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UNA BOCINA y muchos murmullos comenzaron a oírse fuera de la Torre, el auto en el que los chicos se irían había llegado y todos los habitantes de la isla se acercaron de lo chismosos que eran.
Cheryl tomó su bolso y salió igual que los demás, al llegar afuera los chicos se sorprendieron de ver una limusina con un guardia que ofrecía ser el chofer esperándolos.
— Confío en ti, mi pequeña rosa.— Dijo la reina roja despidiéndose de su hija.
Cheryl asintió, algo temeroso, pero luego se alejó para subirse al auto, donde ya estaban Evie y Jay, pero un grito la detuvo.
— ¡Abran paso!— Era Carlos escapando de su madre.
Cheryl abrió la puerta y dejó la entrada libre, así que cuando Carlos llegó solo entró de un salto al auto y luego ella logró subir, impidiendo que Cruella siguiera a su hijo.
— Gracias.— Dijo Carlos una vez dentro del auto, Cheryl solo asintió. Una vez los cuatro dentro voltearon adelante y vieron una enorme y excesiva cantidad de dulces, rápidamente Jay y Carlos comenzaron a pelear por conseguir la mayor cantidad.
Una vez Mal subió, el chofer igual y la limusina empezó a andar. Cheryl tomó una paleta roja en forma de corazón y comenzó a chuparla mientras miraba por la ventana.
— Hoy estás algo pálida, déjame ayudarte.— Habló Evie mientras de su bolso de mano sacaba una brocha y un rubor y comenzaba a pasarlo por la cara de Mal, Cheryl las volteó a ver, Mal se negaba e Evie seguía.
— Déjame, quiero pensar.— Dijo Mal golpéanos la mano de Evie, quien miro a Cheryl.
— Tú siempre estás roja, ¿qué rubor usas?— Le preguntó la peliazul, Cheryl solo rodó los ojos y siguió viendo a la ventana.
Mal tomo un control que encontró y apretó un botón haciendo que una barrera que los separa del chofer se abriera y los dejara ver el camino por delante, que solo era la salida que la isla con el puente roto.
— ¡No! ¡Es una trampa!— Gritó Evie señalando al frente, los cinco chicos se asustaron y temieron por sus vidas juntando y comenzando a gritar esperando el impacto de la caída del auto, la cual nunca llegó, de pronto una especie de brillo dorado comenzó a aparecer por las ventanas del auto, cuando los chicos levantaron la mirada se dieron cuenta de que un puente dorado mágico comenzó a crearse.
— ¿Qué está pasando?— Preguntó Carlos reincorporándose.
— Debe ser magia.— Respondió Evie feliz.
— Oye, ¿es este el botón que abrió la barrera mágica?— Le preguntó Mal al chofer exigiendo saber.
— No, este abre la barrera mágica.— Respondió el chofer mostrando un control blanco. — Y este abre mi garage. Y este...— Mencionó apretando otro botón y la ventanilla negra volvió a subir y ya no pudieron volver a ver al chofer. Dejando a Mal hablando sola, Cheryl río burlándose de la situación.