𝑸𝒖𝒂𝒄𝒌𝒊𝒕𝒚 era uno de los más famosos en esa escuela, principalmente por ser uno de los alumnos más problemáticos, nadie sabía cómo logro pasar de año.
_______ nunca había salido de su casa, o bueno, casi nunca, estudiaba en línea hasta ese dí...
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— ¿Que estás diciendo? —
No supe que responder. Llegar de la nada al momento en que mi amigo terminó dañado, en al enfermeria, y me reciba de esta manera es como si mi cerebro recibiera un choque eléctrico y dejara de funcionar.
Quackity bufó molesto.
— Que te vayas, no te quiero ver. Esto es tu culpa. — Sus palabras eran tan duras y tan frías que se sentían como una daga, pero una llena de veneno que me sedaba y me dejaba sin saber como actuar.
Comencé a sentirme algo mal— ¿Hice algo malo? ¿Te hablé mal? Perdón, traigo la cabeza en las benditas nubes, todo es culpa de los ex-... — Me callé en el momento en que observé como lo molestaba mi voz.
El frío metal de la barandilla de la camilla a la que me agarraba era igual de frío que su mirada. Y aún peor era ver su rostro con una venda y ligeramente magullado. Con hematomas en sus mejillas.
— Vete.
Esas palabras eran tan horrendas, una tortura auditiva. Esa voz tan alegre que siempre escuchaba salir de él o reír tan escandalosamente, ahora era seca como una hoja en el otoño frío.
Apreté mi mandíbula sin saber que hacer o como actuar, desviando la mirada hacia abajo mientras sentía la migraña aparecer y mi corazón estrujando.
El sonido de la silla con ruedas sonó al levantarme. Tome mi mochila y saqué mi libreta para dejarla en su regazo de manera callada.
— Las notas de hoy.
El sonido de mis zapatos alejándose era lo único que se escuchaba en la enfermeria, tome la perilla de la puerta y la abrí antes de un azoton, cerrarla.
Observé la ventana frente a mi, comencé a sentir mi estómago revolverse y puse mi mano en mi camiseta, apretándola mientras dejaba escapar suspiros.
Me sentía tan mal.
Mis ojos picaban con señal de comenzar a soltar lágrimas. Pase mi mano por las paredes de la escuela mientras me dirigía vagamente al baño.
El sonido del timbre de salida se escuchó, pero para mí solo fue borroso, como algo lejano. Mis oídos estaban llenos del sonido de mis latidos.
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