👉¿Por qué no me mordiste? 👈

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Por primera vez, Faith se despertó y se encontró acostada en los brazos de Theo por la mañana. Ella permaneció inmóvil, sin querer despertarlo, preguntándose qué lo hizo quedarse y disfrutando del calor de su respiración profunda y pareja contra su cuello.

Nunca se había sentido tan protegida.

Tan apreciada.

Faith hizo una mueca al pensarlo. No te adelantes a ti misma. Era peligroso esperar demasiado, al menos, esa era la lección que había aprendido en la casa de sus padres, donde cometer el error de pedir algo que consideraban impío, como la guitarra de juguete rosa que había pedido una vez, podría resultar en una paliza.

Y las cosas que Faith deseaba cuando estaba en este estado medio dormida eran muy peligrosas.
Dos minutos más. Ella se daría eso, y luego se levantaría de la cama y... y...
Faith no tenía idea. No sabía qué demonios iba a hacer con su día. Ella no sabía lo que se esperaba de ella. Lo que se necesitaba.

Todo lo que sabía era que mientras permaneciera aquí abrazada por Theo, no tenía que preocuparse por nada de eso.

E hizo que fuera fácil cerrar los ojos y fingir que estar aquí en su cama con él era todo lo que necesitaba hacer. El único lugar donde necesitaba estar.
No había nada urgente en el toque de Theo en este momento, nada exigente. En lugar de un calor abrasador, Faith sintió un calor relajante que impregnaba cada centímetro de su cuerpo, haciéndola sentir tranquila y segura.

Ansiaba perderse en el abrazo de Theo y volver a dormir, pero eso solo retrasaría lo inevitable. La dura realidad de su vida volvería galopando tarde o temprano. Es mejor levantarse ahora y enfrentarla mientras el sol brillaba en lugar de evitarla durmiendo un día más.

Las advertencias de su madre sobre las manos ociosas resonaron en su cabeza. Durante los últimos diecinueve años, a Faith le habían enseñado que levantarse más allá del amanecer era perezoso y, por lo tanto, pecaminoso, y había aprendido a mantenerse ocupada con los quehaceres o a arriesgar la ira de sus padres. Ahora, su encantador sentimiento relajado se desvanecía rápidamente en una marea de culpa, dejándola con la urgente necesidad de hacer algo.

Faith intentó escapar de debajo del brazo de Theo, pero en el momento en que se movió, él la atrajo aún más cerca.

—No quieres levantarte todavía —murmuró contra su oído, su voz ronca por el sueño.

—¿Por qué no?

—Hace frío allí afuera. Quédate aquí conmigo, donde hace calor, y encenderé un fuego en un momento.

Faith lo consideró. El aire sí mordía, y su cama era muy cómoda, con sábanas de franela y mantas de lana, montones de almohadas suaves y, sobre todo, su cálido cuerpo envuelto alrededor de ella.

—¿Siempre duermes hasta tan tarde? —se aventuró. Ella lo sintió encogerse de hombros.

—Solo los sábados.

Así que era ese día.

Faith se mordió el labio, dándose cuenta de que ya había estado aquí en los Bosques de las Montañas casi una semana. Sus padres debían estar fuera de sí con preocupación.
Pero eso era una ilusión. La verdad era que probablemente ya la habían descartado y les habían dicho a todos que había muerto.
Faith trató de desterrar ese pensamiento.

—¿Qué tienen de especial los sábados?

—Es el día después del viernes —dijo como si eso explicara todo.

—¿Y…?

—Y el viernes por la noche es cuando las prostitutas cruzan el límite para trabajar en Evander's, así que no llego a casa hasta alrededor de las dos y media de la mañana.

🍂Theo🍃 "Finalizada"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora