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Envié el mensaje y solté el teléfono hacia cualquier otro lado. Comencé a llorar, no podía creer lo que estaba pasando, era una traición de alguien que pensé que era mi amigo, y de alguien por la que estaba comenzando a desarrollar sentimientos, algo más que un amigo.

Lloré unos minutos más y me levanté para ir hacía el baño. Lave y desinfecté mis heridas, y las vendé.

Me miré unos segundos al espejo, analizando mis facciones faciales, admirando mi rostro. Suspiré y remojé
mi cara con un poco de agua.

Volví a mi cuarto y me acosté mirando al techo. Pensando todo lo que había estado ocurriendo estos días, ¿Por qué me hizo esto? Pensé que nos llevábamos bien y que el era buena persona... tal vez debería dejar de confiar en la gente tan fácilmente. No quiero que me vuelvan a clavar sus garras por la espalda.

Sé que soy una persona débil, indefensa, y que solo quiere ser amada. Sentir que la valoran, y como se siente que se preocupen por ella. Jamás se me había cruzado por las cabeza, pero la tristeza se estaba yendo y estaba viniendo la furia y rencor a mis pensamientos. Un sentimiento llamado vindicta, mejor conocido como venganza... una satisfacción que se toma del agravio o daños recibidos. Yo quiero sentir esa satisfacción, quiero entender porque la gente recurre tanto a ella. Yo quiero... vengarme.

(...)

Mi alarma suele sonar normalmente a las seis de la mañana, a excepción de hoy, y de todas las mañanas de ahora en adelante. Me desperté a las cuatro y media de la madrugada. Me levanté y me dirigí al baño. Me dí una ducha energizante y utilice muchos productos; como exfoliantes, mascarillas para el cabello o rostro, etcétera.

Me pusé mi uniforme escolar y me sente en frente de mi tocador. Analicé los productos de maquillaje y belleza en frente mío, escogiendo cuál de todos ellos utilizar. Me arqueé las pestañas y me puse máscara. Un delineado no tan largo pero con una bonita punta perfecta. Un poco de labial de mi color natural de labios y gloss. Me miré en el espejo y estaba... perfecta.

Esta vez no iba a llegar tarde como siempre, así que salí de mi casa veinte minutos antes, y llegué cinco minutos antes de las siete.

Caminé por los pasillos, sintiendo una leve brisa empujar mi cabello hacia atras hasta llegar al frente de mi salón. Suspiré y abrí la puerta para entrar. Ignoré totalmente a Tom y me senté lo más lejos posible de él.

Pasaron unos minutos y comenzó la clase. Una hora después una leve sonrisa ladina se formó en mis labios al ver el reloj. Era la hora de aplicar el plan...

—Profesor, ¿Puedo ir al baño?– Pregunté con la mano alzada.

—De acuerdo, solo no tarde demasiado.

Me levanto y salgo del salón con una sonrisa en mis labios, y me dirijo hacia los pasillos por donde nadie cruzaba, y allí estaba... el famosisimo y temido Bill Kaulitz. El era reconocido por ser un matón. No por tener a las chicas por detrás, como su hermano. Sino por hacer bullyng a personas malas. Así que no me tendría que preocupar que el me haga algo malo, ¿no?

Caminé por aquel pasillo intentando fingir que estaba perdida. Noto la mirada de Bill sobre mi, un poco de nervios recorrieron mi cuerpo pero nada de otro mundo.

Veo que el se acerca a mi, y me toca el hombro. —¿Estás perdida, niña?–

—Si... soy nueva aquí y no sé en donde quedan los baños.– murmuro intentando sonar indefensa e inocente. Obviamente sabía perfectamente la ubicación de cada lugar de esta escuela.

— Mmm, de acuerdo. Sigueme.– asiento y sigo a Bill. Nos adentramos a unos pasillos sin alumnos por ahí rondando, algo que me tranquilizaba a decir verdad. Me lleva a una esquina alejada y me señala un cartel con la palabra "damas" escrita.— Es allí. Hay otros baños, pero este es el más cercano de donde estábamos.

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⏰ Última actualización: Dec 17, 2023 ⏰

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𝐃𝐨 𝐲𝐨𝐮 𝐥𝐨𝐯𝐞 𝐦𝐞...?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora