🪻 Capítulo 1 🪻

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En las jóvenes tierras de Ooo, Simón Petrikov se terminaba de mudar, su siguiente paso será encontrar un trabajo estable para poder pagar sus comodidades. Era algo sencillo, los avances tecnológicos de la raza humana lo ayudaba, sin embargo, el amargo sabor de saber que Betty no volverá era algo que no ayudaba a su mente. Fionna y Cake ya no lo necesitaban, así que ahora intenta dar un rumbo a su vida, era complicado, pues aún sigue siendo el mismo hombre anticuado

- Antes de Betty, ¿qué me hacía feliz? -susurró mirando la caja, recordando su juventud. Había conocido a Betty siendo joven, así que antes de eso... lo llenaba su hambre de conocimiento, el explorar el mundo anterior en el que estaba. Pero después de la guerra de champiñones, no había mucho que hacer

Termino de organizar sus cajas, el día siguiente sacaría todo lo que hay allí y decoraria su nuevo hogar.

Y eso hizo, terminó más temprano que tarde, no tenía muchas cosas, así que podía darse el lujo de sentarse a leer, buscando entre sus libros, nota que le hacía falta unos libros... Rápidamente busco en el resto de cajas si llegaban a estar allí, pero no los encontraba. Busco en su memoria, pero nada. Resoplo, sabía que tenía que ir allí otra vez. De todas formas, sabía que iría allí más temprano que tarde, así que se puso manos a la obra

Salió de su casa y se dirigió a la cueva donde siempre sacaba sus libros, era algo lejos, así que se tomaría su tiempo. El paisaje igual de desolador que siempre, el mismo sol caluroso, ya era una costumbre aquel clima, recordaba como antes el camino le era imposible, ahora era una simple caminata. Mientras caminaba miraba el cielo, Betty lo había dejado con tantas dudas, que no sabía por dónde empezar. Sólo sabía que su amada ya no volvería, ahora era una entidad del caos, un ser primordial.

Reaccionó al ya casi llegar a la cueva, era igual que siempre, una zona inhóspita y casi moribunda, donde los animales llegaban allí para morir, pero, para su desgracia, también el sitio con la más gran biblioteca. Allí se encontraban un montón de almas divagando, escribiendo sus conocimientos antes de partir al otro mundo, o reencarnar en su defecto.

Era igual de monótono que siempre, o eso pensaba, escuchar un libro caer le dio un escalofrío, su cuerpo se erizo y se puso alerta. Pero las almas no, era extraño, pues siempre se alborotan con un ruido fuerte, tal como esa. Se acercó con sigilo, hasta que vio una figura, una femenina, una chica esbelta, con su cabello pelirrojo largo. Ella parecía no notar su presencia, hasta que el mayor hizo un ruido.

- ¿Eh? -la chica se giró, sus ojos era verdes, un color esmeralda, con sus ojos rasgados con un aire asiático

Simón no pude evitar notar su parecido con Betty, eran parecidas y totalmente diferentes a la vez. Su corazón empezó a latir con fuerza, apretando su espalda contra una estantería, su rostro se ponía rojo. La biblioteca fue donde Betty le confesó su amor, por medio de una carta, sí, pero eso no quita que fue ahí donde toda su locura realmente empezó.

- Tal vez sea mi imaginación... -se dijo a sí mismo, debería dejar de pensar tanto en ella, esta mal ver a su amor en una completa desconocida.

Giro su cabeza, a pesar de todos sus pensamientos, sus sentimientos le gritaban que la siga viendo, parecía un maldito acosador, ¡pero parecía la reencarnación de Betty! Incluso diría que es más bella.

Tal vez debería hablarle.

Abrió los ojos, notando que en ese lugar ya no había nada, ¿acaso era una ilusión? Suspiro decepcionado, girando su cabeza al otro lado, notando la mirada intensa de la chica de antes. Ahogo su grito, no quería que los espíritus de allí le fueran a perseguir.

— Oh... —susurró ella, mirando la cara de Simón, tocando su rostro como si fuese plastilina. El anticuario se ruboriza, su corazón se acelera al tener un primer plano de la cara de aquella desconocida.

¡Sí que era bonita!

— ¡Eh! ¡Sueltame! —tomó ambas manos de la chica, en pánico por el contacto tan repentino. Soltó las manos de la mujer al notar que las suyas empezarían a sudar por los nervios, limpiandolas

¡¿Eres idiota!? ¡Saluda, Simón!

Antes de poder intentar algo, los espíritus de lugar se alarmaron, empezando a tomar formas más monstruosas. Simón tomó sus cosas, pero se veía acorralado. La chica tomó su mano y lo arrastro detrás de ella. La chica corria torpemente y eso desesperaba a Simón, pues iba a todo los lugares menos a la salida

— ¡Estas loca! —tomó la adelantera, empezando a guiar él a la joven. Tomó su mano con fuerza, escuchando un pequeño sonido de sorpresa de la chica.

Los espíritus detrás de ellos le hacían recordar los tiempos de guerra con Marceline, pero esta vez no tenía la corona para cuidarse. Su corazón latiendo con fuerza atraída más a los espíritus, sus pies por los nerviosa empezaban a tropezar y cayó. La pelirroja paro y se acercó a él

— Tú eres el loco —respondió divertida, sonriendo se oreja a oreja. Tomó la mano de Simón con la misma firmeza que él, continuando con su persecución.

Cada vez los espíritus empezaban a acortar la distancia que habían, así que decidió tomar a Simón en modo princesa y correr con todas sus fuerzas. El castaño se aferraba de rostro de la chica, ya que corría de forma torpe y parecía que se caerían en cualquier momento, eso hizo que Simón soltará uno que otro grito, pero no sabía si temía más a los espíritus o si el rostro de la chica, sonreía como si todo ello fuera un pequeño juego. A pesar de sus pasos torpes y largos ambos llegaron a la salida.

— Mi corazón está latió con fuerza —suelta a Simón, él cae por gravedad— ¡Lo lamento!

Una queja salio de los labios del mayor, provocando una mayor preocupación para la joven, quien se agacha junto al mayor.

Su corazón se saldría de su pecho si sigue así, estaba muy cerca y con ese rostro de preocupación lo ponía jodidamente nervioso. Intento titubear algo, pero le fue inútil, ¿por qué se comportaba así? ¿¡Por qué era tan débil ante la imagen de Betty aún!?

— ¡Me llamo Meiko! ¡Meiko Grob! ——dijo, al notar los nerviosa del castaño—, Un gusto conocerte, ¿señor...? —sonrió nuevamente, parece que esa felicidad se le saldría por los ojos, porque parecían brillar, provocando una atención inmediata del mayor.

Simón suspiro, calmando sus nervios. La chica lo ayudó a levantarse, al estar de pie limpio otra vez sus palmas sudorosas, intentando que su reacción catastrófica no sea tan evidente para la joven.

— Simón Petrikov —respondió intentando ser amable, sonriendo un poco

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Mu1tiversal

Rojo GOLB (Hora de aventura- Fem OC x Simón)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora