Capítulo 5

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Un par de semanas más tarde, mientras Tao rodaba su silla de vuelta de la terapia física, se encontró un caos desatado en la enfermería. Parecía que una misión había ido mal, porque estaban llevando un montón de heridos.

Incluso desde su punto de vista, pudo ver que el personal de enfermería se veía desbordado cuando camilla tras camilla de soldados ensangrentados y muertos iban llegando. Los suelos estaban cubiertos de rojo y de equipo médico. El aire apestaba a sangre y carne quemada, y los sonidos de los gritos eran fuertes.

Por un segundo, Tao se congeló cuando recordó de nuevo el momento en el que fue atacado y herido en la enfermería. Entonces vio que llevaban a otro soldado, y apartó sus pensamientos. Girando a la cama, dijo: —Bájenlo un poco para que pueda llegar al paciente.

Una vez que hicieron lo que les pedía, Tao cogió un carro de suministros en las inmediaciones y lo arrastró hacia él. Evaluó al paciente, haciendo una mueca ante las numerosas heridas de bala que empañaban el cuerpo del cambiaformas. Maldita sea, ¿cómo podía alguien tener tantas balas y seguir con vida?

Tao abrió los cajones y sacó un apósito, además de las gasas yodadas para detener un poco la hemorragia hasta que fueran capaces de llevar al soldado a cirugía. También tomó los suministros para fijar una IV y los puso en la camilla.

Después de eso, se quedó completamente absorto en su trabajo, cerrado a todo lo demás. Una vez que el paciente estuvo estabilizado, le trajeron otro y luego otro. Tao podía sentir que estaba agotando y tembloroso, pero eso no hizo que se atreviera a parar, no cuando había tantas personas que necesitaban su ayuda.

Finalmente, después de lo que parecieron horas, pudieron empezar a tratar a los que tenían heridas más leves. Los que requerían solamente puntos básicas y similares. Ya que Tao podía hacer eso hasta soñando, el trabajo fue mucho menos exigente. Estaba terminando con su tercer paciente cuando Wu se acercó, y, a juzgar por la expresión de su rostro, no estaba muy feliz.

—¿Qué demonios crees que estás haciendo? —exigió el doctor.

Tao le dirigió una mirada de soslayo. —Sé que has estado ausente por un tiempo, pero seguramente te acuerdas de como se ve darle puntos a alguien.

—Deberías estar en la cama, no tratando pacientes.

—Necesitabais la ayuda, y yo estaba aquí. Tenía sentido que ayudara. Además, ¿no eres el que siempre está diciendo que no debería ser mimado demasiado?

Dios, cómo le encantó a Tao poder lanzarle al hombre sus propias palabras a su rostro. Si pudiera, se habría levantado y había hecho un baile feliz. Incluso habría añadido un meneo de culo al final por si acaso.

—No quise decir que debieras comenzar a tratar pacientes —dijo el doctor con la cara roja de ira.

Ah, era como en los viejos tiempos. Todo lo que faltaba era que el doctor le dijera a Tao el apestoso médico que era. Entonces las cosas serían perfectas.

—Necesitabais la ayuda, y yo estaba aquí. Así que deja de quejarte y di gracias —espetó Tao.

Wu se pasó una mano por el pelo y dejó escapar un gruñido agraviado. Otra de las cosas que solía hacer en los viejos tiempos. —Tienes que ir a limpiarte y volver a la cama. Debes estar agotado.

En realidad, Tao estaba más allá de agotado, pero moriría antes de admitirlo. —En realidad, me siento como un patito de goma. Pero si insistes, voy a cambiarme y tomar una siesta para hacerte feliz.

Tao agarró un nuevo conjunto de ropa, ya que las suyas estaban manchadas de sangre, y se cambió. Por lo menos, ya no necesitaba ayuda con esa tarea. A continuación, se arrastró lo mejor que pudo y se metió en la cama.

Serie de los CP 25 - El regreso del Doctor WuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora