𝟏. É𝐥

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Capítulo 1

SOUTHLANDY  - CASTILLO WORWICK
AÑO 251 D.C.  A.V.


Cerrando uno de sus ojos de color gris intenso, el príncipe Valerio Worwick fijó la mirada en el blanco mientras tensaba su arco, deseando acertar con su flecha en el punto medio. Se tomó unos segundos observando bien el objetivo y, cuando estuvo listo, soltó la flecha, dando justo en el blanco.

—Excelente, mi príncipe —elogió Sr Ewin al rubio tras su acierto—. Tuvo usted un excelente tiro.

Valerio observó la flecha a la distancia con detenimiento, mientras la brisa jugaba con su larga y ondeada cabellera rubia dorada y entrecerró los ojos, intentando enfocar su mirada en la flecha sin mirar al Sr Ewin.

De forma abrupta, Valerio le indicó al hombre que se callara, colocando su dedo sobre la boca y señalándole que guardara silencio, para luego caminar hacia el blanco donde había impactado la flecha. El guardia, confuso, lo siguió.

Valerio observó la flecha como si estuviera calculando la distancia y el punto en el que había caído, con mucho detenimiento.

—Fue un buen tiro, príncipe —volvió a repetir el comandante del ejército arquero.

Valerio movió sus ojos grises hacia el Sr frunciendo el entrecejo, y lo miró. —¿De verdad cree usted, Sr, que fue un buen tiro? —preguntó Valerio, sonando poco convencido.

—Sí, mi príncipe, siempre ha sido perfecto.

Valerio llevó el dedo a su ojo y luego lo dirigió al punto donde impactó la flecha, indicándole al guardia que observara bien, clavando más su mirada en el hombre. Entonces, el guardia lo vio.

La flecha no dio en el blanco como tal.

—No importa cuántos milímetros hayan faltado para dar en el blanco, Sr, simplemente no lo dio. Así que le pido amablemente que no diga que fue un tiro perfecto; no me gustan los elogios baratos y sin fundamentos, no los necesito.

—Todos en el reino saben que es usted, mi príncipe, un excelente arquero.

—¿Sí, verdad?

Valerio empezó a sonreír mientras acomodaba sus guantes de montar en cuero marrón, para luego soltar una agradable carcajada, invitando al Sr Ewin a que también se riera con él. De un momento a otro dejó de reírse, endureciendo sus facciones y, con voz gruesa y firme, dijo:

—Le voy a pedir con mucho decoro que corrobore bien qué está enseñando a los arqueros, señor. —De golpe, al guardia se le borró la sonrisa del rostro—. Su punto de vista sobre un tiro perfecto me parece mediocre, soso y peligroso.

El hombre agachó la cabeza ante las palabras de Valerio, sintiéndose regañado de alguna forma, mientras que el príncipe se subía a su caballo de melena blanca para irse del campo de tiro y dirigirse al castillo Worwick.

Poco tiempo después, el príncipe Valerio arribó al castillo Worwick e ingresó al patio de armas. Él bajó de su caballo, entregándolo a la persona encargada para que lo resguardara correctamente, y se dirigió hacia los pasillos para encontrarse con Lord Havel, el consejero del rey rubio Dafert Worwick, padre de Valerio.

—Su alteza —el hombre se reverenció—. Le ha llegado a usted un comunicado desde Roseskings. —El Lord le extendió el papel al príncipe, y este lo agarró.

El rostro de Valerio se iluminó al saber de dónde provenía el comunicado, y con una sonrisa en el rostro procedió a abrirlo y observarlo por unos segundos, para después guardarlo en el bolsillo del pantalón de su traje militar.

𝐄𝐋 𝐑𝐄𝐘 𝐀𝐑𝐐𝐔𝐄𝐑𝐎 - 𝐀𝐍𝐓𝐄𝐒 𝐃𝐄 𝐕𝐀𝐋𝐊𝐎 𝐸𝑁 𝐸𝐷𝐼𝐶𝐼Ó𝑁 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora