La música resonaba desde el interior, creando una atmósfera que te hacía sentir a gusto. Me encontraba sentada en un sofá de cuero blanco en la terraza del gran penthouse; era de noche. Frente a mí, mi mejor amiga Karina, con su cabello rubio, lo echaba sobre su hombro de forma coqueta, mientras su nuevo novio la sostenía firmemente de la cintura.
El sonido de sus risas llenaba el aire mientras charlábamos. El viento suave acariciaba nuestros rostros, mezclándose con el tintineo de los vasos y el murmullo animado de la noche.
—Daniel dice que los tonos pastel me quedan bien —mencionó Karina, mirando a su acompañante.
—¿Entonces te convenció? —pregunté, entendiendo por fin por qué había estado usando esos tonos en su ropa.
—Por supuesto que lo hice —respondió el hombre a su lado con una sonrisa coqueta, dejando suaves caricias en las desnudas piernas de Karina.
—Al menos él sabe lo que te queda bien —dije, esbozando una sonrisa divertida.
La vibración del teléfono en mis muslos interrumpió mi atención en la conversación. Rápidamente, lo tomé entre mis manos y desbloqueé la pantalla para leer el mensaje. Era de la empresa, una notificación importante. Mi expresión se volvió serena mientras asimilaba la información.
—Oh, vamos, Victoria, estamos tratando de divertirnos. ¿Podrías soltar eso? —dijo Karina.
—Disculpa, tienes razón. —tiré el teléfono a un lado.
—Nos estamos divirtiendo, relájate —dijo ella, recostando su espalda contra el pecho de Daniel.
—Ven con lo que tengo que lidiar.
La voz reconocida de mi esposo, Taesung, se escuchó entrando al lugar sosteniendo unas copas llenas de champán. Le di una mirada rápida, queriendo poner los ojos en blanco, pero sabía que tenía razón. La mayor parte de mi tiempo la dedicaba al trabajo. Yo misma me sumergía en la autoexploración laboral. Lo extraño era que no me afectaba, al menos no como otras cosas.
—Aquí tienen —Taesung se acercó a ellos, entregándoles las bebidas y, por último, me dio la mía antes de sentarse a mi lado— En fin, Karina no nos ha contado nada sobre ti.
—¿A qué te dedicas? ¿Cómo se conocieron? —me acomodé en el sillón con la copa en la mano.
—Es interesante de hecho. Nos conocimos en una galería de arte —respondió Daniel con una sonrisa.
—¿Hablas en serio? —gire para mirar a Karina con una sonrisa burlona— ¿Fuiste a comprar obras de arte?
Karina tapó su boca, aguantándose la risa. Ambas sabíamos que ella nunca iría a un lugar como ese. La noche se prolongó en risas y charlas, sin descanso, hasta que finalmente llegó el esperado momento del brindis, el cual Karina siempre quería hacer en toda ocasión, pero me adelanté.
—Quiero hacer un brindis —dije, extendiendo mi copa y mirando a todos— Por todo lo que hemos construido.
—Por todo lo que hemos construido —repitió Karina con una sonrisa juguetona.
—Mejor dicho, por nosotros y por todo lo que hemos construido —añadió Taesung , mirándome fijamente.
—¿Qué tal si brindamos por todos y por todo lo que construimos? —intervino Karina, notando la pequeña tensión que se había generado.
—Touché. —Taesung asintió, y todos chocamos nuestras copas.
—¡Y por muchísimo dinero! —exclamó Karina, removiéndose con entusiasmo en el sofá.
—Por millones, eso me gusta —dijo Daniel, acercándose a la mejilla de Karina para plantar un beso. En ese mismo instante, ella derramó el contenido de su copa en el vestido—. Cielos, cariño.
Ayudándola a levantarse, ambos desaparecieron en el interior del penthouse.
La noche continuó y, antes de que Karina se fuera, tuve una última plática con ella. Esa misma tarde, habíamos recibido una notificación en la empresa donde ambas trabajamos. Una de nuestras compañeras estaba a punto de casarse y, como era de esperar, fuimos invitadas a su fiesta de solteras en Las Vegas.
Miré mi maleta sobre la cama y pensé con dureza. Mi mente se llenó de emociones contradictorias mientras trataba de concentrarme en empacar mis pertenencias. Sentía un agobio constante, y una de las principales razones era la relación que había comenzado a deteriorarse entre Taesung y yo. Lo que alguna vez fue una conexión profunda y llena de amor, ahora parecía convertirse en un laberinto. Habíamos perdido la comunicación, el entendimiento mutuo se desvanecía lentamente.
Me preguntaba si este viaje sería una oportunidad para escapar de mis problemas, aunque fuera por unos días, o si simplemente añadiría más peso a mis ya abrumados pensamientos.
Suspiré profundamente viendo la maleta vacía, intentando ordenar mis pensamientos. De repente, la puerta del baño se abrió y Taesung salió, apagando la luz antes de cruzar el umbral. Llevaba una toalla alrededor de su cintura, y gotas de agua aún resbalaban por su piel.
Se detuvo un momento, notando mi expresión perdida y la maleta aún por empacar.
—Pensé que te habíamos ido a dormir —camino hasta uno de los cajones del armario y lo abrió con un deslizó.
—No, aún no.
—¿Qué hora es?
—Las una de la mañana —respondí observándolo con detenimiento.
—Ya es tarde, tengo que dormir. Mañana a primera hora debo mostrar una casa cerca del condado —se puso su ropa interior y caminó hasta su lado de la cama con la ropa que se pondría en la mano.
—Por cierto, hace un par de noches llegaste después de medianoche.
Esperaba a que me mirara y levantara su rostro, pero no lo hizo. Ni si quiera levantó su vista. Me crucé de brazos de pie algo dudosa, y esperé por alguna respuesta.
—Sí. —respondió después de unos segundos con despreocupación— Los compradores se demoraron en cerrar el trato y luego quisieron ir a celebrar.
Me mantuve de pie en mi lugar y apreté mis labios labios mirándolo aún con cierta duda en mi. El se giró quitando la camisa del gancho y lo dejó caer sobre la alfombra tapizada de nuestro dormitorio.
—¿Sabes cuántas noches me quede en casa mientras te divertías con tus clientes, para construir tu carrera?
—Sí, lo sé. Me lo recuerdas todo el tiempo, pero esa carrera nos dio esta vida que disfrutamos.. —fruncí mi ceño.
—¿Cuántas veces lo discutiremos, Victoria? —levantó por fin su rostro viéndome con su pijama de ceda desabotonada— Quería mi propia carrera, no la tuya, y ahora que por fin la tengo quieres que la deje.
—Nunca te pedí eso. Solo quiero saber dónde estabas.
—¿Podemos discutir después? —abrió las cobijas de la cama de su lado.
—Solo quiero pasar tiempo con mi esposo. Sabes, no tengo que ir a Las Vegas. Cancelaré el vuelo, me quedaré aquí.
Taesung se metió adentro de las cobijas con mi maleta a al otro lado opuesto de el, y antes de apagar la lámpara a su lado lo oí.
—Ve a Las Vegas con tus amigas. No me importa.
La claridad que había en el dormitorio bajo cuando sus dedos apagaron la lámpara. Entre abrí mis labios para decir algo más pero fue inútil.

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despedida de soltera | 랑 Jungkook
Fanfic塔 ' Una noche de pasión en Las Vegas se convierte en una pesadilla para una mujer casada.