One Shots Scream Girls

Celos

Advertencias: Tara posesiva y Omegaverse.

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Salir con Tara fue lo mejor que pudiste haber hecho por tu vida. La Alfa baja te trató con respeto y justicia, y se aseguró de que todas tus necesidades fueran atendidas al instante. A cambio, mimaste a la Alfa, la atendiste siempre que pudiste y te aseguraste de que se sintiera tan segura todos los días como tú.

—¿Qué tienes en mente, amor? —Preguntó Tara, mirándote desde su posición en el sofá.

Estabas masticando la punta de un bolígrafo, prestando sólo la mitad de atención a la tarea que estabas tratando de hacer, tu mente vagaba hacia pensamientos mejores y más lascivos. ¿Por qué hacer los deberes siempre te ponía tan cachonda?

—Nada, —mentiste fácilmente, mostrándole al alfa una sonrisa con dientes. —Simplemente estoy aburrida de esta tarea de inglés.

—Tú eres quien decidió tomar una clase destinada a estudiantes de último año de la universidad cuando, debo recordarte, eres un estudiante de primer año de la universidad, —Tara puso los ojos en blanco. —¿Puedo hacer algo para ayudar?

—No, gracias, Alfa. —El nombre se te escapó de la lengua con facilidad, fluyendo tan suavemente como el chocolate derretido. Las cejas de Tara se arquearon y sonrió. Ustedes dos no estaban apareadas, no había mordiscos ni collares a la vista «al menos no todavía», pero aún así te encantaba referirse a ella como tu Alfa. En tu mente, ella lo era. No había necesidad de colmillos en esta relación, servirías a Tara hasta que la muerte te tomara el último aliento.

Tu teléfono sonó y momentáneamente rompiste el contacto visual con la mujer más baja, mirando hacia abajo.

—¿Quién es? —La voz de Tara estaba mezclada con el más mínimo indicio de posesividad, sus feromonas salían en una onda más espesa. Sentías como si pudieras haberte ahogado con su olor, el olor a pinos y lluvia.

—Kyle, —respondiste demasiado rápido.

Los ojos de Tara cayeron y su suave sonrisa se convirtió en un ceño fruncido. —¿Qué es lo que quiere?

Kyle era otro Alfa en tu clase de inglés y aunque le habías dejado más que claro que te habían tomado, a menudo intentaba coquetear contigo o pedirte ayuda con el trabajo de clase. Sabías que él sentía algo por ti, pero tus insinuaciones simplemente no funcionaban. Habías recurrido a ignorar al arrogante Alfa.

—Me pregunta si entiendo esta tarea porque aparentemente él no, —dijiste con frialdad, haciendo todo lo posible para evitar que tu Alfa se asustara.

—Bueno, eso apesta para él, —dijo Tara inexpresivamente, —Él puede resolverlo por sí mismo.

Tarareaste en reconocimiento y volviste a colgar el teléfono, volviendo tu atención a tu computadora portátil, donde solo tres páginas de tu ensayo de quince páginas te devolvieron la mirada. El olor de Tara se había vuelto pesado por los celos, los ojos ardían como un fuego contenido. Olfateaste y pudiste sentir la diferencia, el picante que venía con su celo.

Pero Tara no volvería a tener rutina hasta al menos dentro de una semana.

Inhalaste por la boca, tratando de eliminar su potente aroma antes de involucrarte demasiado. Necesitabas terminar este ensayo.

Tu teléfono volvió a sonar y Tara gruñó en respuesta. —¿Es Kyle?

Frunzaste los labios y miraste hacia abajo.

«Estoy en rutina. No puedo terminar esta tarea. ¿Quizás podrías ayudarme?»

Tara agarró el teléfono del brazo del sillón en el que estabas sentada antes de que pudieras detenerla. ¿Cuándo se había levantado? —¿Está en celo y quiere tu ayuda? —Agarró tu teléfono con tanta fuerza que sus nudillos se pusieron blancos.