Suguru se dirigió al hospital por enésima vez esa semana, con las manos en los bolsillos de la chaqueta y la nariz hundida en la bufanda de lana que lo protegía del clima frío.
Habían pasado dos meses desde la visita de Satoru a su casa, y desde entonces, Suguru descubrió que ir al hospital se había convertido en una rutina diaria para él. E incluso si no fuera, seguiría pasando sus días enviándole mensajes a Satoru, ya sea mensajes de texto, correo electrónico o algún chat de video ocasional.
Exhaló por la nariz y entró al hospital, saludó a la mujer de la recepción (que ahora conocía por su nombre) y se quitó la bufanda que llevaba alrededor del cuello. Suguru ya sabía adónde tenía que ir.
Ascendió esos familiares escalones, saludó a los rostros familiares y dobló esa esquina familiar que sabía que lo llevaría a la habitación de Satoru. Se le escapó otro suspiro, lento y casual, pero contuvo la respiración cuando notó a otra persona sentada afuera en el pasillo, a varios metros de la habitación, donde los visitantes podían pasar su tiempo.
Suguru miró fijamente a la pequeña mujer durante un largo segundo, sabiendo que no levantaría la vista para atraparlo viéndola. Tenía la cabeza gacha y su atención pertenecía únicamente al PSP en sus manos, que la mantenía entretenida.
Normalmente, Suguru se habría alejado en ese instante para dirigirse con Satoru, pero mientras se acercaba a su habitación, pudo escuchar dos voces provenientes del interior. Una de las voces pertenecía a Satoru. La otra, no tenía ni idea. Suguru hizo una pausa y agarró la correa de su bolso. Dudando, se giró sobre un pie para mirar a la pequeña que estaba sentada a su lado. Sintiendo que sería de mala educación interrumpir la conversación de Satoru con quien fuera la otra persona, Suguru caminó hacia los asientos y se sentó a una silla de distancia de la mujer.
Suguru tamborileó sus dedos silenciosamente contra sus pantalones.
—... ¿Estás aquí para ver a Gojo Satoru?— Suguru preguntó en un tono equilibrado.
—No. Mi amiga sí—. La mujer habló en voz baja, baja y melancólica. O tal vez no melancólica, sino más bien apática.
Apatía-kun. El apodo apareció en la cabeza de Suguru por un breve segundo. No estaba muy seguro de por qué.
—¿Tu amiga es amiga de Gojo?
—Sí. Son viejos amigos—. Puso pausa en su PSP y golpeó un extremo contra su palma abierta. —Solían estudiar juntos. Hace unos años
Suguru se reclinó en su asiento. —Ah, ya veo—. Sintió la necesidad de mantener a raya la mayoría de sus preguntas. Su compañía no parecía del tipo de persona que socializaba tan abiertamente, por lo que pensó que las consultas simples estarían bien, especialmente si las mantenía al mínimo.
—¿Puedo preguntarte cómo te llamas?— Suguru le consultó.
El pequeño pulgar de la chica frotó la pantalla de la consola para eliminar una mancha. Levantó la vista, miró a Suguru a través de su flequillo negro azulado y enderezó su espalda de la manera más mínima posible.
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In Another Life [SATOSUGU]
Fiksi Penggemar|AU| Dormir no era tan fácil como antes. Satoru lo sabía, y ahora Suguru también lo hacía. . . ESTA HISTORIA NO ES MÍA. Todos los créditos correspondientes a LittleLuxray en AO3, ella es la autora de esta historia que, originalmente, es del shipp B...