II

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05:00 AM.

El lituano se despertaba luego de dormir sus ocho horas correspondientes. Pasaron no más de cinco minutos y ya tenía todo listo, era costumbre para el lituano por el ejército levantarse, vestirse y arreglar la cama en cuestión de minutos. Esperaba a que hoy fuese un buen día. Y probablemente lo sería, o sea, la guerra había terminado y a pesar de estar en un territorio que se levantaba poco a poco de los desastres de la guerra, por lo menos no estaba del lado comunista. Sabía que si volvía, su padre le arrancaría la cabeza. Era normal, después de todo, ya sabía de su existencia en otro país. Esperaba no haberle causado problemas a Alemania Oriental, era lo que menos quería en ese momento. En realidad, lo único malo de ese día era que no tenía a Polonia. Pensaba constantemente en él y en aquella carta que le envió su padre informándole sobre su amado.

Suspiró, cansado de pensar en su padre y en dónde estaría su amado, o los posibles problemas que podría haberle causado a uno de sus amigos al cual le tenía mucho cariño y, con el que mejor se llevaba. Por supuesto, Lituania nunca fue de tener muchos amigos, o por lo menos no desde que se juntó con Polonia. Tenía amigos antes, por supuesto, pero detestaban a Polonia por el simple hecho de ser un país que surgió nuevamente después del conflicto de la gran guerra en su momento, más conocida como la primera guerra mundial. Y claramente Lituania no estaba de humor para soportar todos aquellos comentarios de quienes se supone deberían apoyarlo en sus relaciones y aún más en ese tiempo, ya que durante esos momentos, él había empezado hacía poco a salir con el polaco, lo amaba muchísimo como para soportar aquellos pensamientos de sus amigos, comprendiendo que eran personas tóxicas y que debía alejarse. Para Lituania, Polonia era aquella persona especial, a quien no cambiaría por nada del mundo. Polonia era su todo, la razón por la que se motivaba a sí mismo a seguir y el bello recuerdo de él lo impulsaban a salir adelante para poder encontrarlo. Era su primer pensamiento al despertar y el último al ir a dormir. Y así había sido desde que se conocían. Así había sido desde siempre. Y esperaba que así siguiera. 
Y aunque el polaco se equivocara mil veces con él, mil veces lo perdonaría y mil veces volvería con él. Mil veces le llevaría flores y mil veces se iría de sus tierras para ir a tierras lejanas, sólo con el fin de verlo, incluso si eso le costaba una buena regañada en casa si no volvía a tiempo sin que nadie lo viera. Aunque fuese sólo por cinco minutos, era capaz de hacer un viaje de varias horas sólo para estar con él. Pero el polaco era una persona dulce que nunca querría lastimarlo, era realmente un ángel con Lituania. Siempre buscaba la forma de no discutir y de hablar de todos sus problemas para encontrar una solución.

Pero en fin, estábamos hablando sobre la rutina de Lituania, no sobre su relación con Polonia y si ésta era tóxica o no. De tanto pensar en su amado, no se dio cuenta de que ya estaba haciendo el desayuno. Solía hacer sus tareas inconscientemente cuando entraba en trance por un recuerdo suyo, era algo normal que le pasaba desde niño. Pero en fin, terminó de hacer el café. Mientras lo tomaba junto con algunas galletas, decidió empezar a leer la carta que le había enviado el soviético, acusándole a su propio hijo de contrabandista (que aunque era verdad, le ofendía bastante) y anotando algunos planes o ideas para plantearlas con Alemania. Quizás y él podía juntarse con Alemania Oriental, no lo sabía, pero era cuestión de preguntarle y hablarlo con él. En todo caso, (y como buen contrabandista que era, según su padre) iría de ilegal, escondido para poder pasar la frontera. Habían hablado en los noticieros sobre un grupo de personas que habían logrado escapar de la Alemania comunista a través de un túnel que les costó más o menos un año de hacer. Y vaya que eso sí era perseverancia para querer huir de allí. El lituano sabía a la perfección todo lo que pasaba con el régimen de su padre, estaba al día con todo. Sabía lo mal que la pasaba la gente allí y cuáles eran sus ansias por escapar. Era totalmente consciente de aquello.
Era uno de los hijos favoritos de la unión soviética por ser el tercero menor, después de sus gemelos, Estonia y Letonia, sus hermanos menores por sólo minutos. Hace tiempo que no se juntaba con ellos, ¿Qué sería de sus vidas en ese momento? era algo que ansiaba saber. Probablemente si volvía con su padre, en vez de castigarlo, lo felicitaría, después de todo, tuvo el coraje de hacer muchas cosas durante la segunda guerra mundial. Cosas que el soviético a su edad nunca hubiese hecho, como desafiar a su padre sólo para ir con su pareja. Y quizás era porque el soviético en ese tiempo no tenía pareja. En la noche del 23 al 24 de agosto de 1939, Third Reich y la Unión Soviética firmaron un tratado que se conoce como el Pacto Molotov-Ribbentrop, otra forma de decir que era como un papel que se denominaba como su constancia de matrimonio. Y aunque se sabe bien  que después se rompió ese tratado, nunca dejaron el matrimonio, por lo que Alemania y Alemania Oriental serían sus hermanastros.

𝐶𝑎𝑟𝑡𝑎𝑠 𝑝𝑎𝑟𝑎 𝑡𝑖́ 𝐼𝐼  [𝑃𝑜𝑙𝑜𝑛𝑖𝑎 𝑥 𝐿𝑖𝑡𝑢𝑎𝑛𝑖𝑎]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora