Pʀᴏ́ʟᴏɢᴏ

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Fabio, Maurizio y Federico ya habían metido el equipaje al avión, y todo mi equipo de seguridad ya estaba dentro, excepto Giulio, que siempre iba cuidando mi espalda

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Fabio, Maurizio y Federico ya habían metido el equipaje al avión, y todo mi equipo de seguridad ya estaba dentro, excepto Giulio, que siempre iba cuidando mi espalda.

Subí las pequeñas escaleras para entrar al avión y me acomodé en uno de los asientos junto a la ventana. Giulio se había desviado a la barra, y después de un par de minutos regresó con dos vasos de whisky. Me dio uno y se sentó frente a mí.

—¿Ya aceptó Çenk? —le pregunté.

—Aún no hemos podido localizarlo, pero estamos trabajando en eso —bebió de su vaso—. Parece que el hombre está decidido a salirse.

—No me sorprende —bebí de mi trago—. Desde hace años que Çenk ha estado buscando la manera de salirse, y el embarazo de su esposa es la excusa perfecta para hacerlo —el avión comenzó a moverse por la pista.

—¿Crees que en verdad vaya a retirarse?

—No lo sé. Es realmente difícil alejarse de esta mierda, pero Çenk es un obstinado, y si algo se le mete en la cabeza, no hay manera de detenerlo —finalmente, el avión comenzó a inclinarse hacia arriba y en segundos ya estábamos en el aire.

Giulio se rió y se terminó su whisky de un trago, lo dejó en su mano y se dedicó a jugar un poco con el vaso.

—Seguiré intentando localizarlo —cerró el tema y yo asentí.

Giulio se puso sus audífonos y se recostó en el asiento. Habían sido semanas muy ajetreadas y seguíamos con mucho trabajo, así que entendía que quisiera descansar un rato. Aunque yo quería hacer lo mismo, tenía mucho trabajo por hacer.

El zumbido constante de los motores del avión llenaba el silencio de la noche mientras surcábamos el cielo estrellado sobre el océano Atlántico, rumbo a Miami. Estaba completamente metido en los informes financieros, apenas notaba el suave vaivén del vuelo. Sin embargo, mi tranquilo análisis se vio interrumpido por un repentino estruendo y la sensación de un sacudón violento, despertando a Giulio y tomando toda mi atención.

—¿Qué carajo? —susurré.

—¿Turbulencia? —preguntó Giulio, quitándose los audífonos.

—No lo creo —de repente, el avión tembló violentamente y las luces parpadearon antes de extinguirse por completo.

—¿¡Qué mierda!? —gritó Giulio mientras su cuerpo se iba hacia un lado por la inercia. La oscuridad nos envolvió mientras el avión se sacudía como una hoja en el viento.

El avión se estabilizó después de unos segundos de agitación. Las hojas de los informes se habían regado en el suelo y comencé a recogerlas. Sea lo que sea que haya sido eso, no fue por culpa de la maldita turbulencia.

—¿Qué carajo está pasando? —volteé a ver a Giulio.

—Iré a revisar —se puso de pie para ir a la cabina. Después de unos minutos, regresó—. Parece que tenemos un problema.

—¿Parece? —lo miré, y él solo se quedó en silencio—. Ya, escúpelo, Giulio.

—El sistema de navegación está dañado, jefe —lo vi mientras veía en sus ojos los mismos pensamientos que tenía yo—. Vamos a tener que aterrizar de emergencia.

—Jodidamente perfecto —dije con sarcasmo mientras me apretaba el puente de la nariz.

Giulio volvió a sentarse, el botón para que abrocháramos nuestros cinturones se encendió. Aseguré el mío mientras Giulio y los demás hacían lo mismo. El avión giró levemente, miré por la ventanilla y vi las luces titilantes de una ciudad. Por la ubicación, sabía que no íbamos a Miami; estábamos al noreste de Estados Unidos, probablemente en Nueva York.

El avión comenzó a descender despacio con un rugido ensordecedor. Tocamos el suelo y, una vez que el avión estuvo estable, pude ver a los pilotos hablando en la cabina. Esto definitivamente estaba jodido.

—Ve a ver qué mierda fue lo que ocurrió, Giulio.

—Claro, jefe.

Justo cuando Giulio estaba por levantarse, uno de los pilotos salió de la cabina y se dirigió hacia nosotros. Podía sentir la tensión apoderándose de él; su cara de pánico y confusión me indicó que algo realmente malo había sucedido.

—Dílo —dije de inmediato.

—Cortaron los cables que controlan el sistema de navegación, señor Moretti —un escalofrío recorrió mi espalda, esto confirmaba lo que pensaba.

—¿Se puede reparar? —pregunté con algo de molestia. No iba a hablar de lo que sospechaba, no aquí.

—Sí, pero tardaremos un rato —volteó a la cabina donde el copiloto estaba revisando los cables mientras hablaba por teléfono—. El sistema de navegación es complicado y no sabemos qué tanto daño hubo —pasó saliva duramente, el hombre estaba realmente asustado—. Será como una hora, más o menos.

—Jodidamente genial —susurré mientras me apretaba el puente de la nariz—. Solo arreglen esto —dije cortante.

Hice una seña a Giulio, él entendió y llamó al resto del equipo para que bajara del avión. No tenía caso que estuviéramos arriba del avión durante más de una hora. Lo único que quedaba era entrar al aeropuerto y esperar, lo que me hacía poner de peor humor. Odiaba los aeropuertos y odiaba las multitudes.

Le di la orden a Fabio para que se quedara a supervisar que el capitán y el copiloto no la cagaran. El resto entramos al aeropuerto y nos sentamos en un lugar apartado. Giulio estaba a mi lado, como siempre.

—Fue intencional —dijo algo bajo, y sabía que lo hacía porque tenía el mismo pensamiento que yo.

—Lo sé —imité su tono de voz.

—¿Crees que haya sido uno de los nuestros?

—Es la opción más segura, nadie más que ustedes tenía la ruta del avión —miré a mis hombres, que estaban esparcidos alrededor, y me pregunté quién de ellos había sido el infeliz hijo de puta que se había atrevido a traicionarme.

—¿Un soplón?

—Seguro trabaja para los rusos o la Yakuza.

—¿Quieres que investigue?

—Sí, pero no empieces ahora. Espera a que lleguemos a Miami —asintió—. Solo sé discreto.

—Sí, jefe.

Sabotaje, esto fue un jodido sabotaje. Y vino de parte de alguien de mi equipo. Voy a descubrir quién es el puto soplón y cuando lo haga, el cabrón infeliz va desear no haberme traicionado porque pagará muy caro por intentar matarme. Observé a todos mis hombres con los ojos llenos de furia. Cuando descubra a la rata, voy a matar al hijo de puta con mis propias manos y voy a disfrutar mucho haciéndolo.

Pasión Prohibida (Deseos Prohibidos #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora