Lalisa Manoban es piloto profesional de motocross, bastante metida en su profesión y en la crianza de su hermana menor, sin embargo no se esperaba conocer a una chica, que resulta volverse el amor de su vida. La chica que siempre estuvo con ella en...
Jennie quedó sorprendida. No esperaba esa respuesta, sin embargo también sonrió nostálgica.
—¿Y qué recordaste?- Preguntó curiosa.
—Recuerdo la primera vez que me llevaste a tu casa- Rió entre dientes-. Tu padre me miraba como si hubiese hecho algo malo con mi simple presencia.
La castaña también rió al recordarlo.
Eran amigas en ese entonces, pero les había dicho a sus padres que le gustaba la pelinegra, así que la llevó a casa para que sus padres conocieran a la chica que le sacaba suspiros y sonrisas tontas.
Lo más gracioso de ese día fue cuando su padre literalmente había bombardeado con miles de preguntas a Lisa, como si fuera una criminal y la estuviera interrogando para que hablara la verdad, sacando a relucir su lado policíaco.
Rosé y Jisoo se miraron entre sí. Tal vez era mejor darle un momento a solas a las mayores que con sólo verlas se les notaba en la mirada lo mucho que querían hablar entre ellas sobre algunas cosas del pasado.
—Lisa, ¿Dejarías que Rosie venga a mi casa? Como una pijamada.- La mayor miró a la coreana con un poco de seriedad.
—No.- Negó la tailandesa con el ceño fruncido.
—¿Qué? ¿Porqué?- Se apresuró a cuestionara su hermana menor.
—No recuerdo bien, pero estoy segura que esa era una táctica que yo usaba para pasar la noche en casa de mi novia o ella en mi casa. Primero son cosas de amigas, luego todo cambia.
—Pero no vamos a hacer nada malo. Además, sólo somos amigas, no somos novias- Abogó Chaeyoung sonrojada.
—Aún- Susurró casi inaudiblemente Jisoo.
—Deja que se diviertan Lisa, son chicas aún . Además, así podremos continuar hablando tú y yo a solas como querías- Las apoyó Jennie. Lisa lo tuvo que pensarlo mejor.
Si las dejaba irse, significaba que podría estar el resto de la tarde junto a esa castaña que tanto llena su corazón de amor y deseo, sin tener la interrupción o intromisión de su hermanita menor.
—Está bien, pero asegúrense de llegar a tiempo a la escuela y de hacer sus deberes. Y más te vale cuidar a mi hermanita o tú y yo tendremos problemas- Miró intimidantemente a la pequeña coreana.
—Sí señora- Jisoo hizo un saludo militar sacando una sonrisa satisfecha a la mayor y una divertida a las otras dos.
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La tailandesa se apresuró a bajar de su auto para correr y abrirle la puerta a la castaña en un intento de ser caballerosa y coqueta.
Quería darle buenas impresiones y demostrarle que de verdad le gustaba mucho, sin embargo Jennie solo rió cuando Lisa tropezó con uno de los adoquines decorativos de la mansión casi cayendo.