—¿Lisa?Salgo de mi ensimismamiento. Ye Ji me mira paciente mientras sostiene con su mano derecha un cucharón.
—¿Me has escuchado, Lisa?
Parpadeo en su dirección, viendo cómo cruza sus brazos y me frunce el ceño.
—Orégano o perejil, te pregunté.
—Perejil. Siempre se le echa... perejil.
Su mirada, como siempre, me inspecciona antes de preguntar. Me mira de la misma manera en la que una madre miraría a su hija tras enrollarse con su novio en un callejón.
Seeh, no me gusta nada la desaprobación con la que me observa.
—¿Ocurrió algo?—niego— ¿Te robaron? ¿Perdiste una moneda?—la miro y vuelvo a negar— ¿Se averió tu coche y no podrás usarlo esta semana? ¿Se agotaron las entradas del concierto al que tanto querías ir?—no hago nada más que dar negativa a todo lo que suelta.
Finalmente se cansa y aprovecho para decir:
—Solo estoy cansada.
Con trece años que tiene, Ye Ji y yo hemos pasado tanto tiempo juntas que sé, por la forma en que me mira, que es consciente de que hay algo mal conmigo. No preguntó nada cuando llegué y lo primero que hice fue cerrar con llave mi habitación, ni siquiera se acercó a mí cuando contemplé por una hora entera un viejo jarrón que guardo en una recóndita esquina cerca de la puerta de entrada. Pero ahora, cocinando conmigo, sabe muy bien cuán extraño es mi silencio.
—Si este plato que llevo planeando meses no sale bien—me acusa con un tenedor— ten cuidado de dejar la puerta abierta esta noche, Lalisa Manoban. La muerte te acechará
Eso me saca una pequeña sonrisa.
Desde hace unos meses Ye Ji anda asimilando el hecho de convivir con su padre de nuevo, mi vecino de al lado. Hace un año que sus padres se divorciaron y, al fin, la custodia es compartida. Ella dice no querer decepcionar a su padre con sus dotes excelentísimos en gastronomía. Yo, por otra parte, sé de antemano que ni haciéndole un huevo frito podría decepcionarlo. El señor Suh ha vivido los pasados años a base de latas de atún, fideos instantáneos y Pepsi. Y yo le veo bastante bien, subido de peso, pero bien.
—¡Yah! ¡No quemes mi sopa!
Apago de inmediato los fogones.
—Ups.
A penas son las seis y media cuando emplatamos el caldo. Cocinar me mantiene ocupada, y mantenerme ocupada significa no cavilar en exceso, algo que me va muy bien ahora que no hago nada más que pensar en lo sucedido horas atrás. En el taller. Cuando Jeon...
—¡Empleados de porquería!
Tanto Ye Ji como yo nos quedamos atónitas ante el estruendo de ese grito. Viene de afuera de mi casa.
—¡Pedí el encargo específicamente para hoy! ¿¡Y me vienen con que no puedo tener de vuelta mi coche por su incompetencia!?
Con bastante rapidez me deshago de mi delantal y le pido silenciosamente a Ye Ji que me espere dentro. Me acerco a la puerta y al abrirla, me topo de frente con la imagen de un cuarentón desaliñado y enfurecido con su teléfono.
El señor Suh.
—Quiero mi coche, ¡lo quiero ahora!
Las mejillas completamente rojas y ni siquiera se digna a saludarme. Creo que todavía no ha notado mi presencia porque camina de un lado a otro.
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If you© || Lizkook
Fanfic¿Fuga de aceite? ¿Embrague defectuoso? ¿Cambio de neumático? A Lisa poco le preocupa averiar su auto porque sabe que cuenta con el mejor salvador ante cada uno de sus apuros: Jeon Jungkook. A lo mejor, haber quedado prendada de él fue lo peor que pu...