Capítulo 5

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Baje del carruaje con algo de dificultad, Obito me ofreció su mano pero la rechace. Se apartó de mi y me dijo que lo siguiera, cosa que hice.

El jardín delantero del Palacio ¡era enorme! Siendo así el castillo debe ser aún más grande. Los jardineros me miraban con curiosidad y susurraban entre ellos, por lo visto estoy llamando la atención debido a que estoy con Obito.

Caminamos recto hasta llegar a la puerta de entrada que estaba custodiada por dos grandes guardias.

-Buenas tardes Conde -dijeron al unísono los hombres- su Majestad lo esta esperando.

Obito les sonrió y me tomo del brazo.

-No te separes de mi -ordenó.

No le respondi pero le hice caso, los guardias abrieron las grandes y pesadas puertas dándonos paso para entrar. Pasamos y guau, si que es grande, hay jarrones a lo largo del pasillo entre otras decoraciones. Moví mi cabeza para observar todo, continuamos hacia el frente hasta llegar a una intersección.

Allí había una criada, miro a Obito y luego me miro a mi.

-Buenas tardes Conde -hizo una reverencia- ¿El es el muchacho?

Trague grueso.

-Si, es el -respondió- Llevalo donde están los demás.. -me miro y con dificultad dijo lo siguiente- los demás regalos.

Lo mire confundido y me solté de su brazo.

-¿No se supone que el emperador me había comprado? -le pregunte ya furioso.

-Cachorro...luego te lo explicaré todo-dijo mirando a la mucama- tengo que irme, te veré luego.

Antes de que si quiera pudiera decir algo más la mucama me agarro del brazo impidiendo que fuera detrás de Obito.

-Vamos, hay que entrar.

Me arrastró literalmente al interior de una habitación donde habían varias cosas, como oró, joyas, animales, pajaros, y mujeres, hermosas mujeres.

-Te quedaras aquí hasta que te avise que puedes salir -dijo soltandome- ¡lo mismo va para todas ustedes! -les grito a las mujeres.

Nos dio una última mirada y salio del cuarto. Sobe mi brazo y mire a mi alrededor, las mujeres me miraban con furia. Me dirigi a un rincón de la habitación y me Cruze de brazos, estas serpientes no serán quienes acaben conmigo.

Aguante las ganas de que mis colmillos salieran, cuando estoy enojado o me siento amenazado salen, pero aún sin la orden de su Majestad no puedo mostrar que soy un zorro.

Después de unos minutos ya no me prestaron atención, cosa que me dejo más tranquilo, y viéndolas bien todas traían cosas bastantes caras, joyas, vestidos, abanicos, aretes, me imagino que es para mostrar la riqueza y prosperidad de cada respectivo Reino.

Mire al techo y suspire, si tengo que darle mi cuerpo y pureza al emperador prefiero morir. Para mi no es exagerar, es mi pureza de la que estoy hablando, esto se hace con alguien especial, y yo solo lo haré con la persona que ame. Aunque viendolo ahora no creo que sea posible, entonces moriré Virgen.

Intuyo que pasó más o menos una hora, yo ya me había sentado, las otras mujeres se veian incómodas y aún así preferian seguir así. Pasadas unas dos horas -si, estuve contando el tiempo- las puertas por fin se abrieron.

Me pare inmediatamente, un hombre con un gran sombrero que cubría su cara entró al cuarto con unos guardias detrás de él, primero se acercó al grupo de mujeres.

Reino ZafiroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora