xxɪɪ

159 14 3
                                    

La habitación estaba sumida en una suave penumbra, iluminada solo por los tenues rayos de luna que se filtraban a través de los grandes ventanales

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

La habitación estaba sumida en una suave penumbra, iluminada solo por los tenues rayos de luna que se filtraban a través de los grandes ventanales.

Mis dedos acariciaban lentamente la suave piel de Sherisse, recorriendo su brazo y bajando hasta su cintura. Repetían ese camino una y otra vez mientras besaba su cuello.

Intenté, de verdad intenté mantenerme a raya. Hice todo lo posible por no tocarla. Tenía esta estúpida idea de mierda de que mientras más tiempo pasara lejos de Sherisse, sin tocarla ni besarla, mis ideas se aclararían, creía que estos sentimientos desaparecerían, pero no, solo se hicieron más y más fuertes con el paso de los días.

Cuando llegué a la habitación, Sherisse estaba recostada de lado sobre la cama. Mi camiseta se había enrollado sobre su cuerpo, dejándome ver sus piernas por completo. Estaba medio dormida, así que me recosté a su lado y comencé a acariciarla para que se durmiera por completo. ¿Por qué carajo estaba haciendo eso? No tengo ni puta idea. Pero se sentía bien. En un momento, Sherisse se giró hacia mí y mi camiseta se enredó aún más, mostrándome el inicio de sus bragas de encaje. Eso fue suficiente para que perdiera el control, no pude resistirme y comencé a acariciar su cuerpo y a besar su cuello.

Sus ojos se comenzaron a abrir poco a poco ante mis caricias y mis besos. Sus jadeos eran suaves y se mezclaban perfectamente bien con los susurros de la noche.

—Massi... —susurró ella con la voz aún medio somnolienta.

¡Joder! Ese apelativo nuevamente. Nunca había dejado que nadie usara uno conmigo y nunca le había puesto un apelativo a nadie. Pero por alguna razón con Sherisse se sentía jodidamente bien.

Le hice un sonido para que guardara silencio y seguí acariciando su piel.

—Solo sigue durmiendo, Sherry —le susurré al oído antes de dejar una ligera mordida en su cuello.

Ella soltó un jadeo y de inmediato sus ojos azules se abrieron y se encontraron con los míos.

—No puedo hacerlo si tú sigues haciendo eso, Massi.

De repente el sonido de un estampido resonó por la casa, seguido por el estallido de cristales rompiendose. Todos mis sentidos se pusieron en alerta y en cuestión de segundos ya había saltado de la cama. Sabía perfectamente que eso había sido un disparo. Había escuchado demasiados a lo largo de mi vida como para reconocer el sonido de uno.

De nuevo otro disparo se escuchó y después le siguió una rafaga de cuatro disparos. De inmediato se instauró el caos en la casa, podía escuchar las voces de mis hombres y el sonido de sus pasos yendo y viniendo fuera de la habitación.

Con mis sentidos en alerta máxima, escuchaba los disparos resonando en la casa. Me acerqué a la cama y tomé mi arma de debajo de la almohada. Sherisse me miró claramente sorprendida al ver que tenía un arma allí.

Pasión Prohibida (Deseos Prohibidos #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora