Capítulo dos: Trabajo no hecho

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Crowley estaba en la Tierra con una nueva tarea, una tarea desagradable y que definitivamente no quería. Siempre había logrado evadir sus deberes demoníacos, los humanos hacían todo por su cuenta y él no tenía que involucrarse.

Pero esta vez era distinto, tentar a un ángel no es algo que se pueda fingir, no podía simplemente pedirle a Aziraphale que pinte sus alas de negro y decir que había caído.

Estaba pensando en como deshacerse de este trabajo, pero sabía que no había una manera que no involucre su destrucción. Sentía a alguien observarlo, subordinados de Hastur lo estaba espiando, no tenía muchas opciones.

Era él o el ángel.

Y él no quería sufrir el dolor de la caída otra vez.

La extinción sería tan dolorosa como aquella vez, tenía que hacer esto.

Un milagro lo disfrazó de un humano normal, Beelzebub dijo que podía tomarse su tiempo, así que haría esto de la manera más lenta posible para repasar sus opciones. Mismas que no tenía.

Primero tenía que encontrarse con el ángel, un encuentro casual entre un ángel y un humano, sabía donde encontrarlo.

La librería en el Soho era un asentamiento celestial, necesitaría una invitación para entrar, tendrán que encontrarse fuera de ella.

Crowley decidió ir a espiar un poco a este ángel, esperando un buen momento para aparecer.

Aziraphale nunca salió de la librería.

-Pfft, parece que solo estoy perdiendo el tiempo. -dijo mientras se quitaba sus característicos lentes oscuros.

Con el milagro que hizo antes de ir, sus ojos se habían camuflado con un bonito tono ámbar y pupilas redondas, aunque según sus expresiones, se dilatában o contraían más de lo normal. Aún así, el demonio prefería seguir usando sus lentes, se había acostumbrado demasiado a ellos.

Había estado casi todo el día observando al ángel, mientras leía, mientras comía o bebía, no pudo evitar notar el placer que parecía experimentar al hacer estas cosas, como un verdadero humano.

Tal vez es lo que el ángel debió ser desde un principio.

Tal vez es lo que el demonio Crowley debió ser desde un principio.

Con una existencia efímera, pero que valiera la pena.

Cuando finalmente Aziraphale salió, ya estaba oscureciendo. ¿Qué hacía un ángel a esa hora caminando entre humanos?, simplemente quería saber si encontraría de nuevo al demonio que parecía seguirle los pasos desde el Edén.

No era mentira que muchas veces Crowley había sido cuidadoso para no ser visto, pero muchas otras, Aziraphale lo notaba cerca, y aunque al principio sospechó de él, se dio cuenta de que no debería ser llamado "demonio", pues sus acciones no iban de acuerdo con la definición que le dio el cielo sobre ese término.

Caminó cerca de una hora y no lo encontró, solo había un humano que parecía seguirlo. Sabía que algunos humanos encontraban víctimas para algunos crímenes a ciertas horas del día o de la noche, y aunque no había escuchado sobre eso en la zona, decidió enfrentarlo.

Avanzó decidido hasta quedar de cara con el hombre, Crowley no supo dónde esconderse.

-Hola, desde donde estaba, parecía que me has estado siguiendo - Aziraphale vio a Crowley fijamente, sintió un pinchazo en el pecho a media oración, pero lo ignoró y siguió hablando - ¿puedo ayudarte en algo?

-Oh, hola, sí, yo, ehm... resulta que, sé que tienes una librería y me preguntaba si... bueno, quiero conseguir un libro, pero resulta que no lo he encontrado en ninguna otra librería y tenía la esperanza de encontrarlo en la tuya, que es bastante grande y antigua, pero me dijo un conocido que siempre encuentras la manera de no vender tus libros, así que no sabía si podía acercarme a preguntar, lo siento por incomodar. - fue una buena excusa teniendo en cuenta que el cerebro de Crowley dejó de funcionar cuando vio a Aziraphale acercándose, porque pensó que había sido cauteloso.

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