Día 1. Experimento mortal

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Lo había creado en un laboratorio, diseñó su material genético en una computadora, por esa razón ese monstruo no tenía derecho alguno, era su propiedad. Ella lo crió como si fuera su hijo, le dió amor, le dió un hogar, le dió un maldito nombre como si fuera una persona, cuando solo era un experimento.

Su experimento H50, Izuku, como ella lo nombró, no tenía derecho a hacer una rabieta como un maldito niño, tenía que obedecer la palabra de su creadora. Cuando ella se negó a dejarlo salir al exterior él la atacó y luego intentó huir; no era un capricho adolescente como dijo Katsuki, eran sus instintos pidiendo salir a cazar y eso ella no podía permitirlo, Izuku era peligroso, por eso tenía que ser sometido.

Cuando consiguió noquearlo lo ató a la cama de cirugía. Aseguró sus piernas, que habían evolucionado al punto de parecer extremidades humanas; también encadenó sus manos.

—En lo físico H50  se ha desarrollado bien, sin embargo, su violento comportamiento indica trastornos psicológicos muy peligrosos —dijo Ochako a la grabadora donde relataba todo el progreso con su experimento—, el comportamiento errático puede deberse a la falta de identidad con una especie, los aditamentos humanos deben ser eliminados hasta donde sea posible.

Dejó la grabadora por un momento y buscó las tijeras de su botiquín. Izuku la miró con tristeza y miedo; pero eso no causó ni un rastro de remordimiento en ella, había dejado de verlo como un hijo, regresaba a verlo como su experimento.

Le quitó la cadena de oro que Katsuki le puso en el cuello, cortó a jirones la ropa que le dejaron usar, y lo dejó completamente vulnerable, desnudo y asustado atado a una fría cama de metal, con la mujer que consideraba su madre amenazándolo con una jeringa y un bisturí.

Estando sentada, Ochako se dió cuenta que debió haberlo amordazado, pues aunque Izuku no podía hablar sí profería chillidos desesperantes, se quejaba mientras se retorcía y eso estaba comenzando a fastidiarla.

Le dió una última mirada y comenzó su operación, le quitaría el aguijón de su cola y sus glándulas tóxicas para que no representara un peligro, ni para ella ni para Katsuki.

Primero le puso anestesia local, fijó su delgada cola a la cama y dió el primer corte, arrancándole a Izuku un grito de agonía.

[...]

Katsuki había estado saliendo a cubrirlos a ambos en el trabajo mientras Ochako cuidaba de Izuku. Ella había comenzado a tomar una actitud maternal hacia el pequeño, eso le daba un poco de calma.

Todo el plan desde el principio consistía en recrear un híbrido humano, tal como los experimentos que hizo su madre antes de morir. Sin embargo, Izuku no fue lo que él esperaba, para empezar nació macho cuando ellos habían diseñado su genoma para que fuera una hembra, pues tenían miedo de que fuera agresivo.

La otra sorpresa fue darse cuenta que a pesar del rápido crecimiento de Izuku en lo físico, su mente seguía siendo un completo enigma, tenía cuerdas vocales pero no hablaba, y la mayor parte del tiempo se comportaba como un niño que recién descubría el mundo, era demasiado curioso, sensible y entrometido.

Katsuki estaba intentando aferrarse a la idea de que Izuku todavía era un niño, se negaba a pensar en cómo sería cuando las necesidades biológicas reinarán sobre su mente, los instintos de cazar y reproducirse; tenía miedo sobre todo de esa segunda cuestión, pues la única hembra a su alrededor era su misma figura materna y eso podría causarle conflictos.

Detuvo sus pensamientos en el momento en que estacionó el auto frente a esa granja remota donde llevaron a Izuku a vivir. Apagó la radio y de inmediato sintió un escalofrío de terror. Había alcanzado a escuchar un lamento de Izuku.

Antología del horror Vol. II (MurderousLoversWeek 2023)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora