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Llegó finalmente viernes, el día más esperado, no tendrían clase hasta el martes pues habían suspendido las clases de el lunes.

Camine por el patio de la escuela, exclame asustada al sentir que alguien me tomaba los hombros por detrás y después se reía, conocía esa risa.

Me voltee bastante aturdida y confundida hasta que note a ese chico de gorro azul, lo mire bastante extrañada, esperaba que estuviera jugando con sus amigos o rayando los baños de la escuela como solía hacer.

Extendió una libreta hacia mi, sonreí al verla en perfecto estado — Gracias por prestarme tus apuntes ayer, salvaste mi calificación —

Sonrió con agradecimiento, me quedé callada al verlo, no sabía cómo reaccionar, sonreí un poco y tome la libreta entre mis manos.

Sentí como el se colocaba al lado mío y camino a mi lado.

— ¿Eres niña fresita, no? — me quedé confundida y voltee a mirarlo, fresita? No sabía que decir ante tal comentario.

— ¿Niña fresa? Porque piensas eso? — mi mirada se enfocaba en el con atención, el mantenía la suya en el camino.

— El primer día te veía medio perdida, y a la segunda semana ni hablabas con nadie, eres antisocial o que pedo?—

— No...no se, nunca he estado en una escuela de este tipo— admití algo nerviosa, casi siempre piensan que los educados en casa son o muy raros, o muy religiosos, etc.

— No mames, nunca estuviste en una escuela?— su voz sonó incrédula.

— No! No me refiero a eso...es decir! Osea, fui educada en casa, casi nunca salgo, es eso. —

Rio un poco, su risa era sonora y bastante contagiosa, los ojos de el se enchinaban al sonreír, era algo de lo que me di cuenta.

Al calmarse, oculto sus manos entre los bolsillos de su sudadera — Me asusté wey, pensé que no habías ido a una escuela nunca en tu vida o ese pedo, y que onda contigo? Sales de tu casa y esas madres o no? —

Me quedé callada unos momentos, honestamente no tuve amigos en lo que fue mi niñez y parte de mi adolescencia, pero salía a veces a el súper mercado o a eventos familiares.

— Pues...si los eventos o fiestas familiares y las salidas al súper cuentan...si?— mi voz sonó dudosa, sentí como la mirada de el se poso sobre mi.

— Júrame que nunca has salido a fiestas o a pasear al menos — me tomo de los hombros mirándome con esos ojos tan negros como la noche.

Negué con la cabeza y parecía haber escuchado la cosa más impactante en toda su vida, sus labios se entreabrieron incrédulo, desvío la mirada bastante pensativo y después sonrió para mirarme.

— Has probado los elotes de Don Fede? — parecía haber tenido una idea, negué nuevamente. — Necesitas llegar temprano a tu casa hoy? — de nuevo negué con mi cabeza y el sonrió.

— Después de las clases, agarrate fuerte porque vas a probar lo más chingón que has probado en tu vida — había comido elote antes, obvio, pero siempre los comía con sal y limón, no me gustaban preparados.

El timbre sonó y el dió palmaditas en mis hombros para después agitarme un poco y salir corriendo. — Nos vemos más tarde niña de casa! —

Me quedé atónita ante el apodo, era la primera vez que me llamaban así, atiné a hacer un ademán con mis manos despidiendome de el.

𝐇𝐨𝐦𝐞 𝐆𝐢𝐫𝐥 ; K!QuackityDonde viven las historias. Descúbrelo ahora