Capitulo III

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1878


—¡Lilith! ¿Dónde estas?—pregunta Levy gritando el nombre de la joven princesa, se corre el flequillo de los ojos para ver mejor a su alrededor entre los grandes arbustos de rosas. Aun recordaba la primera vez que ingreso, había un escondite secreto que podias cruzar para entrar al campo de rosa, acomodado con un pequeño arroyo y grandes pasillos donde eran fáciles perderse, Lilith hizo que instalaran una hamaca junto a una mesa redonda donde podría tomar el té.

Tal como Levy había prometido, fue muchas tardes al jardín, salvo las tardes en las que estaban ocupados ya sea por actividades reales como las de Lilith o familiares como las de Levy. Pero ambos cumplían su promesa de verse en el campo de rosa, era su escondite, donde no eran la princesa y el plebeyo. Eran solo Lilith y Levy.

El chico gira en redondo volviendo a mencionar el nombre de la joven princesa, la camisa le quedaba demasiado ajustada en el cuerpo debido a que ya le andaba algo chica, los pantalones le hacían ver los tobillos y los zapatos que heredo de su hermano eran lo único que le quedaba mejor en todo lo que llevaba puesto. Lilith consideraba que se había vuelto mas guapo con los años, había crecido demasiado de altura, los bíceps se estaban desarrollando en sus brazos y la espalda se le había echo mas ancha.

Lilith lo espiaba desde los rosales mientras que este la seguía llamando, la camisa se le ajustaba demasiado en sus bíceps, y los pantalones marcaban lo ejercitada de sus piernas. Suelta una pequeña risita moviéndose entre los rosales.

—Lilith, me estoy cansando—dice poniendo las manos en su cadera, se voltea y suelta un grito cuando Lilith se abalanza sobre él a compañía de lo mas parecido de un grito de guerra derrumbándolo al suelo. Levy suelta un quejido cuando ambos caen, pero ella ríe tras acomodarse en su pecho.

—Volví a ganar—dice orgullosa, Levy la mira, él también consideraba que Lilith con los años había madurado. El rostro era anguloso, y sus ojos seguían siendo iguales de felinos que cuando eran niños y lo desafiaba. Los labios eran mas llenos de color rosa. Pero también le habían crecido los pechos hace un año y Levy intentaba no mirar su escote desde que sus empleadas le ajustaban demasiado los corset.

Por el bien de su sanidad mental, esta vez Lilith tenía un vestido que le cubría todo el cuerpo, vestido de campo como lo llamaba ella, algo mas sueltos, menos de princesa y mas aptos para las actividades al aire libre. Aunque Levy estaba seguro que la tela con la que hicieron ese vestido serviría para alimentar todo un pueblo de bajos recursos.

—Si, así es, volviste a ganar.

—¿Jugamos de nuevo? —pregunta , Levy estiro su mano corriéndole los cabellos de su rostro.

—Estoy cansado—Es lo que responde, la joven suelta un bufido provocando que su mechon de cabello se moviera—¿Tu no deberías estar practicando para el baile?

—¿De qué sirve otro tonto baile? —pregunta ella sentándose en el suelo, Levy se sienta a su lado sacudiéndose la tierra de sus brazos y acomodandose mejor la camisa—Veré a la misma gente de siempre, responderé cortésmente, seguramente saldrá algún tema de política y luego solo querré escaparme contigo al jardín a hacer algo divertido.

—Jugar a las escondidas donde siempre ganas no es mi termino de diversión.

—Bueno, es que tu eres malo para el juego—dice ella dándole un golpe amable en el brazo, ambos se sonríen y Lilith suspira—Mamá volvió a sacar el tema del matrimonio, ¿no es ridículo? Solo tengo quince años, y tengo mas preocupaciones que un esposo, por ejemplo prepararme para gobernar.

La Joya De La RealezaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora