Felix y Samantha cumplían 1 año de ser novios, pero a pesar de ser una fecha tan especial para los dos, o al menos eso creía Samantha, no habían acordado de verse; Samantha ni siquiera había obtenido respuesta al mensaje que le envió a Félix celebrando su primer año juntos.
A pesar de la inmensa tristeza que sentía Samantha comenzó a alistarse, pues aparte de ser su aniversario con Félix, también era su fiesta de graduación de la universidad, sabía que en ese lugar también estaría Félix y eso la tranquilizaba un poco, al final del día se la pasarían juntos.
— En verdad no se que hice para que no me conteste los mensajes desde ayer, tal vez hice algo que le molesto y por eso no me contesta. — Dijo para su mamá que le estaba ayudando a colocarse su vestido, era un vestido negro pegado a su piel y que dejaba ver su pierna derecha.
— Hija, no es la primera vez qué pasa, yo se que no debo meterme en tu relación y mucho menos en este día, pero no puedes estarte lamentando siempre por la poca responsabilidad afectiva que Félix tiene, siempre pasa y cuando vuelve a hablarte pretende que nada paso. — Sabía que su mamá tenía mucha razón, no era la primera ni segunda vez que pasaba, pero simplemente lo ignoraba, lo amaba mucho y no quería dejar las cosas así como así, pero tampoco era tan valiente como para afrontarlo.
— Pero puedo arreglarlo, yo lo sé, debe ser un mal entendido, o solo estoy sobre pensando las cosas. — Su cabeza estaba dando vueltas y su estómago dolía, se negaba a creer que algo estaba mal entre ellos dos, creía que ella estaba ocasionando un problema donde no lo había, y que más tarde que se vieran todo estaría bien.
— Tu sabes lo qué haces Samantha, solo no te descuides a ti por alguien que ni explicaciones te da. — Su mamá terminó de ayudarla con su vestido y salió de la habitación dejándola completamente sola.
Mientras ella se terminaba de arreglar las horas pasaron, revisaba su celular repetidas veces, pero como era de esperarse, Félix no contestaba los mensajes, esto la inquietaba pero no la asombraba, sabía que habían días en los que era así y ya estaba acostumbrada a eso.
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Cuando la hora de irse a la fiesta llego, pidió un taxi y se dirigió a su destino, no iría con Félix como ella quería pues el había acordado ir con sus amigos a la fiesta, eso la ponía triste pero la animaba el hecho de saber que sus amigos también estarían en el evento y que no lo pasaría sola, sus amigos no eran muchos, pues redujo mucho su círculo de amistades cuando empezó a salir con Félix, ya que a él le molestaban algunos de ellos y prefirió dejar de hablarles para no tener problemas con él.
Al llegar busco con la mirada alguna cara conocida, pues había mucha gente y no se sentía cómoda estando sola; al poco tiempo conectó mirada con su mejor amiga, Rocio, que tenía lugar en la misma mesa que ella.
— Rocio! ¿Cómo estás? Te ves guapísima. — Se acercó a su amiga quien ya la esperaba con los brazos abiertos para un gran abrazo, desde que salieron de clases no se habían visto y se extrañaban demasiado la una a la otra.
— Samy! Estoy muy bien ¿y tú? Tu también te ves hermosa amiga. — Roció ya sabía sobre la situación de Félix y Samantha, no preguntó nada para no arruinarle la noche a Sam pero sabía que no la estaba pasando del todo bien.
— Todo bien, ¿ya sabes donde es la mesa? — Aunque quisiera aparentar que nada pasaba, por si cabeza pasaba de todo, intentaba buscar a Félix con la mirada pero no lo veía por ningún lado.
— Si, esta por acá, ven. — Tomó de la mano a su amiga y se dirigieron a su mesa.
El tiempo pasó y Samantha no estaba del todo animada, se paró a bailar con sus amigos pero a los pocos minutos se regresó a su mesa; no podía dejar de ver su celular para revisar si había algún mensaje de Félix, pero no había ninguno, la hora de cenar se estaba acercando y le extrañaba no verlo por el lugar aún.