Capítulo 1:
A través de una densa capa de nubes podía empezar a apreciarse el aeropuerto de Heathrow. Era evidente que el aterrizaje iba a ser inminente debido a las caras de nervios de muchos de los pasajeros, ya que debido al clima no era poco habitual que se produjeran turbulencias a esas alturas del vuelo.
En uno de los asientos de ventanilla, ajena a los respingos del resto de personas a su alrededor, una joven apreciaba el cielo gris. No había escuchado al piloto avisar de que el aterrizaje iba a ser en breves debido a que estaba absorta en su música, pero había visto encenderse la lucecita que indicaba a los pasajeros que era momento de ponerse los cinturones.
Tras unos minutos de vuelo bajo, el avión tocó tierra sin ningún contratiempo, para alivio de pasajeros y tripulación. La chica se levantó con tranquilidad, sacó su pequeña mochila del equipaje de mano donde guardaba lo imprescindible y activó de nuevo los datos móviles para poder ponerse en contacto con la que iba a ser su casera en su nuevo hogar.
Mientras esperaba junto a la cinta de equipaje a la espera de su maleta, recibe una llamada.
*¡Alice! Veo que ya has aterrizado, ¿ha sido un vuelo agradable?* se escuchaba al otro lado del teléfono.
- Buenos días, Señora Hudson. Sí, todo ha ido fenomenal, gracias – afirma la joven sonriendo, porque pese a que la señora Hudson no podía verle la cara, era habitual en la joven ser empática con todo el mundo. – Justo ahora acabo de recoger mi maleta de la cinta de equipaje, así que no tardaré mucho en llegar al apartamento.
*Estupendo, querida. Yo esperaré aquí para ayudar a instalarte. ¿Recuerdas la dirección, verdad?*
Alice rebusca entre los bolsillos de su abrigo hasta dar con un pequeño post-it.
- Sí, aquí la tengo. 221 de Baker Street, ¿verdad?------------------------------------------------------------
Alice mira maravillada por la ventana de su taxi todo lo que Londres tiene preparado para ella. Era su primera vez en la capital británica y su primer trabajo fuera de su país, así que una mezcla de emoción y nervios se arremolinaba en el interior de su estómago.
Era consciente de que el tiempo en Londres era muy diferente al que había estado acostumbrada toda su vida en España, pero no era razón suficiente para dejar escapar esta oportunidad de trabajo.
Finalmente, el taxi se detuvo frente a la dirección que le indicó al conductor, y mientras le pagaba se fijó en una pequeña anciana en la puerta de casa sacudiendo la mano con gran ímpetu.
“Esa debe ser la señora Hudson” – dijo para sus adentros mientras sonreía y salía del taxi.
El conductor le ayudó a sacar su maleta del taxi y se despidió de la chica con una sonrisa.
- ¿Señora Hudson? – preguntó la chica mientras cruzaba la acera que la separaba de aquella menuda mujer.
- ¡Oh, Alice! Bienvenida a Londres, querida – dijo la anciana mientras le daba la mano en señal de bienvenida. -- ¿Te han dado de comer en el vuelo? No puedo permitir que mi nueva inquilina se lleve una mala impresión de la hospitalidad inglesa.
La energía que desprendía esta mujer era envidiable. Le indicó con un leve movimiento de cabeza que entrara al interior de la casa. Antes de enseñarle su apartamento, la señora Hudson le invitó a tomar el té en su casa.
La casa de la señora Hudson estaba situada en la planta baja del edificio de apartamentos. Desde que su marido murió, la señora Hudson decidió alquilar el apartamento de arriba para obtener unos ingresos extra. Según Alice pudo comprobar en el anuncio de Internet, se trataba de un piso amplio y luminoso, y aunque la pega era que debía compartirlo con dos compañeros, era lo más asequible que podía haber encontrado en Londres y tan cerca de su nuevo trabajo. Además, para alegría suya, su casera era un auténtico encanto.
- Bien, querida, sígueme hasta tu nuevo hogar – indicó la anciana a la joven.
Ambas subieron un piso de escaleras y cruzaron el umbral de la puerta situada en el primer rellano. Al entrar, Alice se quedó maravillada con la cantidad de luz que iluminaba el salón del apartamento. La señora Hudson le explicó que sus compañeros no se encontraban en casa ahora mismo, y que tanto las habitaciones de ambos como el baño de la casa y la cocina se encontraban en esa primera planta. Salieron de nuevo al rellano y continuaron subiendo un piso más de escaleras.
- Bien, aquí es – dijo la anciana. – Igual al principio puede ser un poco tedioso tener la habitación separada del resto de la casa, pero pensé que así te sentirías más cómoda ya que tienes que vivir con dos hombres – afirmó con una sonrisa mientras se acercaba a abrir las cortinas del enorme ventanal del fondo de la habitación.
La habitación era sencilla, pero tenía todo lo que Alice necesitaba. Al entrar a la estancia, lo primero que llamaba la atención era el enorme ventanal que daba al patio trasero de la señora Hudson. Los muebles mostraban un evidente aire antiguo inglés, de madera oscura e intrincados grabados en las puertas del armario y el cabecero de la cama. Todo combinaba con el papel pintado de las paredes de un color verde oliva suave que hacía la estancia más que agradable.
- Como ves te he puesto un pequeño escritorio en este rincón. Seguramente no te guste trabajar en la habitación, pero pensé que te sería útil – dijo la señora mientras señalaba el mueble.
Alice se encontraba maravillada con su nuevo hogar. Aunque había visto las fotos en el anuncio, verlo en vivo era muchísimo mejor. La señora Hudson se despidió de la joven y volvió a su apartamento, así que Alice comenzó a deshacer su equipaje y ordenar su ropa en el armario. Tras un par de horas absorta en su música y ropa, escuchó que alguien llamaba a la puerta de su habitación.
- Querida, siento molestarte, pero acaban de llegar tus compañeros de piso y pensé que querrías conocerlos – dijo la señora Hudson.
- Claro, me encantaría – afirmó Alice con una sonrisa mientras dejaba el montón de calcetines que llevaba en las manos sobre la cama.
- Antes de nada, debo advertirte que uno de ellos es un tanto... peculiar – dijo la anciana mientras ambas descendían las escaleras hacia el primer piso.
- ¿Peculiar? ¿A qué se refiere con peculiar? – dijo la joven sonriendo, pues pensaba que la señora Hudson le estaba intentando tomar el pelo.
- Oh, querida, ya sabrás a lo que me refiero – dijo mientras abría la puerta y entraban a la sala de estar del apartamento.
Dos hombres esperaban sentados en los sillones junto a la chimenea al fondo de la sala. Uno de ellos se levantó del asiento al ver a las dos mujeres entrar.
- Encantado de conocerte, Alice. Soy el doctor John Watson, pero puedes llamarme solo John – afirmó el hombre con una gran sonrisa mientras estrechaba la mano a la joven. Era un hombre de estatura normal, sólo superaba la altura de Alice por unos pocos centímetros. Tenía el pelo castaño claro y las canas empezaban a hacerse notar.
- Gracias, John. Es un placer conocerte – dijo la joven mientras le devolvía la sonrisa al doctor.
Alice giró su vista al otro hombre que no había hecho ni el ademán de levantarse del sillón. John comenzó a toser como señal de aviso a su otro compañero para que viniera a saludar a la chica. El otro hombre resopló y se levantó de su sillón para venir al centro del salón donde todos estaban reunidos.
Era un hombre alto, mucho más alto que John. Tenía un cabello negro como el carbón lleno de rizos, y sus ojos eran de un color azul muy difíciles de encontrar, incluso en Inglaterra. Se acercó con largos pasos y le estrechó la mano a la joven mientras dibujaba en su rostro una sonrisa evidentemente forzada por la situación.
- Sherlock Holmes – dijo con un tono de voz solemne.
- Mucho gusto, señor Holmes – dijo la joven intentando mantenerse firme, ocultando que era evidente que se sentía un poco intimidada por aquel hombre. – Me llamo Alice Turner.
El silencio reinó en la habitación durante unos segundos hasta que Watson rompió el hielo.
- Bueno, Alice. ¿Y a qué te dedicas? – dijo el doctor.
- Soy informática forense, ayudo a resolver delitos donde haya un factor tecnológico – afirma la joven, llena de confianza.
- Vaya, eso es súper interesante, ¿no crees, Sherlock? – dice el doctor intentando que el moreno forme parte de la conversación.
- ¿Y qué haces en Londres entonces? No hay ninguna brigada de ese tipo en Scotland Yard, mucho menos en otras organizaciones más pequeñas – afirma con frialdad Sherlock.
- Bueno, a eso he venido. Me trasladaron de mi puesto en España porque Scotland Yard abriría la brigada de delitos cibernéticos y necesitaban a alguien que la dirigiera – dice Alice sin perder la sonrisa.
- Vaya, Alice, menudo puesto. Seguro que estás emocionada – dice John con una sonrisa.
Sherlock en cambio seguía mirando de arriba abajo a la joven sin decir palabra. Se giró y volvió a su sillón junto a la chimenea. La señora Hudson se acercó al oído de la joven y le susurró:
- A esto me refería con particular. – Ambas echaron a reír y John puso cara de incredulidad al no saber qué se traían entre manos las dos mujeres.
- Bueno, chicos, yo me marcho ya. Por favor, sed buenos con ella, Dios sabe lo que me ha costado alquilar la última habitación y no quiero que huya el primer día – dijo la anciana mientras se alejaba por la puerta de vuelta a su apartamento.
John invitó a Alice a sentarse en la mesa de comedor que había en el centro de la sala y comenzaron a charlar para conocerse un poco mejor mientras tomaban un té. Ambos comentaron a qué se dedicaban: Alice le comentó a John cuál sería su nueva función en Scotland Yard, mientras que el doctor le comentó su trabajo como médico en el hospital de St Bart’s, así como su colaboración esporádica en el trabajo de su compañero.
- Así que detective – comentó la joven.
- Bueno, no exactamente... No trabaja como tal en Scotland Yard, simplemente acuden a él cuando se encuentran bloqueados en un caso. Te sorprendería las veces que lo necesitan – afirma el castaño.
Tras un rato, Sherlock se levantó de golpe de su sillón, cogió su abrigo y su bufanda de la percha junto a la puerta y salió de casa sin decir nada. Alice miró sorprendida a la puerta y luego a John, el cual no parecía para nada sorprendido.
- ¿Hemos dicho algo que haya podido ofenderlo? – dice Alice con tono preocupado.
- No, no te preocupes. Bienvenida a Baker Street, Alice. Y tranquila, ya te acostumbrarás a él – dijo el doctor mientras sorbía su taza de té.
- ¿Cuánto tiempo lleváis compartiendo apartamento? – dijo Alice.
- Unos dos años más o menos.
- ¿Y ya te has acostumbrado a él? – dijo la joven con tono de broma.
- Dios, no.------------------------------------------------------------
¡¡Hola a todos, todas y todes, me presento!!
Podéis conocerme por aquí como Wichwih, y estoy muy emocionada con este proyecto.
Soy una gran admiradora de Sherlock y de todos los fanfics que muchas compañeras han escrito en wattpad, así que decidí aportar mi granito de arena, pero esta vez con un toque personal.
Soy experta en ciberseguridad, y decidí darle un giro a la trama de la serie e incorporar nuevos casos inspirados en hechos reales relacionados con los delitos cibernéticos. Mi intención es usar los mínimos tecnicismos posibles a fin de que todo el mundo pueda disfrutar de la lectura, incluso aunque no entienda mucho de informática. Igualmente, si veis que me sobrepaso con demasiados detalles técnicos no dudéis en informarme, ¡¡quiero que todo el mundo disfrute!!
Este capítulo ha sido muy cortito porque quería centrarme en la presentación de los personajes principales. Es evidente que a 3 de ellos los conocéis bastante bien, pero quería presentaros a Alice. No he dado detalles físicos porque no quería que se fuera demasiada lectura en ello, así que os la presento en este añadido:
Alice Turner:
Color de ojos: castaños
Color de pelo: castaño claro, reflejos rubios al sol
Corte de pelo: corte flop, altura media de los hombros
Origen: caucásico
Altura: 1.60 m
Constitución: pequeña
El próximo episodio será mucho más largo, lo prometo jeje. Por el momento espero que os guste. ¡Mil gracias por llegar hasta aquí!
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Corazón y Razón - A SHERLOCK FANFIC
Ficción GeneralAlice Turner es una joven experta en ciberseguridad que se incorpora al nuevo equipo de delitos informáticos creado en Scotland Yard. Emocionada con su nuevo puesto y hogar, tendrá que compartir su día a día con sus compañeros de piso, nada más y na...