C A P I T U L O | 14

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Suegros

Bajo los últimos rayos de sol, la princesa Chandra se encontraba en el ferry que la llevaba hacia la isla privada donde su hija la esperaba. Vestida con un elegante atuendo tradicional tailandés, sus ojos reflejaban una mezcla de anticipación y tranquilidad mientras observaba el paisaje marítimo que se desplegaba ante ella.

La brisa salada acariciaba sus mejillas, y el suave vaivén del ferry creaba una melodía serena en sus oídos. Su alteza se encontraba en una de las cubiertas al aire libre, disfrutando de la vista del océano que se extendía hasta donde alcanzaba la mirada. Las olas jugueteaban con la estela del barco, dejando un rastro efímero en la vastedad del azul profundo.

Cómo regalo sugerido por Sarai había decidido llevar un joyero que había estado durante mucho tiempo en la familia. La mayor estaba perdida en sus pensamientos, le gustaba imaginar que el matrimonio de su hija era maravilloso pero conociéndola ese escenario no era el más probable.

La princsa se acercó a la barandilla y se sumió en la contemplación del horizonte. Las gaviotas revoloteaban en el cielo, y el suave murmullo de las olas la envolvía. Aunque sus deberes reales persistían en casa, en ese momento, estaba feliz de haber pedido esos días para disfrutar de la serenidad efímera de ese primer encuentro con su nueva hija

—¿No vas a saltar, verdad?

Un hombre de porte distinguido y vestido con impecable elegancia, se encontraba a su lado, la posición del sol solamente permitía ver a la princesa distinguir un traje a medida, perfectamente ajustado.

Tras poner una mano sobre su frente logró distinguir una corbata de seda que acentuaba su refinado estilo inglés: Robert Armstrong

El viento marino jugueteaba con su cabello y movía ligeramente la solapa de su abrigo de lino. En sus manos sostenía un sombrero de ala ancha, un accesorio de moda que además le protegía del resplandor del sol.

Su rostro, marcado por la seriedad y la autoridad, ocultaba las complejidades de sus emociones. La responsabilidad de mantener la reputación de su familia y la incertidumbre de lo que le esperaba en la isla se reflejaban en sus ojos avellana.

—Robert...

—Alteza...— el hombre saludó con unas reverencia corta que la princesa encontró un tanto innecesaria

Al igual que su hija, ella también odiaba las reverencias pero era tan buena ocultandolo que solamente le bastaba poner una sonrisa amable en su rostro y nadie lo notaba.

El ferry, con su suave balanceo, parecía llevarlos hacia un destino que simbolizaba un nuevo comienzo desafiante en su vida. De nuevo el destino se había encargado de unir a ambas familias, el pasado aún tenía un peso significativo y el silencio entre ellos lo confirmaba

—Es un hermoso día para viajar, ¿no crees, Armstrong?

—Sí, ciertamente. Estamos yendo a visitar a nuestras hijas en un momento... interesante.

Los padres de ambas habían recibido noticias de sus hijas muy poco detallados, Sarocha solía llamar por teléfono a su madre después del almuerzo y Rebecca solamente enviaba mensajes nocturnos.

—¿Has hablado con tu hija?

El inglés asintió y Chandra se quedó sin más tema de conversación, lo tenía allí y podría decirle cómo arruinó su vida pero eso ya no se trataba de ellos sino de sus hijas. A medida que el ferry avanzaba, el conde permanecía de pie, observando la vastedad del océano con una elegancia serena y evitando la mirada de aquella mujer a la que sabía le debía muchas explicaciones.

(PAUSADA) Seré tuya, princesa ┊Freenbecky ┊Donde viven las historias. Descúbrelo ahora