Me encontré sola, con mi mochila a punto de embarcar.
Ya estaba todo, sólo tenía que dar ese paso.
En cuanto me subí al avión, me puse cómoda y sin pensarlo, de repente, me quedé dormida. Yo creo que no era consciente del cansancio que tenía, pero por un lado fue la mejor decisión, ya que así iba a tener más energías para disfrutar el día que me esperaba.
Eran unas cuantas horas, pero por suerte dormí las necesarias como para que el viaje no se me haga tan tedioso, era un vuelo de aproximadamente 15 hs más los transportes que tenía que tomar para llegar al lugar.
Y por si se están preguntando dónde queda el lugar al que estoy yendo, les cuento que estoy en camino a Portofino, ubicando en Génova, Italia.
Italia es un lugar muy especial para mi, ya que mi bisabuela llegó de allá y parte de mi familia vivió allí.
Italia es una parte de mi historia, y creo que para conectar conmigo y encontrarme, tengo que empezar por el principio de este cuento no?*En el Ferri*
Luego de un extenso viaje, me encuentro por fin llegando a Portofino.
Es increíble lo que mis ojos ven.
Mil casitas de colores apiladas, unas al lado de las otras, formando un paisaje de puro color y alegría.
El agua tan clara y turquesa brillando con los rayos del hermoso sol que se posaba en mi reflejo.
Era un lugar de cuento de hadas.
Todo una aventura.
Y yo, estaba a punto de vivirla.En cuanto llegamos a puerto, bajé mis cosas y tomé un móvil hacia la casa que había alquilado, ya que la agradable chica que me ayudó a planificar este viaje me había recomendado una casita hermosa que se encontraba en medio de lo natural y frente al gran mar mediterráneo.
Llegué a la casa y me recibió una dulce señora para entregarme las llaves y explicarme un poco el funcionamiento de la casa.
Muy amorosa la verdad, me trato muy bien y dejo en la mesa unos dulces de bienvenida y un mapa para poder localizarme.Ya, por fin estaba allí.
Arrojé mi mochila en un sofá que estaba frente a un gran balcón con vista al mar, dejé mi valija al costado y abrí las ventanas.
Un gran paisaje de ensueños se presentaba frente a mis ojos.Tan pronto como mis ojos llegaron a captar esa majestuosa imagen, sentí como una sensación de paz y serenidad infló mi pecho y respiré hondo ese ambiente natural.
Contemplé unos minutos más el paisaje y después me puse a arreglar mis cosas.
El día recién había comenzado, y aún me quedaban cosas por hacer.
Entré a mi habitación y me dispuse a acomodar mi ropa y el resto de mis pertenencias.
Era una hermosa recámara con una gran ventana.
Muy espaciosa y con una gran cama, pero a la vez muy acogedora.