Capitulo IV

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1878


Que lento pasaba e tiempo cuando aquellos a los que amabas se habían ido para siempre, para Levy, llevaba un eternidad arrodillado frente a la tumba de su madre leyendo aquella escritura en piedra, con las rosas blancas decorando el lugar.

Pero en realidad, solo habían pasado cinco días.

Cinco días desde que su madre se fue mientras le relataba una historia, cinco días que no pisaba el castillo, cinco días que su padre le pegó con el guante por haber llorado como si fuera un niño pequeño. Cinco días desde que su hermano lo había abrazado con tanta fuerza que sentía que podía quebrarse.

Cinco días que visitaba aquella tumba como si algo fuera a cambiar y se quedaba por horas mirando la lápida. Clavo sus manos en la tierra seca y dejo caer sus lágrimas, pidiendo perdón en silencio por no haberla podido salvar de aquella enfermedad tan cruel que la habían rebatado.

Se quedó mucho tiempo en esta posición hasta que decidió levantarse y regresar al lugar que llamaba casa. La cara de comadreja le gritó, pero por primera vez en su vida lo ignoro, no estaba de humor para escucharlo. Al ingresar a la casa , se sorprende al ver a su padre sentado en una silla manchado de carbón.

—¿Dónde estabas?—pregunto con su voz grave en un tono agotado mientras se levantan, Levy no le contesto—¿Te comieron la lengua los ratones, Levy? Te pregunté dónde estabas.

El chico siguió sin contestarle. Cansado de eso, su padre le pegó una bofetada provocando que su rostro se girara.

—¿Sabes todo lo que me rompí la espalda por ti y tu hermano?¿Por la desgraciada de tu madre? Hoy vinieron a verme de esa escuela estúpida a la que tu madre tanto quería que fueras ¡Me dijeron que hace días llevas escapándote! ¿Acaso sabes la suerte que tenías? Muchos niños de este barrio desearían tener tu oportunidad, tu hermano la aprovecho al máximo, el primero en su maldita clase o una porquería así. A mí siempre me pareció una estupidez , porque tu hermano le limpia los culos a los reyes aún así. No gastaré más dinero contigo , ya se acabó. Mañana trabajarás en las minas conmigo, ¿No quieres estudiar ? Pues adelante, se un fracasado, es lo mejor que puedes sacar de la familia.

Tras decir eso, su padre agarro la botella de alcohol y salió de la casa cerrando un portazo. Levy se fue a su cuarto.

Estuvo tanto tiempo acostado que el estómago empezó a rugirle, pero no le importo, no era la primera vez que iría con el estómago vacío a la cama y sentía que se lo merecía.

Escucho la puerta de la habitación abrirse, sabía de quién se trataba, su padre nunca ingresaría por su cuenta. Escucho las botas de su hermano moverse por la habitación, y el ruido de su cuerpo al caerse en la cama con un suspiro agotado.

—Lo que daría por un gin y buena música. Ey Levy. Ya tienes edad, ¿Que tal si vamos a tomarnos unas cervezas el sábado? Es mi día libre.

—¿No tienes amigos que recurres a tu hermano pequeño ?—pregunta desganado. Su hermano se mueve por la habitación hasta que lo siente cerca.

—Levy...

—¿Papá te dijo?

—Bueno...si, me lo cruce cuando lo echaron a patadas del bar de Bo, me soltó todo un sermón. Si no fueran nuestro padre le hubiera pegado una buena...en fin, con el soplo del viento queda inconsciente—dice, Brian se acercó a la cama de su hermano menor sentándose a su lado—¿Enserio renunciaras a tu sueño de la academia?

La Joya De La RealezaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora