VI

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    Con una pequeña vela encendida y con el frío que hacía en aquel vagón sin calefacción, pudimos encontrar un momento para nosotros, en donde nos refugiábamos del frío con las pocas mantas que teníamos y comíamos cada uno una lata de jamón que habíamos llevado. Así pasábamos el rato que nos quedaba para el viaje, simplemente comiendo y contando historias. Alemania me contaba cómo era la vida en Berlín cuando era niño, antes de la guerra, cuando su hermano y él eran pequeños y su única preocupación era jugar.

    Por un momento me puse a pensar en que era bonito tener esos recuerdos. Con mis hermanos era más pelea que juegos, pocas veces jugábamos todos juntos. Yo por lo general, estaba con Letonia y con Estonia, cada uno tenía su grupo y así funcionábamos. Rusia, mi hermano mayor, jugaba con Ucrania, porque tenía casi la misma edad que él. Al igual que jugaban con Kazajistán y Bielorrusia, porque tenían edades similares.

   Pero por supuesto, al Rusia ser el mayor, todos moríamos por jugar con él. Él era quien nos cuidaba cuando mi padre no estaba y fue el reemplazo de nuestra madre, la cual, el único que llegó a conocerla fue él, aunque tampoco nos hablaba mucho de nuestra madre. Sólo decía que era una mujer rusa muy bonita. También decía que era una mujer muy cruel. Había creado los Gulags junto con mi padre. Los Gulags eran campos de concentración para los prisioneros traidores a la Unión Soviética. Pero no sólo era cruel en eso, también solía maldecir a Rusia bastante y lo obligaba a hacerse cargo de sus hermanos menores mientras mi padre no estaba, que era la mayoría del tiempo y por supuesto, mi hermano era muy pequeño como para hacerse cargo de nosotros. Rusia siempre dijo que esa mujer no nos quiso y que por eso, y por muchos otros maltratos más, como negarse a amamantarnos de pequeños para que muriéramos de hambre, fue que URSS decidió encerrarla en el palacio, en la última torre de aquel castillo.

    A día de hoy nadie sabe si aún vive o no, pero si mi padre se ha casado con Reich, asumo que sí ha muerto. Aunque nadie quiere ir a la prisión de mi madre. Hay una vibra triste y asfixiante, incluso podría llegar a decirse que melancólica, por esa razón es que nadie sabe si vive o no, nadie quiere acercarse allí, excepto algunos sirvientes que tienen la obligación de limpiar la habitación en la que está –O estaba- mi madre . Por relatos de los sirvientes más antiguos, sé que mi madre no siempre fue así. Hubo algo que desencadenó toda su locura, pero nadie sabe qué exactamente. Ella solía ser una mujer tan radiante como el sol, con el cabello blanco como la nieve y su bandera característica blanca y verde, pues representaba a Siberia. Envidiable por donde se la mire, era la más hermosa de todo el pueblo, la más bondadosa y sobretodo, la más amable. Se casó con mi padre estando muy enamorada de él y nos tuvieron a nosotros, pero algo desató en ella un odio y una locura que a día de hoy, nadie puede explicar.

    Mi padre se cansó de aquellos comportamientos de su propia esposa, que lo hacían ponerse a él de mal humor y decidió dejarla encerrada porque podía ser un peligro tanto para nosotros como para el pueblo, podría salir y nadie sabía si mataría a alguien o no y prefirieron prevenir antes que lamentar. Y luego de unos años conoció a Reich, con quien ahora están casados y se refugiaron en San Petersburgo juntos, pero claro, es algo que no puedo decirle a nadie, ni siquiera a Estados Unidos, porque iría en caza de mi padre y de su esposo. Y por mucho que odie a mi padre, no quiero perderlo. Además, Alemania perdería a su padre también, así que decidimos guardar el secreto por siempre, resguardándolos de todo el mundo.

    A vista de todos, URSS es un tirano y Reich es un psicópata que por suerte está muerto. Pero sólo Alemania, Alemania Oriental, mis hermanos y yo sabemos la verdad. Y espero que sea así por mucho tiempo.

    A pesar de todo, mis hermanos fueron muy dedicados conmigo y entre todos casi siempre nos apoyamos, aunque peleáramos o estuviésemos distanciados la mayor parte del tiempo. Ojalá poder ver a mis hermanos ahora que vuelvo a "mis tierras" entre muchas comillas, ya que en realidad es la tierra de mi amado. Aunque no tengo la certeza de que mis hermanos estén de mi lado, al contrario, probablemente ellos sean los primeros en delatarme ante mi padre. Mientras estén en la casa de mi padre, tienen que seguir sus reglas y sobretodo, tienen que serle completamente fiel y de absoluta confianza. Mi padre no es de esas personas que suelen tolerar mucho la traición, la falta de confianza o la infidelidad. Para él es vital confiar en sus amigos más cercanos, o en sus propios hijos, ya que no tienen que revelar nada de sus secretos, cosa que yo sí hice con el ejército alemán.

Yo lo traicioné y eso lo tengo muy en claro. No creo que me vaya a perdonar por eso que hice.

𝐶𝑎𝑟𝑡𝑎𝑠 𝑝𝑎𝑟𝑎 𝑡𝑖́ 𝐼𝐼  [𝑃𝑜𝑙𝑜𝑛𝑖𝑎 𝑥 𝐿𝑖𝑡𝑢𝑎𝑛𝑖𝑎]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora