Capítulo 8

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Dos días más tarde, Kris encontró a Tao en el tejado del Cuartel General. Aunque ya podía caminar, tenía que utilizar dos bastones para ayudarse, pero cada día progresaba más y sólo sería cuestión de tiempo antes de que fuera de nuevo su viejo yo.

Por un momento, Kris se quedó allí y lo estudió. Había recuperado la mayor parte del peso que había perdido, y su rostro se había llenado. El viento soplaba a través de su pelo, haciendo que se rizara ligeramente, los flecos marrones soplando sobre sus ojos. Llevaba un par de jeans que colgaban bajos en sus caderas y una camiseta que era de color rojo brillante con algún personaje de dibujos animados que no reconoció.

—¿Cuál es tu nombre? —preguntó Tao.

Kris se sorprendió de que Tao se hubiera dado cuenta que había estado allí todo el tiempo. —Kris.

Tao sonrió. —Kris. Me gusta. Te pega.

—Pensé que no querrías hablar conmigo de nuevo — admitió Kris mientras se acercaba.

Tao se volvió y le dio una mirada triste. —En realidad, debería ser yo el que se disculpara contigo.

Kris estaba conmocionado por partida doble. —¿Por qué? ¿Qué has hecho?

—Es lo que no hice. He estado tan atrapado en mis propios problemas y comportándome como un mocoso, que te he descuidado.

Kris se atrevió a extender la mano y ahuecar la mejilla de Tao. Cuando este se inclinó hacia el contacto en vez de alejarse, sintió como si hubiera ganado una gran victoria. —No me has abandonado.

—Sí, lo he hecho. No sé nada de ti, y es porque he estado demasiado centrado en mí mismo como para tomarme el tiempo de preguntar. No sé ni de que tribu son tus antepasados.

—Cree.

—¿Así que realmente eres de Canadá?

—Sí, mi familia sigue viviendo allí.

—¿Les echas de menos cuando estás aquí?

—No cuando estoy contigo —dijo Kris. Fue recompensado con una deslumbrante sonrisa.

—Esas cosas que me dijiste la noche de mi cirugía, ¿realmente las querías decir?

Con que Tao recordaba eso. —Lo recuerdas, ¿eh?

Tao asintió. —Sí, estaba un poco ido, pero aun así oí cada palabra que dijiste.

—Sí, lo creo.

Tao se mordió el labio inferior y lo miró preocupado. — Antes de ir más lejos, hay algo que debo decirte. Si no me quieres después, lo entenderé.

—No hay nada que pudieras hacer para que no te quiera.

—No estés tan seguro de eso. Lo que estoy a punto de decirle es extraordinario. Cuando llegué aquí por primera vez le mentí a todo el mundo. Bueno, a todos menos a Yunho y a mis amigos más cercanos. No dejé mi bandada de nacimiento, fui exiliado.

Wow, eso no era lo que Kris esperaba. Por lo general, se necesita mucho para que una bandada exiliara a un miembro. Lo que Tao hubiera hecho debió ser muy malo.

—¿Qué pasó?

—Bueno, como probablemente ya sabes, la mayoría de nuestras bandadas son pequeñas porque fuimos casi borrados del mapa por los Cuervos. Por lo tanto, tendemos a ser muy protectores y reservados con nuestra seguridad y nuestras cosas. Y con razón.

—Eso tiene sentido.

—Me enamoré de un halcón de otra bandada. Creí que era el único para mí. Vaya, me tenía bien engañado. Era el líder, y era mucho mayor que yo. Antes de que me diera cuenta, me tenía envuelto alrededor de su dedo, y yo le estaba contando cosas. Ni siquiera me di cuenta de ello en ese momento porque era muy joven y estúpido, pero le estaba regalando todos los secretos de mi bandada. Una noche la bandada de mi amante vino y destruyó a la mía.

Serie de los CP 25 - El regreso del Doctor WuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora