Octubre 26

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Una fuerza y energía inexplicables invadieron el cuerpo de Senna por los siguientes días. Se sentía motivada y sedienta, al igual que una leona quién muerde incesantemente a su presa, en su caso el hospital, pasando su afilada pluma cual colmillos haciendo preguntas riesgosas, esperando sentir el cálido correr de la sangre en su lengua, la información que creía le daría sentido a la pérdida de su hermano. ¿Una máquina que consulta pacientes?, preguntó una de sus fuentes más confiables, un ente masculino al que solía recurrir cuando algo era movido por los hilos de la mafia escandinava. Senna le escuchó preguntar, pero su mente recordó todos aquellos casos en los que la investigación había sido profunda y él servía como un faro en el muelle en plena tormenta. Sí, skvaller, ¿crees poder preguntar por ahí? Para la mala suerte de ella, sus artículos mejor documentados, destinados a cambiar la narrativa local, habían terminado en un closet en algunos de los pisos de la editorial que nadie visitaba. La oración "no es nuestro estilo" era el pan de cada día con el que había comulgado por mucho tiempo. Pero ya no, ahora había un interés, una deuda hacia su hermano, hacia ella, hacia su fé por saber cómo era posible que su hermano, en plena mejora, hubiera tenido una recaída que ningún médico podía explicar. Sintió el rigor de sus palabras antes de contestar. El hablar de hackeos y redes a través de una red celular siempre la hacía sentir vigilada. Desde tiempo atrás, todas las comunicaciones con su fuente habían sido fábulas. Correcto, pero parece que la cabra quiere salir del establo. El silencio del otro lado fue prolongado. Pensó que la llamada había caído cuando escuchó "De acuerdo. Le preguntaré al pastor".

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