Capitulo 3:

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─ Princesas, la directora Kirova las espera. ─ era la voz de Dimitri, la cual era fácil de reconocer porque tenía un leve acento ruso.

─ ¿Kirova sigue aquí? ─ preguntó Rose con una queja.

─ Directora Kirova. ─ corrigió Dimitri, mirando duramente a Rose, molesto ante lo irrespetuosa que fue la joven.

─ Directora o no, ella sigue siendo una... ─ Rose fue incapaz de finalizar su oración porque una mano cubrió su boca. Unos ojos azules la miraron como si le estuviera diciendo "que ni se te ocurra"

─ Terminemos con esto. ─ murmuró Via por lo bajo mientras seguía a los guardianes, con sus amigas a sus costados.

Ingresaron por las puertas dobles directamente al pasillo principal, dónde se podía ver a muchos estudiantes hacer vida social, era el comienzo de la noche, prácticamente la hora del desayuno para los vampiros.

Seguramente había más de diez formas diferentes de llegar a la oficina de la directora y al parecer las estaban llevando por el camino más concurrido. Eso no le molestó a Via, todo lo contrario, si iba a volver prefería que todos se enteraran de inmediato. A pesar de que lo más probable era que intentara volver a escapar.

A penas las tres adolescentes pusieron un pie adentro mientras eran escoltadas por cinco guardianes toda clase de conversación cesó. Seguramente ningún chisme que estuviera circulando por la academia en ese momento sería tan escandaloso e interesante como el retorno de las princesas y una guardiana novata.

Muchísimos pares de ojos estaban sobre ellas, ambas castañas podían sentir la ansiedad y el nerviosismo de Lissa. Causando que Via les diera una mirada de odio puro, lo que hizo que más de algunos miraran al suelo y agacharan sus cabezas en un intento de evitar esos ojos azules eléctricos que a veces daban mucho miedo.

Dimitri veía como Viatrice mantenía su cabeza en alto y le lanzaba miradas mordaces a quienes miraran mal a sus amigas, las personas que hacían contacto visual con esos ojos azul eléctrico miraban a cualquier parte con tal de evitar la mirada de la princesa. Entonces estuvo claro para él, ella influía miedo y respeto a quienes la miraban, tenía una reputación de ser temida, eso era seguro.

Lissa casi bajaba su mirada pero la confianza de sus amigas era suficiente para brindarle confianza en ella misma, aunque por un momento pareció querer hacerse una bolita hasta desaparecer. Mientras que Rose les dedicó una sonrisa sarcástica a los que antes eran sus compañeros, parecía que las cosas no habían cambiado.

El ex-novio de Lissa, Aaron, estaba mirándola como si colgara las estrellas en el cielo, tenía un brazo al rededor de una chica rubia, que no parecía tener mas de doce años, pero seguramente era mayor, ya que no creían que se hubiera vuelto un pedófilo en su ausencia. La rubia desconocida se ganó la molestia de Viatrice en el momento en el que posó sus ojos en Lissa, dirigiéndole una mirada de odio puro. ¿Quién diablos se creía que era? ¿Cómo se atrevía a mirar así a Lissa?

Cuando pasaron por un pasillo menos concurrido Rose soltó un bufido y habló.

─ ¿Cómo pudieron ser tan crueles y llevarnos por ahí?

─ Era el camino más directo, Rose. ─ la ojiazul solo se encogió de hombros y no apartó su vista del frente.

Tenía razón, podía parecer cruel pero necesitaban terminar con esa misión lo más rápido posible y ese era el camino más directo a la dirección.

Cuando llegaron donde la directora ella estaba exactamente como la recordaban, nariz un poco puntiaguda, alta y delgada, como la mayoría de los Moroi y a las castañas todavía les seguía pareciendo un buitre.

𝐇𝐞𝐚𝐫𝐭𝐛𝐮𝐫𝐧. | 𝐃𝐢𝐦𝐢𝐭𝐫𝐢 𝐁𝐞𝐥𝐢𝐤𝐨𝐯.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora