Capítulo 02

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* Palacio de Manisa, en el Imperio Otomano — 03 de Diciembre de 1512 *

𝐌𝐀𝐇𝐈𝐃𝐄𝐕𝐑𝐀𝐍

Muhibbi era el Şehzade Solimán

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Muhibbi era el Şehzade Solimán.

Eso era lo único en lo que podía pensar mientras era arreglada para ir a los aposentos del şehzade. No pude concentrarme en otra cosa. Era una completa locura todo lo que me ocurría. Fuí estúpida al confiar en él como si nada.

Y solo pude pensar que necesitaba respuestas a todas las preguntas que se acumulaban en mi cabeza. Por esa misma razón, me hallaba caminando por el camino dorado que me llevaría a los aposentos del príncipe.

—Este es el camino dorado. El camino que hará de tu vida un infierno o un paraíso. Es el camino de la felicidad, el amor y el poder...

Llegamos frente a la puerta de los aposentos del şehzade. Ya era la hora.

La hora que estuve arreglándome estaba muriendo de nervios. Me metieron en el Hamman en contra de mi voluntad para limpiarme el cuerpo hasta no dejar ni un rastro de suciedad, hicieron rituales de belleza para hacerme lucir bonita, me maquillaron el rostro haciéndome ver mayor, me colocaron un vestido blanco con costuras doradas y se encargaron de hacerme ver cómo toda una "joya otomana" para ser elegida por el şehzade de otra forma.

—Escucha: no lo mires a los ojos, al entrar mantén tu vista en el suelo, besas su túnica y no puedes olvidar la reverencia...

Asentí, fingiendo que los escuchaba o que todo estaba en orden, pero solo quería llegar frente a quién sea que fuera el hombre que me había prometido la libertad y gritarle. Las puertas se me abrieron, así que entré, dejando atrás a Nigar y a Daye. Llegué al centro de todo el lugar, dado vueltas en búsqueda de aquel sucio traidor, hasta que lo ví recostado en la entrada de su habitación.

—Adara... —pronunció mi nombre, con una pequeña sonrisa en sus labios.

Al tenerlo frente a mí me di cuenta de que, efectivamente, eran lo mismo el Şehzade Solimán y Muhibbi.

—Me has engañado.

Él se limitó a dar un paso hacía mí, pero yo retrocedí.

—¿Quién diablos eres en realidad? —no pude contener mi lengua, la pregunta salió por si sola debido a mi enojo, el cuál no me dejaba razonar bien, controlando mi cuerpo.

Crucé los brazos, adoptando una postura defensiva, mostrando solo una pizca del enojo que sentía. Muhibbi me vio impresionado. Por supuesto, estaba ignorando que en menos de diez segundos había roto incontables reglas del harén, lo que me podría costar la cabeza. Estaba desesperada por saber la verdad.

—No fue mi intención confundirte —se disculpó, sonriendo cómo si fuera inocente.

El suspiró, sonoramente, ante mi enojo. Más alerta y presa de la desconfianza, retrocedí varios pasos, manteniendo distancia entre ambos, con mi mirada fija en él. El silencio inquietante se apoderaba de la habitación.

MAHIDEVRAN | Muhteşem Yüzyıl (Siglo Magnífico)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora