Prólogo

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No hay sendero más misterioso y doloroso que el amor. Todo lo que se comprende de él es banal y, poco o nada se puede decir que no se haya dicho antes.
Carecemos en su totalidad de nombrar las emociones que atraviesan nuestro sentir, abarcándolas en términos ridículos como ese vulgarmente llamado: " las mariposas en el estómago".

Es en esta misma simpleza que se hallan muchos, quienes, cegados por un amor artificial y maquinado, caen en la misma superficialidad que los estudiantes de la neurociencia, revelando un paradigma de conexiones nerviosas que atraviesan todo el proceso de la atracción. Llenos de dopamina, oxitocina, vasopresina y etc. Desvaneciendo el misterio poético que el ser humano ha creado para darle un sentido al amor.

¿Por qué pídale a cualquiera que describa el amor que sienten, ven y perciben? y se verán con las palabras en la boca sin deshacerse de sus términos reduccionistas, hacen mención de un amor programado.

Así, como los científicos se esmeran por desvelar el "proceso" del amor, ellos no se dan cuenta que se pierden, al igual que nosotros, entre sus marañas, en sus trampas y sermones. Dejándose llevar por el deseo, desinhibidos de la razón y apenas el producto que encienden este desenfrenado cariño vuelve, perdemos nuestra capacidad de resistir.

Es un ciclo que se repite eternamente: como la flor que sigue amándose y creciendo, incluso cuando es arrancada un sinnúmuero de veces. Su resiliencia y sacrificio se traduce en amor: se ama así misma y ama a los demás porque no los excluye de su belleza...hasta que, inevitablemente, muere y junto con ella, los grados sentimientos que abrigo en sus finos pétalos.

Si un humano es egoísta por naturaleza y quiero saberlo todo ¿Cómo puede un ser humano egoísta detenerse a contemplar la fragilidad de una pequeña flor que existe bajo su mirada?

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