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VOCALOID NO ME PERTENECE, LA HISTORIA TAMPOCO, ES DE JANINA PEREZ DE LA IGLESIA, YO SOLO LO ADAPTO PARA USTEDES.

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El viejo Chevrolet del 75 arrastraba por las calles su pesada carrocería, rumbo al gallinero, mientras yo no paraba de preguntarme porque me sucedían esas cosas a mí. Luki sonreía al volante, feliz de su hazaña. Durante todo el camino no pude hacerle nada; me tiene prohibido hablarle mientras conduce, alega que sus reflejos son una completa mierda y solo le sirven para librarse de los ineptos automovilistas de hoy en día. ¡Como si alguno se fuese a atrever contra la lata dura de su auto! Es lo único bueno que tiene: todos nos dejan el camino libre.

El pobre cachorro no tenía la culpa de nada, pero yo calmaba mi furia sacando por una esquina rota el relleno de su asiento, mientras esperaba el momento de que se apagara el motor para poder desahogarme. Por suerte el tráfico no estuvo pesado y llegamos pronto; de lo contrario, solo hubiesen quedado forro y muelles para sentarse.

-Onii-san ¿Cuántas veces te he dicho que no me hagas eso? -le reclame, mientras se metía apresuradamente a la casa, tratando de huir de mis reproches. Pero yo no me iba quedar así. Esta vez era diferente. Había una chica de por medio.

-Te voy a preparar el almuerzo-me dijo, dirigiéndose a la cocina, sabiendo que de esa manera terminaría la conversación. Pero yo la seguí a los calderos, donde simulaba estar muy ocupada.

-Tienes que escucharme. No quiero que me recojas en la salida y menos aún que me llames "pollito" delante de mis compañeros de clase-ya eso era más de lo que normalmente yo hablaba. Mi hermano notó algo raro en mi actitud reclamante.

- ¿Sucede algo Luka-nee? ¿Tienes algún problema? -me preguntó, mientras ponía su mano en la cabeza.

- ¡El único problema es que ya tengo catorce años y en esta casa nadie se quiere dar cuenta de eso! -le reproche amargamente y me marche a la habitacion.

Jamás le había hablado asi a Luki, él para mí es muy especial. Es la figura materna que no he tenido ya que Lena suele estar muy ausente en casa.

- ¿Puedo pasar? -pidió, mientras empujaba la puerta. Yo seguía tirada en la cama, sin ganas de nada. Ni siquiera tenía ganas de sentir hambre, por eso no tome en cuenta cuando anunció: -Ya el almuerzo está servido.

-No quiero comer-respondí, rebelde. Aun me resonaba el piar de los chicos en mis oídos. Luki hizo como que se marchaba y al llegar a la puerta le dijo al techo:

- ¡Y yo que hice costillitas...!

- ¡Costillitas! -aullé, saltando directo de la casa para comérmela a besos. ¡Por enfrentarme de esos huesos era capaz de perdonar cualquier cosa!

Durante el almuerzo puse a un lado todos mis problemas, no cabían en el plato. El lateral del cerdo lo ocupaba todo.

- ¿Y mama? -pregunté con la boca llena a punto de atragantarme.

-Está con los editores-respondio con un largo suspiro, mientras alisaba con el dedo las arrugas del mantel. Yo sabía lo que eso significaba. Debíamos estar preparados, pues un terremoto categoría cinco arrasaría en cualquier momento en nuestra casa.

Cada vez que Lena acababa un libro era asi. Se pasaba meses golpeando las teclas del computador encerrada en una habitación a la que dábamos el pomposo nombre de oficina. Menos bañarse y dormir, hacía todo lo demás allí. Esos meses vivía en su mundo, sin enterarse de nada. Nosotros la dejábamos, porque sabíamos que despues de que le rechazaran el libro, volvería a ser nuestra por un tiempo. Hasta que se le pasaba la frustración y comenzaba todo de nuevo.

El DisfrazDonde viven las historias. Descúbrelo ahora