Capítulo 3

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Mientras Leah pasaba la noche en el templo de Atenea, la diosa se permitió mostrar una faceta diferente de sí misma. Atraída por la devoción y la belleza de la joven hija de Pericles, Atenea experimentó emociones que nunca antes había sentido. Una mezcla de seducción, inteligencia y posesividad se apoderó de ella al ver a Leah arrodillada, rezando y suplicando protección para su familia y su amado pueblo ante el inminente ataque de Persia.

Atenea, sintiendo una conexión especial con Leah, decidió revelarse ante ella en sus sueños. Mientras Leah dormía, Atenea se le presentó en un sueño. La joven se encontraba en un hermoso jardín, rodeada de flores que emitían un dulce aroma y de árboles que bailaban con la brisa suave. A lo lejos, alguien cantaba una melodía celestial.

Intrigada, Leah siguió el sonido de la voz y se acercó al lugar de donde provenía. En el centro del jardín, se encontraba una hermosa mujer que irradiaba una luz propia.

Cuando Leah se acercó lo suficiente, se dio cuenta de que era Atenea misma quien entonaba la melodía. La diosa, con su porte majestuoso y su mirada penetrante, la observaba con una mezcla de deseo y autoridad. La extraña mujer la miro y leah sintió algo extraño, sintió como si su corazón parará, era hermosa.

"¿Quién eres?", murmuró Leah. Intrigada sin poder quitar la vista de ese mar azulado que la miraba atentamente.

Atenea sonrió misteriosamente ante la pregunta de Leah. La joven humana se mostraba nerviosa y su corazón comenzó a latir agitadamente mientras esperaba la respuesta de la diosa.

"¿Quién crees que soy?", preguntó Atenea, su voz resonando con un tono seductor y enigmático.

Leah quedó hipnotizada por la belleza y el aura de poder que emanaba de Atenea. Sus mejillas se sonrojaron mientras intentaba encontrar las palabras adecuadas para responder.

La diosa observó a Leah con intensidad, disfrutando del efecto que causaba en ella. Finalmente, Leah reunió el coraje suficiente y susurró con voz temblorosa:
"Atenea".

Atenea sonrió complacida ante la respuesta de Leah. Su sonrisa agitó aún más el corazón de la joven, quien se sentía atraída por la divina presencia a su alrededor. La diosa acarició suavemente la mejilla de Leah con el dorso de su mano, desatando una sensación eléctrica en su piel.

"Correcto, querida Leah", murmuró Atenea, con un brillo de deseo en sus ojos. "Desde el momento en que te vi, note algo en ti. Eres especial, jovencita".

Leah se encontró incapaz de apartar la mirada de Atenea, fascinada por su belleza y magnetismo. La atracción entre ambas se intensificaba con cada instante que pasaban juntas en ese sueño compartido.

Se acercaron hacia el hermoso lago que estaba ante ellas, el agua cristalina reflejaba en árboles inmensos, flores de todo tipo y el sol en el cielo. Se quedaron en silencio solo mirando el paisaje.

"Me preocupa mucho la amenaza que Persia representa para mi amada Atenas", confesó Leah, su voz llena de temor por el destino de su padre Pericles.

Atenea asintió con comprensión, sus ojos transmitiendo determinación y serenidad. "Comprendo tus preocupaciones, pero estoy aquí para velar por tu bienestar y el de tus seres queridos".

"Leah", susurró Atenea en un tono seductor, "he oído tus súplicas y sé lo que estás dispuesta a hacer por tu familia y tu pueblo. Y yo puedo ofrecerte algo que tanto anhelas: protección para ellos y la victoria para Athenas". La joven se emocionó ante esto, escuchar que la misma diosa Atenea la ayudaría y velaria por su familia era algo muy bueno.

"Pero.., como en toda negociación, hay un precio que debes pagar". Le sonrió Atenea. "Dime, ¿Que estarías dispuesto a hacer por tu familia?".

Leah se sintió impactada por las palabras de Atenea, pero su amor incondicional por su familia y su determinación por proteger a Atenas le dieron el valor para responder. "Haría cualquier cosa por mi familia y por el bienestar de mi amado pueblo. Si eso significa pagar un precio, estoy dispuesta a aceptarlo".

La diosa sonrió de manera posesiva y le acarició suavemente el rostro a Leah. "Bien, querida Leah. A cambio de protección para tus seres amados y la victoria para Athenas, te pido un sacrificio: tu vida. Deberás entregarme tu existencia como un tributo a mi poder y me asegurare personalmente de que Athenas no sufra ninguna perdida".

Leah se quedó sin aliento ante la propuesta de Atenea. La idea de renunciar a su propia vida la impactó profundamente y sintió una mezcla de miedo y tristeza. Sin embargo, el amor que sentía por su familia y su pueblo le dio la fuerza para responder.

"Yo..yo entiendo la gravedad de tu petición y me afecta profundamente. Pero, si eso significa asegurar la protección y la victoria para los seres que amo, aceptaré tu propuesta", dijo Leah con voz temblorosa.

La diosa sonrió satisfecha y, tomando a Leah de la cabeza, le dio un beso apasionado. En ese momento, Leah sintió una mezcla de emociones: la pasión desatada por Atenea, la confirmación de su pacto y la esperanza de que su sacrificio valdría la pena.

Cuando Leah despertó, se encontró sola en la habitación que le habían dado en el templo de Atenea. Aunque su encuentro en sueños había terminado, la promesa y el peso de su sacrificio permanecían en su corazón. Pero aunque fue un sueño, ella sentía que no lo fue. Estaba temblando y se sintió observada. Solo era un sueño, todo debido a su estrés que finalmente termino por detonar, al estar en el templo de Atenea era lógico soñar con ella. Quizás solo fue un sueño.

¿Verdad?

𝑳𝑬𝑨𝑯  ⸙͎  𝐀𝐭𝐞𝐧𝐞𝐚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora