Capítulo 4

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Había pasado casi un mes completo desde su arreglo con Atsumu-san, trataban de perfurmarse con tanta frecuencia como fuera posible, de preferencia casi a diario.

Hoy, sin embargo, desistió del marcaje porque tenía un compromiso al que asistir.

—¡Ayooo! ¡Kageyama por aquí! —gritó alegremente Hinata moviendo enérgicamente su mano para que pudiera ubicarlo en el mar de gente en el restaurante familiar, como si su cabello naranja no fuese señal suficiente.

Se acercó a grandes zancadas, preocupado de que el griterío de Hinata hiciese que la gente los notara, pero la mayoría del resto de los comensales estaban ocupados en sus propios asuntos y no parecía importarles el chico bajo que agitaba los brazos como las familias de los viajeros en el aeropuerto.

—Comemierdas, deja de chillar, ya estoy aquí —masculló avergonzado, sentándose en la silla y tratando inútilmente de hundirse en ella y desaparecer para siempre.

—¿Esa es tu manera de recibirme después de no haberme visto por tanto tiempo, Kageyama? —se quejó como un crío, haciendo pucheros y sentándose en su silla.

—Me parece sorprendente que Oikawa te haya permitido venir aquí —dijo, evadiendo la pregunta apoyando sus brazos en la mesa y lanzándole a su amigo una de sus sonrisas tétricas.

—¡Puff! Mi pareja me deja hacer lo que yo quiera ¡humph!

Se río por lo bajo, permitiéndose un momento para ver los cambios en Hinata, estaba mucho más moreno desde la última vez que hablaron por videollamada, su cabello estaba un poco más largo y parecía más musculoso, la marca de mordida se mostraba orgullosa en su cuello, su estatura no había variado y a juzgar por sus expresiones seguía siendo el mismo de siempre.

—¿Te perforaste las orejas? —preguntó.

—¿Te diste cuenta? Oikawa dice que me veo "genial y caliente" —se río fuertemente al ver la cara de completo disgusto de Kageyama.—Oh vamos, no actúes de mojigato conmigo.

—No necesitaba ni quería oír esa información, idiota —se quejó.

—No entiendo porque eres así, tan estirado, si ya me han contado todas tu escapadas con Ushijima, debes contarme que tan grande es su... —fue interrumpido por la joven camarera, cuyo rostro estaba rojo como la remolacha.

—¿Ya decidieron que van a ordenar? —preguntó luciendo lo más profesional posible, Kageyama se compadeció de ella.

Se aclaró la garganta y trató se sonreír.—Si, queremos dos tazones de curry y jugo de mango si es que tiene —dijo.

La chica anotó rápidamente en la pequeña libreta—¿Algo más? —ambos negaron con la cabeza y ella se fue a tomar otros pedidos en otras mesas.

—¿Te volviste adicto al jugo de mango eh? —no iba a mentir, desde que probó la fruta cuando Hinata lo invitó a Brasil, fue una de las mejores experiencias de su vida, aunque viajar tanto tiempo en el avión lo había desesperado un poco.

—Es delicioso, aunque me temo que no puedo consumirlo tan seguido como me gustaría, la fruta acá es bastante cara.

—Es otra de las cosas que todavía no me acostumbro de estar de vuelta aquí en Japón, allá la fruta es tan barata y puedes comprar tantos como quieras, me encantaría que pudieras probarlos todos... Pero no te hagas el tonto evadiendo mi pregunta.

Oh no, pensó Kageyama.

—Hoshiumi me dijo que tú y Ushijima se han escabullido un par de veces en el complejo y que haz llegado a los entrenamientos empapado con un fuerte hedor a alfa, ahora quiero saber ¿Quién es ese alfa?

Dale a un hombre un poco de misericordia »AtsuKageDonde viven las historias. Descúbrelo ahora