𝟓. 𝐁𝐎𝐃𝐀𝐒 𝐃𝐄 𝐎𝐃𝐈𝐎

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Capítulo 5

Advertencia

Este capítulo puede contener lenguaje y tratos ofensivos (recuerda que es una historia de época), si decides leer que sea bajo tu responsabilidad.

El príncipe Verti yacía muy temprano, como de costumbre, en la biblioteca leyendo y estudiando tratados de la casa, ya que había sido delegado para estudiar las leyes antiguas del reino de Hillcaster. Valerio había sugerido esto para buscar no solo una forma militar de hacerlos caer, sino también una forma política y estratégica de doblegarlos aún más a los pies de los Worwick.

La concentración de Verti se vio interrumpida cuando, a través de las puertas, entró Valerio, llamando la atención del rubio.

—¿Qué haces aquí?

—Necesitamos hablar.

—¿De qué?

—De Luna, es obvio.

Ambos hermanos se miraron con cierto recelo.

—¿Vienes a restregarme tu victoria con ella? —preguntó Verti, sonando algo irritado.

—Debería —Valerio se recostó ligeramente en el escritorio—, pero sinceramente no lo siento así. No te hagas el imbécil, que sabes bien que yo tenía otra prometida con la que sí me quería casar y también tenía otros planes.

—¿Y eso qué? Al final, todo parece estar diseñado para favorecerte a ti.

Valerio sonrió, sintiendo las palabras de Verti cargadas de celos.

—Siempre has querido tener mi lugar, ¿no es así?

—¡No es justo que todo se te dé sin hacer ningún mínimo esfuerzo!

—¿Te parece que hacer lo que los demás digan es gratificante? —Valerio se acercó a Verti—. Tú puedes hacer lo que quieras y tener a quien quieras. Eres demasiado irrelevante para el reino, lo que te posiciona en un lugar donde no se te exige ni mucho ni poco, solo lo necesario.

—¡No soy tan irrelevante! —exclamó Verti, con rabia—. Si los dioses lo deciden en algún momento y tú abandonas este mundo sin dejar un heredero, yo tendría que ocupar tu lugar y adoptar todo lo que has dejado y…

—¿Quedarte con Luna?

La mirada irritada de Verti se clavó con fuerza sobre Valerio, mientras este se reía, viendo cómo su hermano se descubría a sí mismo junto con sus deseos más internos, lo que era más que obvio que él no debía hacer.

El tema de la muerte del heredero al trono, como lo sugería Verti, era algo muy serio, ya que cualquiera lo podría tomar como un deseo de muerte hacia el futuro rey elegido por los dioses, lo que significaba una ofensa a la voluntad de los mismos. Sin embargo, él no pudo evitar revelar sus pensamientos.

—Ella era la mujer a la que quería hacer mi esposa.

—Pues, ¡qué mal, hermano! Porque eso no podrá ser. Escúchalo bien, Verti: aléjate de mi prometida y no me provoques. Si estás pensando que la muerte puede solucionar tu conflicto, me encargaré de dejar por sentado que, si llego a faltar alguna vez, nadie, ni tú, pueda desposarla. ¿Entendido?

—Tú no la quieres.

—¿Y qué te importa a ti si no la quiero? En unos días, ella será mi esposa. Pero no te preocupes; todo eso que pensabas hacerle en su noche de bodas, yo lo haré por ti, y te prometo hacerlo mucho mejor —se burló Valerio una vez más, endureciendo la expresión de Verti—. Mantente alejado de ella, estás advertido.

𝐄𝐋 𝐑𝐄𝐘 𝐀𝐑𝐐𝐔𝐄𝐑𝐎 - 𝐀𝐍𝐓𝐄𝐒 𝐃𝐄 𝐕𝐀𝐋𝐊𝐎 𝐸𝑁 𝐸𝐷𝐼𝐶𝐼Ó𝑁 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora