☾Seattle, 1988
La vida del espectáculo no era fácil, eso Danielle lo sabía bien y mejor que muchos, ya varias veces había sido denigrada por su trabajo.
El ser bailarina exótica no tenía nada de malo ante sus ojos, aunque tal vez sí ante los de las crueles personas que la rodeaban; pero qué importaba, esa era una buena fuente de ingreso, o al menos los suficientes como para poder sostenerse por su cuenta.No consideraba tener una mala vida, digo, el tener que bailar por dinero no era precisamente su sueño, pero era lo que la mantenía ocupada la mayor parte del tiempo.
Por otro lado, lo que sí le llenaba el alma era la poesía, el arte de las líricas y la escritura la hacían sentir libre, no existe una forma correcta de escribir lo qué pasa por tu mente y eso la reconfortaba, no te puedes salir de las líneas si estas no existen, y, para ella, eso significaba millones.Habían pasado ya tres años desde que entró al negocio por primera vez, recuerda muy bien la noche donde una señora de unos cincuenta años le hablo del lugar que ella y su esposo manejaban, el semblante amable y cuidadoso que portaba fue lo que la animó a aceptar su oferta de trabajar como bailarina. Apenas tenia diecisiete años y ya había cometido bastantes errores como para rechazar una oferta de trabajo.
Rápidamente, por su aura enigmática logró hacer su camino hasta la cima convirtiéndose en el show estelar de aquel reconocido club. Ahora su nombre brillaba como estrellas en en letrero fuera del bar.
En este momento estaba, como todos los sábados, presentando su acto. Había rostros que ya conocía, los de los hombres que la devoraban con la mirada en cada uno de sus movimientos. A decir verdad, esto no la molestaba, le encantaba hacerlos caer como fichas de dominó.
Ejecutaba cada movimiento con precisión, asegurándose de tener todas las miradas sobre ella, esas feroces miradas disparadas como flechas eran los pocos bocados de amor que se podía permitir. Estaba acostumbrada a vivir de migajas, para ella, lo más mínimo era suficiente.
Miles de cosas pasaban por su mente al momento de hacer su espectáculo, realmente no importaba ya que ha hecho este baile miles de veces y la memoria muscular se encargaba del resto.
Un rostro en específico llamó su atención en ese momento. Solía analizar muy bien a los espectadores, solo por diversión, y estaba segura de jamás haberle visto por aquí. Pero si en otro lugar.
Su inconsciente le decía que había visto antes a aquel hombre de cabellos rizados. Al parecer él sentía lo mismo pues una mueca de confusión se adueñaba de su cara.
Decidió ya no seguir rebuscando en lo profundo de su memoria y simplemente seguir con su característica danza. De todos modos no es alguien de importancia en su vida y pronto lo volvería a olvidar.Su turno terminó, hizo una reverencia y nuevamente sus miradas se encontraron. Bajó del escenario y fue directo a su camerino, buscó entre sus cosas con la finalidad de encontrar un frasco pequeño con tan místico polvo blanco, lo colocó sobre la mesa e inclinó la cabeza, rindiéndose ante el poder del estimulante. Este ritual la ayudaba a mantenerse en pie. Le daba el lujo olvidar por un momento el cómo era su vida.
Procedió a guardar sus pertenencias y salió del bar. Llamó un taxi y le dio las direcciones, su departamento no quedaba lejos y agradeció al cielo por eso, pagó mientras bajaba del carro y de manera torpe consiguió llegar hasta su puerta.
El cansancio se apoderó de ella pero no fue hasta que estaba por cruzar la barrera de la vigilia y el sueño cuando el rostro de aquel rizado regresó a su mente, era como un pintor que intentaba recordar el paisaje que vio hace tiempo para poder plasmarlo sobre un gran lienzo, o el músico que quería recrear con su instrumento la melodía que escuchó en algún lugar, era un conjunto de fotografías borrosas, detalles sin sentido y memorias inconclusas.
Tal vez quería volver a verlo, tal vez quería olvidarlo o tal vez solo quería dormir. Sea lo que sea no importaba, ya era demasiado tarde como para querer retratar la imagen de un extraño, así que con un poquito de ayuda logró por fin dormir.
[...]
El sonido de la puerta la despertó abruptamente, no tenía idea de quién podría ser, fue hacia la puerta con pasos tambaleantes.
Sintió como la sangre se le fue directo al piso cuando vio quien se encontraba delante de ella. Un escalofrío le recorrió el cuerpo por el imprevisto y tardó unos segundos en reaccionar.
—Hola hermanita. —dijo la mujer. Esas palabras resonaron en su cabeza como las fuertes campanadas de las iglesias.
—Hola. —respondió Danielle con la voz ahogada.
Hacía años que no veía a Susan, nunca fueron cercanas pues la diferencia de edad y el hecho de que no eran hermanas de sangre las distanciaba. Susan era la hija del primer matrimonio de su padre, después de la muerte de la mujer, el señor Silver volvió a casarse.Susan hizo su camino hasta la sala donde dejó sus cosas y se sentó cómodamente.
—¿Necesitas agua, o algo? —eso no era exactamente lo que Danielle quería saber, pero su shock era grande. Lo suficiente como para hacerla tartamudear en repetidas ocasiones.
—Así estoy bien.
Danielle se dirigió con miedo hacia su hermanastra, como preguntándole si podía acercarse. Una vez en el sofá ordenó su mente y estaba lista para formular las verdaderas preguntas, pero Susan tomó la iniciativa.
—Te vi en el bar donde bailas, no sabía que habías terminado ahí.
Danielle simplemente la miró.
—Pero al parecer no pagan nada mal. —se detuvo para mirar el departamento. —Papá me dijo que estaba aquí. La verdad es que vine para mejorar nuestra relación, sé que cuando vivíamos con papá no convivimos mucho, pero quiero cambiar eso.
La voz de Susan se escuchaba segura, pero aun así un sentimiento de desconfianza no dejaba el cuerpo de la rizada.
—Sí, también me gustaría cambiarlo. —la realidad es que siempre había sentido cierto temor por su hermana mayor, siempre eran comparadas por su notable diferencia física, como el tono de piel más oscuro de la menor, o sus ojos marrones; soñaba tener la piel blanquecina y los ojos verdes que caracterizaban a su hermana, tal vez así la querrían tanto como a ella.
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𝐘𝐎𝐔𝐑 𝐍𝐀𝐌𝐄 ✵ Chris Cornell
FanfictionHay ciertas preguntas que pueden cambiar el curso de tu vida. ¿Como te llamas? ¿Que tan dispuesto estarías de dejarlo todo por alguien?