Capitulo 8

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Abrí los ojos y lo primero que ví, fue el techo. Blanco, con una bombilla de luz.
Trate de levantarme, pero me dolía levemente la nuca.
No recordaba nada, mis recuerdos estaban borrosos y confusos. Imágenes pasaban en mi cabeza como un disco rallado. Tom bailando, le susurro al oído, una chica se me acerca, escapo de casa... Mí mente era un desorden.

Escuché unas voces desconocidas, pero una que resaltaba. Una de esas voces, sí la conocía. Una chica joven y rubia me miró y sonrió. Estaba vestida de... ¿Enfermera? ¿Por qué estaba en el hos...? Ah. Por el idiota de mi hermano que no miró al frente... En parte tenía la culpa el camión, supongo.

–Ya despertó.–Dijo la jóven rubia, dirigiéndose hacía una persona.

–¡Bill, Bill! ¡Despertaste!–Solté un fuerte suspiro al escuchar y ver a mi madre.

–Si... Desperté. ¿Dónde está Tom?– Tragué saliva, con miedo a lo que me responda. Miré a ambos lados, a ver si estaba al lado mío, pero no había nadie... Seguramente esté en otra habitación, no le habrá pasado nada si yo le puse el cinturón... ¿Verdad?

–Lo están revisando... El también despertó, por suerte.–

Suspiré de alivio, sentándome en la camilla. Me iba a levantar para buscar a Tom, pero la enfermera me puso su mano en mi pecho, haciendo que me quede quieto y sentado en la camilla.

–No te levantes tan de golpe, te recomiendo descansar un rato porque te diste un golpe en la cabeza. Te hará mal, te marearas.–

–Pero...–Fui interrumpido por mí mamá.

–Pero nada. Has caso a los profesionales, Bill.– Me crucé de brazos, mirando el suelo. Es raro que mamá aún no me diga nada de lo del choque. Y cuando se enteren de que Tom estaba drogado y ebrio, conduciendo... Traería problemas.

–Bueno... ¿Dónde está Tom?–

–En la habitación 32, está con Gordon, no te preocupes.–

Me mordí el labio inferior, mirando hacía un lado.

–Los dejo solos, en un rato traeré la planilla para que firmes el alta.–Dijo la enfermera, dirigiéndose a mi madre.–Lo que si, te pediré que descanses al menos hoy, descansa bien que probablemente te sientas mareado. Después se te pasará, tranquilo.–Dijo, ahora refiriéndose a mí.

Cerró la puerta dejándonos solos a mí madre y a mí. Se acercó a mi, hasta ponerse al frente mío, cruzada de brazos... Eso es sentir miedo.

–Lo siento, yo...–

–Pudieron lastimarse gravemente. Hasta pudieron haberse metido en problemas judiciales. Por suerte, echaron la culpa, al que conducía el camión. Al parecer tenía roto los frenos y el lo sabía, y no sé que más... Pero el punto es que pudo ser grave.–

Asentí con la cabeza, mirando el suelo. Tenía razón y mucha. Cuando ví las luces del camión acercándose a nosotros, mí corazón se detuvo y recuerdos de mi hermano y yo, pasaron por mi cabeza. Es como si estuve a punto de morir.

Mí mamá suspiró y acarició mi hombro.–Bueno, ya... Lo importante es que están bien. Te traeré un vaso de agua, ¿Si?– Asentí nuevamente y cerró la puerta. No me iba a quedar sentado en una camilla sin hacer nada, como dijo la enfermera. Quería ir a ver a Tom y asegurarme de que esté bien.

Me levanté de la camilla y la habitación dió vueltas. Tenían razón, iba a estar mareado. Pero la habitación dejó de girar, así que abrí la puerta para ir a la habitación 32. Habitación 32, habitación 32, no te olvides Bill...

Mi visión fue hacía un lado, mirando una habitación con un hombre vomitando sangre (pobre hombre)... Mierda. Mis ganas de vomitar se hicieron grandes, pero no podía vomitar al frente de todos... Me lo tragué. Que asco.

Amor De EngañoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora