunstancias.

La anciana, madre de una de las mujeres, nos relató cómo una noche, sonidos de aleteos desesperados y gritos horrendos que no correspondían a ninguna especie animal de la zona, despertaron a todos. El alboroto provenía del interior de la granja que estaba asegurada con tablones.

Las mujeres encerraron a sus hijos en la habitación principal y salieron con sus esposos a investigar la causa. "Nadie podía abrir el portón. Mi yerno casi se rompe los brazos dándole golpes", contó la anciana.

Lo último que sintieron antes de que el estruendo terminara fue cómo los cuerpos de patos y gallinas se estrellaban con fuerza contra las paredes de madera, en todas direcciones, retumbando en el lugar.

Cuando, tras mucho esfuerzo al fin lograron abrir la puerta, el escenario era inimaginable y grotesco: todas las aves, sin excepción, yacían muertas y desplumadas sobre el suelo teñido en rojo. Los únicos que estaban sanos y salvos eran los cerdos.

─ Este debe ser el octavo caso en nuestros archivos que presenta aves muertas como antecedente. ─comentó Hao bebiendo un poco de su cálido café en nuestro estudio.

─ Y siempre asociado a presencias demoníacas. ─añadí suspirando mientras movía las hojas ante mis ojos.

─ Es como si el demonio anunciara su presencia con la muerte de pequeños seres vivos.

Para cuando regresamos a la granja a continuar con la investigación, la familia se había marchado sin más. Y con los restos de cenizas y leña que encontramos sobre el suelo, podríamos deducir que habían quemado los cuerpos de las gallinas y patos que obviamente perdieron la vida ante tal grotesco suceso.

Se llevaron a los cerdos, no dejaron ningún artículo suyo, pero lo que más me 'sorprendía' era el cartel colgado sobre el portón de madera que decía "Propiedad está maldita" con letras gigantes y rojas.

No nos quedó más que archivar el caso, aunque la experiencia nos permitió descubrir y comprobar una de las formas que usa el demonio para manifestar su poder.

La última conferencia que ofrecimos fue a menos de una hora del centro de la ciudad dónde vivíamos. Recibimos la invitación del Sr. Choi, el párroco local, un viejo amigo que se encontraba alarmado por las supersticiones en una antigua casa de su comunidad vendida hace poco. Los vecinos la llamaban "Casa Embrujada".

─ Todos los días, las señoras me narran incidentes paranormales y me esperan muy temprano en la puerta de la parroquia para pedirme que bendiga agua en recipientes de todo tamaño. ─nos dijo un poco confundido en el momento en que nos llamó para convocarnos.

No tardamos mucho en poner todo en marcha, este sería un buen caso en el cual podríamos investigar. Con prisa, Hao comenzó a escribir los datos necesarios para empezar lo más pronto posible.

─ "Padre, es para bendecir mi casa, para ahuyentar a los malos espíritus que rondan." ─comentó.─ Según ellas, los malos espíritus provienen de aquella antigua casa.

El Sr. Choi era un cura poco ortodoxo, abierto al diálogo con ciencias poco reconocidas como la parapsicología o poco ventiladas por la Iglesia como la demonología. Por eso, accedimos a su invitación.

Nos gusta compartir nuestro conocimiento y despejar dudas, o tan solo escuchar las experiencias de los demás y sacar posibles conclusiones. A menudo, todo lo que la gente necesita es alguien a quien poder contárselas sin sentirse tratados como locos o subnormales.

Nuestra última charla resultó muy satisfactoria. Estaba programada para durar una hora, pero la participación de los asistentes con preguntas y narraciones de vivencias personales nos exigió extenderla a casi el triple.

Al terminar, luego de recoger nuestro material de apoyo, proyector y algunos libros, nos despedimos del sacerdote, quien se encontraba más tranquilo porque quizá al día siguiente ya no tendría tantos pedidos de agua bendita.

Nos íbamos a dirigir al auto para volver a casa, había sido una mañana agotadora. Hao, como siempre, había tenido algunas visiones en la sala. Nada alarmante: solo espíritus benignos que a veces se dejan ver y que podían ignorarse sin problema.

Claro, un beso de mi parte directo a los labios de Hao haría que se calmara un poco luego de su visión; era como un tipo de tranquilizante efectivo que nos beneficiaba a ambos.

Cuando estábamos por cruzar el umbral de la puerta, sentí una fuerte presión en el brazo. Una mujer me había tomado de él y no me soltaba. Aún no lo sabíamos, pero era el inicio de uno de los casos más extraños a los que nos podríamos enfrentar.

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𝐌𝐈𝐑𝐑𝐎𝐑 ✧ 𝐡𝐚𝐨𝐛𝐢𝐧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora