III. Sin cuerpo no hay crímen.

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26 de octubre, 1962.

Para nadie en el pueblo era un secreto que Annie Crenshaw estaba enamorada de Jim Shephard desde que eran pequeños. Ella era una chica alta de cabello rubio voluminoso, labios rosados carnosos y unos ojos marrones que no combinaban con su aspecto. Muchos intentos tuvo que realizar para llamar la atención de Jim, y cuando finalmente lo hizo, fue solo para que este mismo le rogara con duras palabras que lo dejara tranquilo. Por supuesto que su intención nunca fue romper el corazón de Annie, más nada podía hacer cuando el suyo ya le pertenecía a Adelaine.

Por eso, cuando la chica dejó las manos sobre el mostrador para rozar las suyas fingiendo inocencia, él se apartó, tan rápido como si su toque quemara, y lo hacía, quizás. La seriedad en su rostro, y la fulminante mirada hicieron que ella retrocediera con vergüenza, tiñendo sus mejillas de un rojo fuerte.

—¿Qué necesitas? Tendrás que esperar a Adi para conseguir palomitas o un refresco —le comunicó con indiferencia, alejándose para dejarse caer sobre la silla a su lado.

Para la buena suerte de Jim, Adelaine se asomó por la puerta principal, haciendo acto de presencia, y rápidamente el ojiazul se levantó de la silla para sonreírle. Ella sabía que mucho de su grado no era el estar allí durante el día, solo entregando boletos y palomitas a quienes se daban la oportunidad de ir a ver una película. Sonriendo forzadamente para aparentar estar a gusto con quienes llegaban.

Adelaine se acercó para rodear el mostrador.

—Discúlpame la demora, tuve que apagar el proyector. ¿Qué quieres para llevar? —Cuestionó con amabilidad. Annie se enderezó y levantó el mentón, de alguna forma queriendo aparentar ser superior a ella, disgustando por completo a Jim. Su sangre ardía cada vez que comportamientos como esos eran presentados a su novia. A pesar de querer saltar por el mostrador y decirle unas cuantas cosas a la muchacha rubia, se contuvo. Adelaine podría manejar la situación a la perfección.

—Un refresco. Sin la cubierta, por favor —pidió entonces, luego de unos cuantos segundos de tensión creados únicamente por ella. Ya que, con cierta dificultad, la chica Morgan se mantenía firme en su posición, segura de sí misma, negándose a caer en los juegos de Annie.

Brindándole una sonrisa, Adelaine le entregó lo pedido y se despidió de quienes abandonaban el lugar para regresar a sus hogares. La tarde por fin había caído, el fin de semana concluía de buena manera.

Annie le dio una última mirada a Jim antes de recoger su dignidad y salir de allí como si nada hubiera ocurrido. Sólo entonces la pelinegra se giró para ver a su novio. No había necesidad de explicación, sin embargo, era evidente que algo había hecho la chica para que él estuviera con esa cara de disgusto mientras la veía alejarse por la calle. No era común que él se pusiera de esa forma con facilidad, era muy sociable y la amabilidad era una cualidad que no se la negaba a nadie. Sin embargo, ponía cierto límite cuando se trataba de su novia.

—¿Podrías ir a ver si queda alguien más? Quiero cerrar pronto para irme a casa.

Jim ignoró la petición de su novia y, en cambio, esbozó una sonrisa seductora. Adelaine supo manifestar aquella sonrisa y se sonrojó, sin tener el tiempo de ocultar su rostro para que Jim no se percatara. Era muy tarde para ello y Jim supo que estaba pensando en lo mismo que él, por lo que tomó las llaves del bolsillos de la muchacha y dejó un beso en su mejilla antes de ir a cerrar la puerta principal.

Sólo ellos estaban allí, no habría interrupciones ni posibles problemas que resolver, esa tarde la encargada de cerrar era Adelaine, y se suponía que ahora mismo Jim estuviera cenando con sus padres, recibiendo consejos de ambos para la cacería, preparándose para lo que vendría, pero en cambio, prefería acompañar a su novia.

Cuando el sonido de la cerradura se escuchó, él sonrió y regresó a un lado de Adelaine, tomándola de la parte trasera de sus muslos para levantarla y dejarla sobre el mostrador. Sin aviso alguno estampó sus labios contra los de ella. La receptividad que recibió lo llevó a las nubes.

—Será mejor que cumplas tu promesa, Jimmy —murmuró la chica alejándose del beso, sin embargo él se apresuró a acariciar su cuello con sus labios suaves, por inercia le dio más accesibilidad.

—Lo haré, amor. Nos casaremos, lo juro.

Eso fue suficiente para que la ropa comenzara a estorbar, ocasionando un cosquilleo en el vientre de la pelinegra, quien recibió las caricias de Jim con suaves jadeos y cariños de regreso. Ambos se entregaron al otro, sellando promesas y compartiendo el placer que únicamente sus cuerpos podrían proporcionarle al otro.

...

Con la incertidumbre en el pecho, Adelaine despertó exaltada de una nueva pesadilla. La luz de la luna iluminó su habitación cuando se levantó para abrir las cortinas. Observó las despobladas calles, todavía con la respiración agitada y el malestar en el pecho. Al llevar su mano a la zona, se encontró con el collar que había recibido en su cumpleaños, obsequio de Jim. De alguna forma consiguió evadir sus pensamientos y rápidamente vagó a los recuerdos de esa tarde. Sonrió ante ello.

Pasó ambas manos por su adormecido rostro para girarse sobre sus talones y emprender camino hacia la puerta de su habitación, hacer el mismo monótono recorrido hasta llegar a la cocina para beber un poco de agua y regresar a la cama. No obstante, se detuvo antes de siquiera poder pisar el escalón de la escalera. Husmear en conversaciones ajenas era lo que su padre siempre le recalcaba que estaba mal, no debía meterse en asuntos de adultos que no le convenían. Pero cuando el teléfono sonó, y no menos de un segundo después escuchó la voz de su padre, la curiosidad se apoderó de ella. Especialmente porque parecía que hubiese estado esperando ese llamado con desespero, tanto así que no le dio tiempo siquiera para sonar más de una vez.

Era curioso. Sospechoso.

—¿Si? —Respondió, neutro—. Estaré esperándote, apresúrate.

Luego colgó.

Sus alarmas se encendieron al oír los pasos de su padre acercarse a la escalera, por lo que rápidamente regresó a su habitación, cerró en silencio la puerta y se metió entre las sábanas. Segundos después la puerta fue abierta. Reuniendo todas las habilidades posibles, hizo que su respiración fuera suave, tranquila. Respiró con lentitud, aún teniendo el corazón latiendo a mil por hora.

—¿Adi? —Escuchó el llamado de su padre.

No contestó, mantuvo la plenitud de su respiración. Segundos después que se sintieron eternos, escuchó la puerta volver a cerrarse. Se giró a verificar sólo cuando escuchó los pasos de su padre en las lejanías.

Se levantó para dirigirse a la ventana, frunciendo el ceño al reconocer el coche del oficial Ricks frente a su casa. Le pareció todavía más extraño ver a su padre subirse al asiento de copiloto. Trató de agudizar su vista para ver que era lo que ocurría dentro del auto, pero más solo parecía que algo le había sido entregado al oficial antes de que pusieran el coche en marcha de nuevo.

Su mente comenzó a divagar. Podría tratarse de algún asunto sobre la alcaldía. ¿Pero a esas horas de la noche? No era extraño que compartieran tiempo, pero sí cuando eran las tantas de la madrugada, donde la mayoría dormía y el pueblo se apagaba para sumirse en sueños profundos. Por lo que salió rápidamente de su habitación y se dirigió a la cocina. Para su sorpresa, habían unas hojas sobre la mesa, algo muy parecido a una plana de periódico. Se aproximó y la tomó con cuidado, recordando la posición para dejarla así mismo una vez terminara de leer.

Sus cejas se alzaron, pues en las líneas se escribía la muerte del anterior ganador de la cacería, se detallaba que había muerto en un accidente automovilístico, no obstante, Adelaine encontró extraño que ningún velorio hubiese sido realizado, ningún entierro, nada. Y por la fecha que llevaba el papel, hacía más de ocho meses que se había reportado muerto. ¿Por qué los familiares no habían dicho nada?

Tragó saliva y las dudas llegaron para atormentarla. Pero solo una la angustió más que las otras.

¿Por qué, de todos los años que ocurría la cacería, el ganador no era visto de nuevo después de esa noche?

Podía ser solo coincidencia, ¿no?

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DEVIL TOWN    ⸙    dark harvest ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora