Capitulo 8

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Andrea abrió los ojos, otra vez estaba frente a las bestias, pero esta vez, a su lado estaba el chico peliblanco de sus sueños, destrozando a cada una de ellas - ¿Pasa algo querida? - Se dirige a ella, esta se queda sorprendida y solo niega con la cabeza, saca un arco y empieza a disparar a la bestias. Luego de terminada una larga batalla, ambos se sientan en el pasto, frente a una gran muralla - Me encantaría estar tranquilo un día de estos - Dice el joven. Para Andrea, la voz la sentía muy familiar - Pero el tenerte a ti... Ya hace que mi día sea espectacular - Sonríe dulcemente hacia Andrea, haciendo que esta le de un leve sonrojo, algo que se notaba que le encantaba al joven peliblanco. -Tengo algo que decirte - Sale de la chica, el joven se le queda mirando tranquilo. -Yo ...- En un pestañear, cambio la escena a una oficina... Se sentía enojada, pero no sabia el por que. - ¡Había que matarlo! - Salió de su boca sin voluntad.
- ¡No le podemos matar! ¡Tenemos que interrogarlo! - Dice el peliblanco igual de furioso.
- ¡El dejarlo libre nos traerá graves problemas ahora! - Ambos se estaban mirando fijamente.
- Necesitamos la información que tiene, pueden haber más involucrados en esto - El peliblanco miro serio, Andrea solo le dieron ganas de irse, y lo hizo, azotando la puerta. Camino rápidamente a la salida del distorsionado lugar, tomó un caballo y se fue. Mientras galopaba en el atardecer, su caballo cambio de color a uno amarillo y el tiempo radicalmente cambio, siendo de noche ahora. Llegó al castillo de cristal, bajando del caballo y entrando al palacio.
- ¡Todos los sirvientes evacuen ahora! - Grita rápidamente, los sirvientes solo se le quedan mirando, pero ella grita otra vez - ¡Que se vayan rápido a sus hogares, viene una plaga de bestias! - Todos los sirvientes se preocupan, uno se acerca a la joven.
- ¿Y usted? - Ella sonríe.
- Cuando todos salgan, yo me iré de acá. - Siente una mordida en su pierna, mira abajo viendo la serpiente negra, mira arriba otra vez y nuevamente estaba frente de las bestias y el señor encapuchado.
- Buenas noches, espero no volver a verte - Hizo sonar los dedos y todas las bestias de ojos rojos fueron contra ella.

Andrea despertó agitada, con una sensación de desesperación en su interior, esa semana había tenido más pesadillas de lo normal. Aún era de noche, pero la joven no tenía ganas de volver a dormir, menos con esos ojos rojos que aún sentía que la observaban.

Se levantó y caminó un rato por la silenciosa mansión. En su caminata nocturna, vio la puerta entreabierta de la habitación que usó como sala de práctica con Gael, lo que le dio la idea de ensayar un rato magia, así, quizás pueda dormir mejor. Abre un poco la puerta, tratando de hacer el mínimo ruido posible, pero al ver al frente, vio un hilo rojo, uno muy largo que cubría casi toda la habitación, el hilo parecía más una cinta gruesa con algunas hilachas cortas a sus extremos. La presencia de este enlace asustó a Andrea, más al recordar lo dicho por Dancy, que con un enlace rojo puede controlar a las bestias. Sacó una pistola y miró alrededor de la habitación, con sigilo, no iba a atacar, solo era en caso que debiera defenderse. Cuando dio un paso al interior de la habitación, vio algo que hubiese deseado ignorar... Era Gael, meditando, de él salía la conexión roja. La joven se quedó paralizada por un momento, luego salió de la habitación igual de sigilosa que entró y se fue rápidamente a su habitación, cerrando la puerta y deseando que Gael no le hubiese visto. -No - Se dijo a sí misma, sentándose en la cama - Es imposible, esto es otro sueño - Se pellizco, y no despertó, seguía en esa helada habitación. - El no puede ser un traidor, aunque muchas cosas apuntan a eso, el no me enseñaría magia para luego traicionarnos - Se dice autoconvenciendo - El debe estar de nuestro lado, quizás por la oscuridad vi mal su enlace - Estuvo murmurando toda la noche, sin poder descansar.

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-Permiso- Una de las sirvienta entró a la habitación de la joven, viendo a Andrea sentada en su cama, aún murmurando algunas cosas ya inentendibles. - Buenos días señorita - Dice con algo de duda, Andrea ve a la sirvienta y luego la ventana.
- ¿Ya es de día? - Sus ojos estaban medio cerrados, aún no sabía qué hacer con la información que tenía.

Entre mundos: Una historia dividida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora