Capítulo 1

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Xiumin estaba acostumbrado a la violencia. Estaba acostumbrado a la carnicería. Estaba acostumbrado a la destrucción. Pero nada en la escala de lo que estaba delante de él.

Señalando a los periódicos que se extendían ante él, cubiertos de alguna sustancia pegajosa de olor fétido, Xiumin preguntó: —¿Qué infierno es esto?

Eunha levantó la mirada, impasible en su diminuto rostro.

Asintiendo hacia Luhan, dijo: —Él me obligó a hacerlo.

Xiumin miró boquiabierto a su compañero. Un cambiaformas pantera con el pelo oscuro y el cuerpo más increíble jamás creado y de amable disposición, Luhan era por lo general mucho más sano que eso.

Luhan rodó los ojos. —Sólo estamos tallando calabazas, así que cálmate. Además, eres un jodido asesino. Estoy seguro de que has visto cosas peores.

—No, creo que no. —Xiumin negó.

Dio un paso tentativo hacia delante y casi retrocedió cuando el fuerte olor golpeó su nariz. —¿Por qué huele tan mal?

Recogiendo un puñado de la mierda, Eunha lo llevó hasta su nariz y la olfateó. —No es tan malo. He olido a Donghae después de una sesión de entrenamiento. Huele mucho peor.

Al menos Luhan había pensado en recoger la salvaje melena castaña de Eunha en una coleta. Como muchas chicas de su edad, llevaba una camiseta de Big Time Rush con unos jeans. De hecho, la camiseta había sido un regalo en su séptimo cumpleaños. Pero Eunha no era como cualquier otra niña. Vendida como esclava cuando era pequeña, había sido entrenada para ser una despiadada asesina sin emociones. Además, también era un leopardo, y esa raza no era conocida por tener humanidad. Xiumin lo sabía bien, ya que él también era uno.

Pero aun así eso no había evitado que quisiera con locura a la niña desde la noche en la que la había rescatado. Desde entonces, Luhan y él la habían criado como propia. Por encima de todo, hacían todo lo que estaba a su alcance para asegurarse de que creciera como cualquier otra chica cambiaformas.

—¿Tiene esto algo que ver con Halloween? —preguntó Xiumin.

—Sí, ¿cómo no lo sabías? —preguntó Luhan.

—Lo siento, en mi infancia nunca tuve tiempo para las cosas divertidas.

Al igual que Eunha, Xiumin había sido vendido como esclavo. Por desgracia, solo había encontrado su libertad hacía unos años.

Luhan se acercó y le dio un beso.

—Lo siento, no quise decirlo así. Simplemente supuse que te habrías fijado en los porches. Tanto los seres humanos como los cambiaformas los han decorado siempre para Halloween.

Xiumin pensó en ello. Por lo general, había estado tan concentrado en mantenerse con vida que se olvidaba de las pequeñas cosas, como las decoraciones navideñas. —Creo que los vi, pero no les di importancia.

Luhan presionó su frente con la de Xiumin. —Bueno, a partir de ahora vas a empezar a dársela. No sólo tenemos que pensar en Eunha, sino que es hora de que aprendas a disfrutar de la vida un poco más.

Xiumin sonrió. —¿Quién dice que no disfruto ya de la vida?

Eunha y tú sois las dos mejores cosas que me han sucedido.

Girando su cabeza para así poder susurrarle a Xiumin directamente al oído, Luhan dijo: —¿Qué tal esto? Ayúdanos con las calabazas, y esta noche te daré un regalo muy sabroso.

«¿Regalo?» «¿Como del tipo Luhan?» A Xiumin siempre le había gustado eso. Tanto es así, que estaba dispuesto a embadurnarse con el lodo naranja. —Está bien, destriparé una calabaza para ti.

Serie de los CP 21 - La Ira Interior de XiuminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora