8. Graffiti

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Sería una gran mentira decir que Cellbit no pensó detenidamente sobre lo que había llegado a su mente la noche que se quedó en casa de Roier, por supuesto, tampoco pudo dormir esa ocasión, y siempre que trataba de alejar su mente de aquellos pensamientos estos terminaban volviendo a él sin querer.

Dos semanas habían pasado desde esa noche, dos semanas donde solo habían hablado brevemente por mensajes. Eso hasta que Roier lo invitó a la taquería de siempre.

—Y me desmayé después de terminar la sesión con la quinceañera, les tuve que decir que fue por el calor –. Terminó de contar.

—Al menos despertaste rápido –.

—¡Tenía qué! Imagina que eres una quinceañera toda estresada y nerviosa porque todo tiene que salir bien en una sola sesión de fotos y el pinche fotógrafo se desmaya –. Explicó el castaño, después rió. —Jeje, Cellbit quinceañera –.

El mencionado lo miró extrañado ante aquello, pero lo dejó pasar cuando la sonrisita de Roier no se borró.

—He estado pensando -. Habló Cellbit. —¿Si tuvieras que adelantar algunos de tus planes lo harías?–.

Roier tomó de su agua fresca pensando una respuesta. —Supongo que sí, no tengo problema con que haga unas cosas antes que otras -. Hizo una pausa breve. —Hablando dé, no quiero aceptar esto pero necesitaré tu ayuda con lo siguiente que quiero hacer -.

—O qué é?–.

Roier sonrió tratando de no avergonzarse, la idea le había llamado la atención, pero decirla en voz alta, especialmente a Cellbit, lo avergonzaba.
—Quiero hacer una pintura –. Murmuró lo suficientemente alto como para que el ojiazul oyera.

—Serio? E que vai pintar?–. El brasileño estaba genuinamente sorprendido, sabía que Roier era bueno dibujando, pero el castaño le había dicho que solo era un hobby y que nunca haría algo grande, escucharlo decir aquello lo tomó por sorpresa. —¿Y vas a vender eso que pintes?–.

—Un pito –. Roier rió y Cellbit rodó los ojos. —'Tas pendejo si crees que la voy a vender, es personal, solo la voy a ver yo, y si acaso tú –. Respondió cruzándose de brazos. —Aunque todavía no sé qué va a ser –.

Cellbit asintió. —Bem, não sei como posso te ajudar mais vou tentar –.

—De hecho... –. Roier rascó su nuca. —Quería que me ayudaras a escoger y llevar la pintura a mi departamento –.

Cellbit levantó sus cejas. —Bom, sim, sim, eu posso fazer isso –. Miro a Roier con los ojos entrecerrados y soltó bromeando: —Quieres que sea tu camión de mudanza, está bien, está bien –. Sonrió. —¿Cuándo lo necesitas?–.

—Pendejo -. Resopló Roier. —Bueno sí, vas a ser mi flete, y sobre cuándo... –. Puso una de sus manos en su mentón, pensando. —¿Cuándo puedes?–.

Cellbit tomó su teléfono y lo miró por unos segundos antes de contestar —El domingo por la mañana puedo –.

—El domingo por la mañana entonces, ¿te mando la dirección?–. Habló el castaño y Cellbit asintió.

 Habló el castaño y Cellbit asintió

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Things To Do [Guapoduo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora