Capítulo 2

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Al día siguiente tenía que asistir al complejo deportivo para poder entrenar, pero había olvidado un enorme predicamento: sus compañeros de equipo.

Al principio había sido todo normal, saludó de forma cortes a sus mayores y se preparó con el resto en los vestidores, sin embargo comenzó a sentirse observado y eso lo molestaba ¿Otra vez está usando los calcetines al revés?

Pero una parte dentro suyo sabía que no era eso por lo que lo miraban, pretendía hacerse el desentendido pero con cada minuto que pasaba se hacía más evidente que no podían quitarle los ojos de encima.

Se le acercó Hoshiumi por la izquierda, con una enorme sonrisa que solo podía presagiar problemas.

—Así que Kageyama ¿Disfrutaste tu día libre? —preguntó con una risita socarrona, inclinándose e invadiendo su espacio personal.

Kageyama frunció el ceño ¿Qué clase de pregunta era esa? Por supuesto que había disfrutado su día libre... Perfumandose con Miya Atsumu, pero estaba bien, había descansado y pidieron pizza después.

—Lo disfrute bastante ¿Por qué la pregunta?

—Bueno, es porque parece ser que tienes adherido a ti un interesante aroma y... —fue interrumpido bruscamente por un golpe en su cabeza, cortesía del capitán del equipo.

—Hoshiumi, deja de molestar a Kageyama y ocupate de tus asuntos, date prisa porque el entrenador hoy está echando humo —le dijo, cruzando los brazos.

Hoshiumi frotaba con su mano el lugar donde había recibido el golpe y con un son de burla le sacó la lengua a su capitán.

—Solo por eso darás más vueltas a la cancha hoy, apresurate y termina de cambiarte —masculló.

Kageyama continuó con lo suyo ignorando a los demás, a pesar de que pretendía estar calmado sus mejillas estaban teñidas de rojo.

Lo que ignoraba era que aquellas feromonas gritaban "Mío" a todas luces, era evidente para los otros alfas en el equipo, obligados a mantener la distancia de Kageyama ante el hedor posesivo que lo impregnaba completamente, como una manta protectora. Quien quiera que fuera el alfa, se había tomado muy enserio su trabajo en marcar a Tobio porque el aroma se había adherido profundamente a su piel.

El entrenamiento ocurrió sin incidentes, pero si sus compañeros se negaban a tocarlo y evitaban gravitar en su espacio personal nadie comentó al respecto.

Fue intenso como siempre, sentía los músculos adoloridos y lo único que quería era llegar a su departamento para poder tener un merecido descanso y sueño reparador.

Pero nuevamente podía sentirse observado por alguien, por la periferia de sus ojos se dio cuenta de que Ushijima lo miraba y parecía estar esperándolo en la entrada de los vestidores. El alfa parecía estar a un segundo de estallar, cosa rara en él que siempre intentaba mantenerse lo más sereno posible, su rostro prácticamente sin emociones.

Se despidió e inclinó suavemente ante sus mayores y cuando se acercó a la salida el fuerte agarre de Ushijima lo detuvo.

—¿Podemos hablar un momento Kageyama? —preguntó sin soltar su muñeca.

Un escalofrío lo recorrió de pies a cabeza.

—Claro que si Ushijima-san —contestó—Pero creo que deberías soltarme primero.

Eso pareció tomar por sorpresa al alfa porque rápidamente lo liberó.

—Mis disculpas Kageyama, no pretendía apretarte tan fuerte. Vamos a un lugar más privado para que podamos conversar tranquilamente.

Dale a un hombre un poco de misericordia »AtsuKageDonde viven las historias. Descúbrelo ahora